Takashi Miike "remakea" una obra original de Kinji Fukasaku, y lo hace de forma excelente, dando una de sus películas más serias y maduras, claro que también hay que contar con que la historia no es suya, aunque le otorgue su propia personalidad. El metraje es excesivo tal vez, pero está justificado, y el lenguaje visual es preciso, espectacular cuando tiene que serlo y lírico cuando le corresponde. En sus primeros minutos resulta lenta y hasta confusta, pero poco a poco engancha irremisiblemente al espectador en una de las tramas de yakuzas más épicas, brutales y desoladores del cine de los últimos años. Pocos hacen buenos remakes y aun menos les dan su propia visión. Miike es uno de ellos.