La explosión que ha experimentado en los últimos años las adaptaciones del mundo del comic, ha afectado también a sagas que ya estaban agotadas, cinematográficamente hablando. Antes Batman, y ahora Superman han sido objeto de revisiones, que se desmarcan (inevitablemente) de lo anterior, que había degenerado poco a poco.

La última entrega de Superman fue en el año 83.Ahora, el (últimamente) especializado en superhéroes, Bryan Singer se ha encargado de devolver la vida fílmica al mítico Hombre de Acero, desde un interesante punto de partida: Superman regresa a La Tierra, después de seis años de viaje buscando su originario planeta.

Pero el primer error grave comienza con el casting. Los dos protagonistas son excesivamente jóvenes. Si ya es difícil creerse a ese Clark recién salido de la pubertad (cuando debería ser un hombre hecho y derecho), más inverosímil aun es Kate Bosworth, que parece más la hermana mayor, que la madre de ese niño de 6 años. Inexplicable metedura de pata.

Singer prefiere centrarse en los dilemas internos y amorosos del héroe más que en la vertiente aventurera. Podría ser buena opción. Pero no. También empieza a ser una constante en estas revisiones, que los autores se centren en el lado más humano y en sus luchas internas más que en las luchas contra los enemigos externos. Pero Singer naufraga, y de que forma. Reiterativa y anodina, y con un exceso de metraje considerable; ni las secuencias de acción hacen que la película levante el vuelo. Más bien al contrario, la secuencia “estrella” causa más sopor que otra cosa.

Decepcionante trabajo, que sólo eriza los pelos con los créditos iniciales que mantienen la fanfarria de Williams, y que nos retrotrae a tiempos pasados. Un punto de partida jugoso, alguna pincelada de buen cine, y el oficio de Singer para no hundir del todo la cosa. Pero poco más. El resto, muy prescindible. Cuando no, simplemente patético, como el personaje del marido de Lois, por poner un ejemplo.