Fácil, trucada, volátil, liviana.
Guy Ritchie ejecuta a la perfección una dirección artística que genera envidia. El ritmo en la narración y las imágenes aceleradas propician estupor. Brutal, como siempre. El error está en querer repetir los clásicos. Las aventuras se reiteran como si estuviéramos frente a las producciones de veinte años atrás. Mucho presupuesto y falta de ideas. Sherlock Holmes llevado al cine es una manera de renovar actitud, de que veamos el paralelismo entre su protagonista y ese otro doctor llamado House. La trama de la película basa su intriga en trucos con esplicación ulterior, un engaño al que no debería sucumbir un grande como Ritchie. Se le dan bien los barriobajeros, los luchadores de cloacas, los cómicos de la urbe rota. Al caricaturizar a Sherlock, vuelve a sus películas anteriores, y es en eso en lo que me maravilla, me encantan los primeros 15 minutos. Pero ya. Todo se ve venir, ya se ha visto muchas veces. Todo parece estar esperando a la mítica frase: Elemental querido Ritchie.