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Voto de bogartiano:
10
Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2009
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enigmática, conmovedora, especial, maravillosa. Muchos son los calificativos que se pueden dedicar a esta obra maestra de William Dieterle. Como dice la frase de Keats, al principio de la película: "La Belleza es Verdad, y la Verdad es Belleza, es lo único que sabéis en la Tierra". Vuestros corazones os dictarán el significado de la película.

Es fantástica: su fotografía, su guión, la música, con piezas de Debussy, interpretadas por el maestro Tiomkin, ese aire de misterio cada vez que aparece ella, y esas imágenes tomadas como si fueran lienzos, en clara alusión a la especialidad del protagonista. Las tomas en color verde en la secuencia del faro: el verde con ese significado simbólico a lo espectral, como en Vertigo de Hitchcock, cuando aparece Kim Novak transformada y el neón aquel verde la ilumina a ella. Otra toma que impresiona es la de la escalera en espiral del faro, tanto en su toma en picado, como en contrapicado, es alucinante. Esas escaleras son como la subida a lo más bello, a la verdadera esencia de la vida: al amor. Sencillamente genial.

La vi en el cine Doré (Filmoteca) hace trece años y no la había vuelto a ver hasta hoy, y sigue siendo para mí una verdadera obra de arte. En estos tiempos que corren tan materialistas, tan de dar la apariencia y no mostrar lo que verdaderamente sentimos, es cuando ves este film, y te das cuenta de que aún podemos salvar esto. Es el amor loco, L'Amour Fou, que tanto declamaban Buñuel y sus contemporáneos surrealistas, el amor verdadero, por encima de todas las cosas: de religiones, de intereses personales, de tantas cosas que nos preocupan y que verdaderamente no tienen tanta importancia. Entonces es cuando ves a estos dos pequeños seres jurándose amor eterno y es cuando se te pone el vello de punta. Dos pequeños seres que no coinciden ni en el tiempo, pero sus almas conectan por encima de todo. A Joseph Cotten no le importa llenar el estómago ni vivir bien, solo quiere encontrar la verdadera inspiración que le transporte a la belleza más sincera. Preciosa.

Por otro lado, ya menos emocionado, cabe resaltar que David O. Selznick, puso toda la carne en el asador, para que Jennifer Jones se luciera al máximo, pues era su mujer y que sale magnifica, con sus peinados, sus vestidos. Ella fue siempre muy histriónica en sus papeles y aquí la verdad, se sale. Cotten siempre genial, sobrio, taciturno, como en Kane, triste y humano.
bogartiano
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