Son muchos minutos para una sola persona. Cuando nos encontramos ante un protagonismo de este tipo en el que la posesión de la importancia de la historia es total, el éxito o el fracaso de la película siempre va a ser mérito o culpa del que está detrás dirigiendo. Así pues en este especial camino interior del condenado Lancaster, es John Frankenheimer quien orienta correctamente el sentido de la película y quien hace de las más de dos horas de hechos reales un paseo agradable y cómodo.

El B/N siempre ayuda, en eso estaremos de acuerdo los nostálgicos, juega un papel fundamental en la parte más subjetiva de la percepción. A Lancaster se le puede pedir muy poco más, tuvo a su alcance la posibilidad de abandonar las interpretaciones siempre vistas de circense, matón, machote del oeste y esas cosas que poco tiene que ver con el ornitólogo de este título. ¿Todo es lo mismo? Cuestión de opinión; ¿alguien sabe lo que es más fácil?, ¿hacer de musculitos malabarista o ser un condenado a cadena perpetua?

También me apetece apuntar en esta línea que los secundarios que aparecen en cuentagotas son excepcionales, Malden y Savalas bien merecen estas palabras. Así que recomendable película del subgénero carcelario, más por lo que tiene de película que por los hechos reales. Según muchos el tal Stroud nunca dejó de ser un mal bicho, no hubo ningún especial camino de perfección interior. ¿Inteligente?, desde luego, un fuera de serie, ¿para hacer una película?, también, y bastante buena, por cierto, aquí la tienen.