Es muy difícil, por no decir imposible, valorar una temporada suelta de una serie sin realizar una comparativa con las que le preceden.
En “True detective”, sus creadores tomaron la decisión de hacer una segunda entrega completamente distinta, y con otro reparto. Esto, en parte tenía su lógica, al haberse cerrado la trama al cien por cien y no dar nada más de sí. De esta forma, la serie tiene el mismo formato que la exitosa “American horror story”, aunque mucho me temo que aquí termina su similitud.
Por tanto, como espectador, a la hora de valorarla tengo que hacer el tremendo esfuerzo de intentar considerarla de manera independiente, sin acordarme de los estupendos episodios con Woody Harrelson y Matthew (apellido complejo), que tanto éxito de crítica tuvieron, justificadamente en mi opinión.
Bueno, vale, lo reconozco: No puedo. La temporada con Colin Farrell es infinitamente peor que la primera. La diferencia de calidad entre ambas es abismal en todos los aspectos que se puedan pensar.
Ahora intentemos olvidarnos de eso y supongamos que no se llama “True detective” (que es uno de sus fallos más importantes, su título).
Pues mucho me temo que aun así, no es que sea mediocre, es que es mala directamente. Ni con toda la benevolencia del mundo puedo salvar este argumento de detectives tremendamente aburrido, lento y simple.
Me recuerda a la peor HBO, esa en la que los episodios son tan lentos en los que en una hora apenas pasa nada y al final se te queda cara de tonto esperando que suceda algo, como en “The leftovers”, por ejemplo. Es de esas en las que los diálogos son tan silenciosos y el ritmo tan pausado que por momentos uno se pone a pensar en las musarañas y hasta se puede perder el hilo. Y no hablemos de verla con sueño o en la hora de la siesta, porque es soporífera a más no poder.
No termino de pillarle el punto a esta nueva trama de corrupción empresarial, pues su desarrollo es similar al de cualquier serie policíaca mediocre de las que tantas hay.
Los actores lo hacen bien, pero su trabajo no compensa el brutal tedio que me ha producido ver esto. ¿Cuándo va a arrancar, o por lo menos que pase algo mínimamente interesante? Es que ninguna de sus líneas argumentales me llama la atención ni una pizca.
Solamente encontramos algo de genialidad en el tiroteo del cuarto episodio, pero ni por esas remonta la cosa. Por muy bien hecho que esté (recuerda a “Heat”) no compensa el aburrimiento extremo del resto de la serie.
No deja de ser una sucesión de dramas personales de los protagonistas, que son más patéticos que el bar ese que sale donde canta una mujer que también toca la guitarra.
Y que conste que no exijo que haya acción siempre sin parar, pero por lo menos a una serie le pido que me entretenga, y esta segunda temporada de “True detective” consigue justo lo contrario, por lo menos a mí.
Que conste en acta que he hecho el esfuerzo de verla entera, si no, no escribiría esto.
Tanto en críticas como hablando con algún amigo, me decían que a partir del quinto mejoraba, pero la verdad es que no estoy de acuerdo. El único momento interesante de su segunda mitad es la infiltración del personaje de Rachel McAdams, y si lo unimos al final del cuarto episodio, no creo que esos minutos basten para hacer buena a una serie de más de ocho horas de duración.
El episodio final pone el último clavo en su ataúd, pues además de ser innecesariamente más largo que los otros, en él se tiene la lamentable sensación de que no sabían cómo terminarla en condiciones, y que intentaron arreglarla cuando ya no tenía remedio.
Sinceramente, no comprendo como alguien se puede divertir viendo esto.
Esperemos que la tercera temporada (si es que hay, que no me gustaría) retome la calidad de la primera. Esperemos.