La carrera de Terrence Malick ha sido una de las más atípicas que se conozcan, ya que tras un comienzo fulgurante en lo que a reconocimientos críticos se refiere con tan sólo dos películas, sigue un largo silencio de veinte años hasta "La delgada línea roja", momento en el que su filmografía adquiere una cadencia relativamente reconocible en un autor de sus características.
"Días del cielo", realizada cinco años más tarde que "Malas tierras" y preludio de ese largo punto y aparte, es una historia de parias, casi un poema, tocada por ese romanticismo maldito de las dos primeras películas de Malick, que sitúa su acción a principios del siglo pasado en Estados Unidos y evoca, desde una mirada muy personal, algunas fuentes clásicas de la narrativa norteamericana.