Al igual que muchas películas clásicas, no se sabe qué título es más feo o poco apropiado, si el original o el traducido al castellano, pero al final eso es lo que menos importa.
Aquí tenemos a Paul Newman en sus mejores años, aunque no es una de las que antes se nos vengan a la cabeza cuando nos acordamos de este famoso actor.
En esta cárcel tan peculiar (¿existían estas prisiones al aire libre donde los presos trabajaban en la carretera?), hay mucho compañerismo y este indomable se hace bastante popular por su forma de ser y su rebeldía contra los guardias.
Lo cierto es que como película carcelaria se sale un poco de los cánones del subgénero. El film no tiene una línea argumental clara que se vaya desarrollando, sino que básicamente es una sucesión de acontecimientos cotidianos en la vida de estos presos. De hecho, en el cine hemos visto cárceles mucho más siniestras en donde sus inquilinos lo pasan bastante peor que aquí.
Pero lo importante es la personalidad y el carisma del protagonista, al que tardamos un buen rato en empezar a conocer, ya que al principio habla bastante poco.
El film es muy entretenido y cuenta con un par de secuencias muy memorables, como la de la chica que lava el coche (¿por qué hace esto tan cerca de estos presos faltos de amor?), y sobre todo la apuesta de los huevos, que es divertidísima.
Hay tiempo para el drama (con la madre de Luke, por ejemplo) y para la comedia.
Este personaje es un luchador que no se rinde ni se doblega ante nadie, pase lo que pase, y con el que Newman realiza una gran interpretación.
Es una película clásica muy recomendable.