Si en algo coinciden casi todos los fragmentos de criticas que podemos ver en la ficha de lo ultimo de la Coixet es que la historia es poco creíble. Una trabajadora de un mercado de Tokyo que en sus ratos libres es una fría asesina a sueldo, un anciano que va con su grabadora por todos lados en plan fetiche y hasta un catalán que se convida a botellas de vino de las caras y paga habitaciones de hotel sin pronunciar la palabra "a medias". Efectivamente, todo parece ser poco creíble.

Pero en lo que no caen los críticos es en el rollo onírico que salpica toda la cinta. Es un pequeño cuento que relata las obsesiones de unos personajes atrapados en recuerdos melancólicos de los que son incapaces de desprenderse. Un cuento raro, triste, pervertido, humano en definitiva. Un cuento en el que se pone de manifiesto la dependencia social de las personas, del amor que damos y recibimos.

Coixet encuentra el tono y se recrea en él, pero desgraciadamente no puede evitar pasarse. Por algo es la gafapastera numero uno en España. Excesivas canciones de grupos indies (algunas muy buenas, todo hay que decirlo), ciertos planos en los que se gusta de más y un abuso de imágenes que pretenden ser de una transcendencia que al final no es tal. Pero bueno, si no hiciera esto no sería la Coixet, sería Kim Ki-Duk. Y Ki-Duk sólo hay uno.