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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción A bordo de la Enterprise, su capitán Jean Luc Picard recibe un mensaje de la flota. Al parecer, el androide Data, que se encontraba estudiando una sociedad primitiva, ha sufrido un ataque de locura y ha revelado la existencia del equipo de investigación a los habitantes del planeta Ba'Ku. Pronto descubrirá, sin embargo, que tras estos hechos hay mucho más de lo que se ve a simple vista... (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabría preguntarse hasta qué punto vas a "trabajar" cuando en el plató están todos tus amigos, y en ficción espacial recreáis lo que sin esfuerzo ya sucede detrás de la cámara.
El elenco de 'La Nueva Generación' estaba encantado de conocerse, seguro que pasaban horas en el Enterprise-E sin molestia, y hacían de su amistad el aliciente para seguir rodando películas tras la serie.

'Star Trek: Insurrección' tiene como principal virtud meterte de lleno en esa sana camaradería que transmitían cada uno de sus integrantes.
Ya desde el principio Picard se burla del discurso que tiene que dar, Rikes flirtea descaradamente con Troi, Geordi sigue estando ahí cuando se le necesita, sabes que de los consejos de Worf van a pasar...
Pero es cuando todos se burlan del tocado que le obligan a llevar a Picard cuando te das cuenta de que ahí está, ese sentir especial. Todos en su justo lugar.

Con semejantes compañeros, poco importa a dónde se dirija el crucero.
Por suerte, esta vez el destino es el planeta Ba'Ku, hogar de una particular sociedad de "amish espaciales", donde Data está sembrando el terror al descontrolarse su programación (idea harto divertida).
Allá, la Federación está prolongando una estancia sospechosa acompañada por la raza de los Son'a, con el objetivo de extraer los recursos naturales del planeta, que rejuvenecen el físico y ánimo de los que se quedan el tiempo suficiente.

Dejando de lado a un entrañable Picard bailando mambo, la crítica al imperialismo más brutal, aún más allá de las estrellas, cala por su autenticidad.
Es cierto, no es la primera vez que relocalizamos a la gente como ganado, llegamos a cualquier rincón alejado y plantamos la bandera en pos de un beneficio que hace mucho que agotamos.
El Almirante Dougherty admite sin pudor que los Son'a son salvajes e indignos, pero se asocia con ellos porque, como tantas otras veces en la Historia, la fuerza de fuego superior obligará a la nación más pequeña a retirarse con el rabo entre las piernas, haciendo más fácil su expolio.

El siniestro Ru'afo, un enormísimo y perturbador F. Murray Abraham, no tiene problema en exponer el dilema más profundo: "mírese al espejo Almirante, la Federación es vieja y necesita rejuvenecer".
Ante esa ignorancia mutua, se impone el arma secreta, lo que ha dado alas a esta serie y siempre ha plantado cara a la tiranía: la amistad más pura y desinteresada.
Una tripulación de amigos diciendo a Picard que no importan los trajes o la Federación, porque ellos se quedan a defender un paraíso que les ha destilado lo que son.

Da esperanzas ver que cualquier causa lo suficientemente injusta puede generar una insurrección, de gente dispuesta a estar en el "lado equivocado de la Historia" solo porque era lo correcto.
Pero aún más esperanzador es pensar que se puede aprender a valorar lo que ya es perfecto, como aquel planeta idílico, sin necesidad de querer cambiarlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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