Media votos
6,4
Votos
4.216
Críticas
702
Listas
12
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Taylor:
5
14 de abril de 2009
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he querido catearla porque la peli de Collinson procede de mi novela favorita de Agatha Christie. Sólo por eso. Aún así, la sensación de haberla sobrevalorado inmerecidamente pesa sobre mi conciencia como una losa. No puedo evitarlo. Supongo que cuando haya visto la versión de Clair me sentiré con fuerzas para justipreciar ecuánimemente este lamparón fílmico pero, mientras tanto, mantendré con un aprobado raspado –raspadísimo- el único manifiesto visual conocido de una de las novelas que más me acojonó de adolescente.
No me molesta especialmente que Collinson o quien sea haya decidido cambiar el contexto geográfico donde se desarrolla la acción, ni que alguien se haya tomado la licencia de incorporar nuevos personajes. Tampoco me fastidia particularmente que algún lumbrera haya creído conveniente reventar el desenlace original. Lo que me toca las pelotas es que toda la película en sí se haya edificado de manera tan burda. Con interpretaciones lamentables, con monumentales pifias de montaje y con tremendos boquetes en el guión. Ya sé que nunca se puede esperar demasiado de una coproducción italo-franco-anglo-germano-española pero, joder, seamos serios, tanto despropósito junto hasta parece complicado de conseguir.
En fin, a lo hecho, pecho. Le otorgo cinco negritos de terracota y la rescato de una debacle espectacular porque, aunque de lejos, la peli lleva la rúbrica de doña Agatha, porque los exteriores son preciosos (Irán es un hermoso país), porque Charles Aznavour interpreta magníficamente la canción de los “diez negritos” (la misteriosa batería que suena de fondo le da un aire entre melódico y fantasmal), porque la gachí de turno (Elke Sommer) no está nada mal y porque –fundamentalmente- me encanta la flema británica. Contemplar como el general, el juez y el doctor se toman unos whiskies sin perder la compostura mientras los demás son asesinados, uno por uno, es algo inenarrable.
No me molesta especialmente que Collinson o quien sea haya decidido cambiar el contexto geográfico donde se desarrolla la acción, ni que alguien se haya tomado la licencia de incorporar nuevos personajes. Tampoco me fastidia particularmente que algún lumbrera haya creído conveniente reventar el desenlace original. Lo que me toca las pelotas es que toda la película en sí se haya edificado de manera tan burda. Con interpretaciones lamentables, con monumentales pifias de montaje y con tremendos boquetes en el guión. Ya sé que nunca se puede esperar demasiado de una coproducción italo-franco-anglo-germano-española pero, joder, seamos serios, tanto despropósito junto hasta parece complicado de conseguir.
En fin, a lo hecho, pecho. Le otorgo cinco negritos de terracota y la rescato de una debacle espectacular porque, aunque de lejos, la peli lleva la rúbrica de doña Agatha, porque los exteriores son preciosos (Irán es un hermoso país), porque Charles Aznavour interpreta magníficamente la canción de los “diez negritos” (la misteriosa batería que suena de fondo le da un aire entre melódico y fantasmal), porque la gachí de turno (Elke Sommer) no está nada mal y porque –fundamentalmente- me encanta la flema británica. Contemplar como el general, el juez y el doctor se toman unos whiskies sin perder la compostura mientras los demás son asesinados, uno por uno, es algo inenarrable.