Esta película pretende ser épica. No es que quiera tener una secuencia, un momento épico, no; es que quiere ser épica de forma continuada durante mucho metraje. Esto es algo que se percibe, pero mejor dejarse contagiar de ese espíritu y estado anímico para sumergirse en el disfrute de la cinta, que quedarse molesto y resabiado de que la épica está forzada por imperativo legal.
Una gran contribución a la épica se la otorga la banda sonora, que nos mantiene en unos niveles de fuerza y potencia transmitida brutales en muchísimas escenas. Y además de expandir el universo melódico archiconocido de la saga, y crear nuevas melodías, también hace un homenaje al mundo del western y esos duelos, esos enfrentamientos cara a cara, utilizando un trozo de melodía de Ennio Morricone de "Érase una vez en el Oeste" (o "Hasta que llegó su hora")
Esta es continuación directa de la anterior, pero a mi me parece más clara y limpia que aquella.
La película es tan larga y tiene tantos momentos épicos que muchos de ellos parecen ser el gran colofón de la historia, pero después resulta que sigue habiendo más, que la épica no se ha acabado ahí y que la historia continua.