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La leyenda del indomable

Drama Luke Jackson, un joven rebelde e impulsivo, es condenado a dos años de prisión tras causar graves destrozos estando borracho. En la cárcel, su indomable carácter chocará de frente con las rígidas normas de la institución, así como con el de otros presos, especialmente el brutal Dragline, que era el líder de los convictos hasta su llegada. Pero Luke es un veterano de guerra que no está dispuesto a ceder, y tendrá que pagar un alto precio ... [+]
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
7 de diciembre de 2006
84 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama realizado por Stuart Rosenberg ("Brubaker", 1980). Se basa en la novela "Cool Hand Luke" (1965), de Don Pearce, autor del guión, de reminiscencias autobiográficas. Se rodó en exteriores de Stockton (CA). Nominado a 4 Oscar, obtuvo 1 (actor reparto, G. Kennedy). Producido por Gordon Carroll, se estrenó el 1-XI-1967 (EEUU).

La acción tiene lugar en una prisión sureña de carretera en los primeros años 60. Narra la historia de Luke "Cool Hand" Jackson (Paul Newman), héroe condecorado de la IIGM, con dificultades de adaptación, que es detenido por la policía tras romper, en estado de embriaguez, varios contadores de aparcamiento. Condenado a 2 años de trabajos forzados, es recluido en la Road Prison 36 (Florida). De carácter solitario y luchador, es un espíritu libre, inconformista e indomable. Es recibido con frialdad por los compañeros y con hostilidad por el ingenuo y bravucón Dragline "Drag" (George Kennedy), líder natural de los reclusos.

La película desarrolla una contundente fábula antiautoritaria, que denuncia la crueldad del despotismo, la violencia del abuso de poder, los caprichos del mando totalitario y el sadismo de unos jefes incompetentes. Como primera tarea, Luke se ha de ganar la simpatía de los compañeros. Lo hace demostrando su capacidad de resistencia en un combate informal de boxeo, que prolonga más allá de su derrota y de su agotamiento. Su participación en una partida de pócker demuestra su impasibilidad y frialdad. Huye del campo con reiteración, pese a ser capturado y castigado con severidad creciente. Desafía la tortura y las amenazas de muerte. Las imágenes sugieren paralelismos entre la lucha agotadora de Luke y la Pasión: en una escena, tras una sesión de castigo, es colocado sobre una mesa del barracón como un crucifijo. Su lucha contra la injusticia no es del todo inútil: gana la admiración de los compañeros, debilita al mando y consigue que se rompan las gafas de sol de Godfrey (Morgan Woodward), símbolo de la infamia del verdugo sin rostro y del hombre sin mirada. Son escenas destacadas el combate de boxeo, la apuesta de ingerir 50 huevos y la intervención fugaz e inusitadamente sensual de Joy Harmon lavando un coche. La voz original del capitán del campo (Strother Martin) suena extraña e hiriente, como la locura de su perversión sádica.

La música ofrece composiciones coloristas de guitarra, banjo y viento, que obtuvieron gran éxito. Añade canciones populares, en boca de Harry Dean Stanton ("The Midnight Especial", "Cotton Field"). La fotografía aporta una narración potente y sobrecogedora, apoyada en una estética realista, sazonada de simbolismo. El guión construye un relato sencillo, que seduce y conmueve. La interpretación de P. Newman es antológica y muy meritorias las de G. Kennedy y otros secundarios. La dirección trabaja con convicción y entrega.

Obra clásica de la lucha por la libertad y contra la opresión. Es además un drama carcelario emblemático y atípico.
Miquel
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4 de mayo de 2008
144 de 219 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas carcelarias que se han filmado. Rosenberg añadiría dos décadas más tarde a ese paquete la genial Brubaker, interpretada en esta ocasión por un magistral Robert Redford. En la que nos concierne, es el gran Paul Newman quien da cuerpo al personaje de Luke, un héroe de guerra que no encuentra su lugar tras la vuelta a casa. El director imprime un ritmo trotero y encadena los pequeños sucesos que acontecen en aquel barracón de manera elegante y acertada. Hay planos hermosos que nunca se olvidan; aquella gorra azul repleta de huevos duros que traspasa de estrangis una valla con alambre de espino, el estómago redondeado de Luke, las gafas de sol del Jefe o el cachondeo que rezuma toda la película en especial ese maravilloso lavado de coche. Uno de los cuerpazos más increíbles y con menos silicona que se ha visto en la Historia del Cine.

El comienzo del film con la imagen escrita "Violation" anticipa al espectador, a pesar del inocente comportamiento de Luke, una película dura, tierna pero a la vez dura. Y La leyenda del indomable lo es. Un hombre entra en el tubo para dos años por destruir propiedad pública (parquímetros), lo que parece un castigo excesivo teniendo en cuenta que ha sido condecorado en la guerra. Al final, los parquímetos se convierten en cadenas y los castigos adquieren proporciones biblícas. Los Jefes no son en exceso brutales y comparándolos con los retratos filmados en la actualidad, podría decirse que tienen su punto de amabilidad. No interfieren en los asuntos de los presos y sus reglas son sencillas. Y en este reducido contexto Rosenberg levanta una película maravillosa, con un Paul Newman en estado de gracia (como casi siempre) y arropado por unos secundarios de lujo, aupando al género carcelario un peldaño más en la gran pirámide que es el Cine.

Film inolvidable por las secuencias que muestra: los 50 huevos duros, la partida de póker, el lavado de coche, el combate de bóxeo, las carreras, los diálogos sobre mujeres, los rastrillos que suben y bajan sin fin...Un film que se torna en rebeldía. 9.4

"¿Puedo quitarme la camisa, Jefe...?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Txarly
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18 de mayo de 2009
69 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al hilo del reciente fallecimiento de Paul Newman, las revistas y periódicos de todo el mundo hicieron la típica encuesta de cuál habría sido su papel más representativo y recordado. En esa clasificación se encontraban arriba como no podía ser de otra forma sus papeles en “Dos hombres y un destino” y “El golpe”, pero curiosamente al final el gato al agua se lo llevó “La leyenda del indomable”.

Personalmente no creo que sea su mejor película, pero es indudable que Paul es la película –aunque por ahí ande George Kennedy dando la réplica-. Además hay algo que va más allá de lo cinematográfico para ahondar en lo psicológico. Los dos personajes más provocadores de la historia del cine puede que sean este de Luke Jackson, y Randle McMurphy en “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Ambos son rebeldes por sistema, sin necesidad real de serlo, pero el hecho de tocar las pelotas a la autoridad ya es suficiente motivo para seguir en esa línea.

Lo curioso es que cientos de miles de amantes de estas películas, son unos pelamanillas en su vida real. Jamás se atreverían ya no a mandar a tomar por culo al jefe, sino simplemente a pedirle que se cumplan sus derechos.

Ese es el grave problema, cuando el cine o el arte en general sirve sólo para calmar el inconsciente adormecido del ciudadano y no para clavarle un alfiler en el culo y que despierte. Pero nada, seguiremos escuchando que esta es la película favorita de mucha gente, mientras descuelga el móvil y le dice al jefe que no hay problema que se quedará hasta tarde. Malditos cobardes.

Y es que todos los Luke Jackson acaban mal, y las ratas si por algo se caracterizan, es por sobrevivir.

Huelga decir que es la mejor película de Stuart Rosenberg. Muy buena como producto cinematográfico, imprescindible como actitud vital.
vircenguetorix
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22 de marzo de 2009
69 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Lo de los trabajos forzados a pecho descubierto, de toda esa congregación de fornidos varones, curtidos bajo un sol de justicia ya lo habíamos visto en “El Puente sobre el río Kwai”.

- Lo de los obstinados intentos de fuga y correctivos desmedidos en calabozos oscuros y aislados, también lo habíamos visto en “La Gran Evasión”.

- Lo de la brutal pelea entre reos, descompensada de peso pesado (Kennedy) a peso pluma (Newman), lo sufrimos con cada paliza que le propinaron a Monty Clift en “El Baile de los Malditos”.

- También habíamos visto a la abatida madre, Jo Van Fleet, morir del dolor que le brota del alma al ser testigo del aciago porvenir de su vástago, aquí, en “La leyenda del indomable” y allá, en “Al Este del Edén”.

Qué grandísima actriz... Y qué grandísimo compañero de trabajos forzados resultó ser George Kennedy, cuando trabada su amistad con Luke, no deja de animar a su chico: “¡No vayas tan deprisa muchacho; los huevos los pelo yo, para eso soy su entrenador! ¡Tú serás muy listo firmando cheques sin fondo pero aquí, quien pela los huevos soy yo! ¡Vamos Luke, sólo quedan 18!”

Eso es lo que nunca habíamos visto.

La tripa abultada de un Newman preñado tras la ingesta de los 50 huevos que el chico de Ohio se mete entre pecho y espalda, sólo por terquedad, tal vez por matar el tiempo y por apostar cualquier chorrada: ese abogado del diablo en “Éxodo”, un día boxeador de nombre Graziano, “marcado por el odio”, al otro vaquero trasnochado.

Si..., un tal Butch Cassidy, tocado con bombín y compañero de correrías del Sundance Kid; el carterista y empedernido jugador de póquer que dio “el golpe” y la vida a la mitad del tándem más espectacular del cine; el "Harper" que le tira los trastos a la Bacall; un Nóbel en Estocolmo ganador de “el premio” de literatura; “el dulce pájaro de juventud” que se enamoró “desde la terraza” de su esposa Woodward; lisiado, atormentado y desairado hacia su padre y su mujer en “La gata...”, el contra-espía de Hichtcoock que rasgó “la cortina...”, el pirómano sin causa de un “largo y cálido verano” y curioso... un apagafuegos en “El Coloso...”.

El crack del billar en “El color del dinero” y, además de todo eso, el letrado borrachuzo, venido a menos pero redimido en “Veredicto final”; “el hombre de Mackintosh”, sin "ni un pelo de tonto", un “buscavidas” fanfarrón que se arrojó por “el camino a la perdición”. En fin... un tal Newman, “el indomable”, que llora a su madre rasgando un banjo.

Todos esos hombres y uno sólo fueron él. ¿Lo único que no consiguió? Quedarse entre nosotros.

Pero ahora no quiero pensar en eso. No se lo reprocho. Me ha dejado en herencia más de 60 películas, y entre ellas, una mano tan bien jugada como esta, en la que el Cool Hand Luke, además de mostrarnos su as en la manga y zamparse 50 huevos, se echa una charla de lo más distendida con Dios.
Valkiria
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9 de noviembre de 2008
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que casi no necesitan críticas. Nos las cuentan los padres o los amigos y nos aconsejan verlas cuanto antes. "Cool Hand Luke" fue programada para un "Sábado cine" de aquellos maravillosos ochenta y la ví metido en el Sofá de Noche rodeado de los míos; me estaban hablando de lo buena que era, me estaban hablando del protagonista con el que todavía no me había familiarizado como con ellos y se nos echó la entradilla encima, con el logo y la música de la Warner.

Y para qué más. El cine, sábado o no, me seguía cogiendo, apretando y yo tan contento. Y conocí la dimensión Newman.

Sus trabajos colocaban -entre otros colegas y otros trabajos- mi pantalla en su sitio. La filmografía de ojos azules se convirtió en una de mis referencias básicas en esto pero es que, además, disfrutaba con todas (todas, sí, porque nunca ví "El cáliz de plata) sus películas, algunas tibias, el resto obras de arte. Así trato a "La leyenda del indomable". La historia tantas veces contada del inadaptado, del hombre contra el sistema. Pasa que a este hombre se la traía al fresco cualquier análisis sociológico, plan o agenda. Sólo llegar al día siguiente con algún motivo para sonreir.

El motivo era él. Un nuevo inadaptado, un nuevo rebelde. A new man.


Eran los sesenta, eran los ochenta. Y el new man siguió -con esa acojonante personalidad- hasta el mes pasado. En el que se le atragantó un huevo hervido.
Rick Blaine
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