La verdad, no es un caso demasiado extraño. Existen multitud de escritores que, amparados por el éxito inexplicable de sus obras y envueltos en un ego que te cagas, se lanzan a "triunfar" y conquistar otros terrenos. Lo más triste, me temo, es que normalmente lo consiguen, pues su legión de fans les sigue a todas partes, no importa cuán deficiente sea el resultado de sus antojos.

Así, "Perdona si te llamo amor" (título que de por sí merece un par de hostias) no es más que un experimento del nenico de buena letra y mal discurso llamado Federico Moccia, el cual, creyéndose la repera se dedica a elaborar un panfleto zafio y de lo más vacío acerca de no sé qué de conquistar sueños y creer en el amor. Todo, por supuesto, con un olor a rancio de lo más desagradable. Para ello, se vale de frasecitas supuestamente profundas y evocadoras diseminadas por el relato; colores muy bonitos para hacer aún más coloridos los bonitos diálogos de esa gente tan bonita que aparece por pantalla, todos ellos gilipollas; y una estructura interna taaaan taaaaan previsible y tópica de cojones que incita al suicidio según se suceden los acontecimientos.

Huelga decir que todo atisbo dramático es mero adorno, pues o bien no hay quien se lo trague, o bien acaba por ser una pequeñina mancha al lado de la enorme mierda de optimismo y buenas gentes que empapa este bichejo de película.