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Voto de OsitoF:
5
5,8
3.072
Drama
Narra los sucesos reales que ocurrieron en Chile en agosto del 2010, cuando el derrumbe de la mina San José dejó atrapados a 33 mineros a unos 720 metros de profundidad durante 70 días. (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá el principal inconveniente de hacer en 2015 una película sobre sobre hechos acaecidos en 2010 sea que, inevitablemente, salga hecha un spoiler en sí misma. Quizá hace ocho años las redes sociales no tuvieran la repercusión de hoy en día pero sí que internet permitía a los informativos un seguimiento casi en tiempo real de la situación. Ante esta situación, habría dos posibles enfoques al llevar la historia de los 33 hombres enterrados vivos en una mina de oro chilena. La primera sería una película fiel a la historia, una especie de documental contrastable de las experiencias de los protagonistas dentro y fuera de la mina así como de su contexto, centrada en todo lo que no vio la luz durante el proceso. La segunda vendría siendo una epopeya de sacrificio y tenacidad, tomando las licencias oportunas para hacer la historia más vistosa y vendible.
“Los 33” elige la segunda opción, lo que en sí mismo no es reprobable, al menos en mi opinión. Yo creo que los treinta y tres mineros atrapados se ganaron el derecho de contar su historia como consideraron oportuno, especialmente si la justicia no encontró responsable a nadie de la tragedia y no se les indemnizó. Pero lo que también es cierto es que las licencias terminan quitando realismo en favor de innecesarios clichés narrativos en forma de abrazos grupales, caras conocidas del cine europeo y americano imposibles de asociar a la vida en la mina, discursos motivadores, escenas forzadamente emotivas, protagonismos inverosímiles a los actores principales (claro, mola más que perforación decisiva la lleve a cabo el ministro de minería que el especialista anónimo) o ficticias inyecciones de tensión de última hora. Y con cada cambio argumental de la realidad en favor del espectáculo, la historia de los mineros se deja un poco de credibilidad y rebaja la simpatía que sentíamos por ellos o les quita mérito.
Yo creo que el episodio y sus protagonistas se merecían una película mejor. “Los 33” es vistosa en lo técnico y engancha en lo argumental, pero narrativamente falla en no tener claro si contar las cosas como sucedieron o contarlas como a la gente le gustaría que hubiesen sucedido. También se aprecia mucha precaución por no herir a nadie ni dejar en mal lugar a más gente de la necesaria. Son demasiadas restricciones a la narración como para que pueda salir de ahí algo que no chirríe. Aún así, la épica del episodio global tiene el suficiente tirón como para que se vea con indulgencia y agrado.
***Un resumen personal de la película (con spoilers, claro) a continuaciónr***
“Los 33” elige la segunda opción, lo que en sí mismo no es reprobable, al menos en mi opinión. Yo creo que los treinta y tres mineros atrapados se ganaron el derecho de contar su historia como consideraron oportuno, especialmente si la justicia no encontró responsable a nadie de la tragedia y no se les indemnizó. Pero lo que también es cierto es que las licencias terminan quitando realismo en favor de innecesarios clichés narrativos en forma de abrazos grupales, caras conocidas del cine europeo y americano imposibles de asociar a la vida en la mina, discursos motivadores, escenas forzadamente emotivas, protagonismos inverosímiles a los actores principales (claro, mola más que perforación decisiva la lleve a cabo el ministro de minería que el especialista anónimo) o ficticias inyecciones de tensión de última hora. Y con cada cambio argumental de la realidad en favor del espectáculo, la historia de los mineros se deja un poco de credibilidad y rebaja la simpatía que sentíamos por ellos o les quita mérito.
Yo creo que el episodio y sus protagonistas se merecían una película mejor. “Los 33” es vistosa en lo técnico y engancha en lo argumental, pero narrativamente falla en no tener claro si contar las cosas como sucedieron o contarlas como a la gente le gustaría que hubiesen sucedido. También se aprecia mucha precaución por no herir a nadie ni dejar en mal lugar a más gente de la necesaria. Son demasiadas restricciones a la narración como para que pueda salir de ahí algo que no chirríe. Aún así, la épica del episodio global tiene el suficiente tirón como para que se vea con indulgencia y agrado.
***Un resumen personal de la película (con spoilers, claro) a continuaciónr***
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Antonio Banderas, Mario Casas y Lou Diamond Phillips interpretan a 3 de los 33 mineros que en 2010 bajaron a la mina de oro de San José, en el norte de Chile, y un desprendimiento dejó atrapados durante más de dos meses. Son las caras más conocidas del elenco, aunque les acompañan uno que imita a Elvis, un Boliviano marginado, uno que está liado con la vecina (y la mujer lo sabe), un alcohólico y uno que está a punto de jubilarse. Tras el desprendimiento, Banderas adopta el rol de lider que mantiene la moral y la esperanza, encargándose del racionamiento de la escasa comida disponible frente a derrotistas y egoistas.
En la superficie, la empresa propietaria de la mina se lava las manos y es un sospechosamiente joven, idealista y guapo ministro de minería el que pone a todo el mundo a andar para el rescate (presionado a hostias por las familias), ante un ambiguo presidente Piñeira que lo mismo se desentiende de la historia como que exige histéricamenet que se les saque a cualquier precio para salir bien en la foto sabiendo que pide un imposible. Al ministro lo asesora Gabriel Byrne tan experto en ingeniería como pesimista.
Los primeros 12 días son los peores en el interior, ya que no hay problemas de aire, pero sí de provisiones. Agotadas y ya a punto de dejarse morir, una barrena guiada por el ministro da con ellos (se ve que el hombre controla la maquinaria más que los expertos) y tras confirmar que siguen vivos, pueden suministrarles alimentos y medios de comunicación. A partir de ahí, los siguientes dos meses son igualmente duros, aunque debidos a la angustia por la espera y el ver que no consiguen ampliar el agujero y una supuesta cuenta atrás para evacuarlos antes de que la montaña se vuelva más inestable y los atrape para siempre, aderezada con dificultades finales de que la perforación final implica una explosión controlada por los propios mineros atrapados (Dios mío, moriremos todos, ¿cable rojo o cable azul?) y que la cápusula Fenix se atasca un momento al sacar a Mario Casas (que considera buena idea el ponerse a patalear y gesticular en un ascensor colgado precariamente a 300 metros).
Como todos sabemos, la historia acaba bien… hasta que nos cuentan que la propietaria de la mina no idemnizó a los mineros. Quizá incluir detalles de un juicio tan ostenisblemente amañado hubiese sido más interesante que ciertas escenas exageradas/inventadas de la película.
En la superficie, la empresa propietaria de la mina se lava las manos y es un sospechosamiente joven, idealista y guapo ministro de minería el que pone a todo el mundo a andar para el rescate (presionado a hostias por las familias), ante un ambiguo presidente Piñeira que lo mismo se desentiende de la historia como que exige histéricamenet que se les saque a cualquier precio para salir bien en la foto sabiendo que pide un imposible. Al ministro lo asesora Gabriel Byrne tan experto en ingeniería como pesimista.
Los primeros 12 días son los peores en el interior, ya que no hay problemas de aire, pero sí de provisiones. Agotadas y ya a punto de dejarse morir, una barrena guiada por el ministro da con ellos (se ve que el hombre controla la maquinaria más que los expertos) y tras confirmar que siguen vivos, pueden suministrarles alimentos y medios de comunicación. A partir de ahí, los siguientes dos meses son igualmente duros, aunque debidos a la angustia por la espera y el ver que no consiguen ampliar el agujero y una supuesta cuenta atrás para evacuarlos antes de que la montaña se vuelva más inestable y los atrape para siempre, aderezada con dificultades finales de que la perforación final implica una explosión controlada por los propios mineros atrapados (Dios mío, moriremos todos, ¿cable rojo o cable azul?) y que la cápusula Fenix se atasca un momento al sacar a Mario Casas (que considera buena idea el ponerse a patalear y gesticular en un ascensor colgado precariamente a 300 metros).
Como todos sabemos, la historia acaba bien… hasta que nos cuentan que la propietaria de la mina no idemnizó a los mineros. Quizá incluir detalles de un juicio tan ostenisblemente amañado hubiese sido más interesante que ciertas escenas exageradas/inventadas de la película.