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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
10
Drama. Comedia Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) es un director teatral que proyecta representar una obra utilizando una réplica de Nueva York, de tamaño natural, dentro de un almacén. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2010
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, uno de los más largos y tristes discursos de agonía que ninguno habíamos escuchado nunca. Paráfrasis de Caden en un momento duro de la cinta.
Hermann Hesse escribió: "Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?" Supongo que la pregunta es la misma en las dos obras, con la respuesta añadida en esta sinécdoque.
Tendemos (es normal hacer filosofía de esto) a tomar la felicidad como si fuera la vida, o su esencia, sub-stancia. El enfoque intelectual y contemporáneo es contrario. La vida se sufre de manera constante puesto que es búsqueda. Y todo aquel que busca, se duele, aquellos que se contentan con lo indigno (la casa en llamas en la película), tienden a ser felices, pero probablemente por hacer de su vida dicha sinécdoque. El sufrimiento, por otro lado (de los que ansían respuesta y han captado algo), no tiene fin. Un día Caden es informado (y nosotros con él) de que lleva más de 17 años realizando la misma obra de teatro. Como si el tiempo fuera impedimento! No se puede hacer otra cosa, no hay salida, sabe Caden.
Se le ocurre un título muy bueno como resumen de su vida: "La defectuosa luz del amor y el dolor". Es sencillamente genial, apropiada. Ha dado con el enigma vital, y sin embargo sólo sirve para sumirse más en el profundo sinsentido.

La película muestra duramente la realidad humana, su intento de sentido y su constante dolor. Los personajes y sus diálogos están logradísimos. Me emocioné como nunca en mi vida.

El transcurso de la película avanza sin límites, pero no se pierde, sólo se complica para disfrute del espectador. El trabajo es harto imaginativo, apasionante.

Kauffman lanza un mensaje al poco de comenzar la obra: "Porque todos estamos en el mismo agua, después de todo. Remojados en nuestra propia sangre menstrual y emisiones nocturnas." Y creo que se acerca a lo que la película nos depara.

Es una película impresionante, para venerar desde todos sus conjuntos. El cine nunca había llegado tan alto en una obra teatralmente ficticia. El atrevimiento es llamativo, pero su realización es formidable, increíble.

P. Seymour Hoffman se desdobla hasta llegar al éxtasis interpretativo, y todas las sombras de su ciudad son maravillas andantes, criaturas del ser humano, ideas pensadas y violentamente creíbles.

Tal vez por ser capaz de expresar lo que pocos (cada vez más) entienden, se merece todo mi respeto y admiración.

UNA DE LAS MEJORES PELÍCULAS QUE HE VISTO. Porque al fin y al cabo, todos estamos heridos de muerte.
Javier Moreno
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