En su tiempo pudo impresionar a algunos, no me creo que a todos, pero diez años después, me extraña, cuarenta y cinco, pues eso....

Bonito, casi apabullante, su estilo irreprochablemente clásico, con un toque gótico tardío, su estilo ‘Aldrich’, pero, por lo demás, demasiado rebuscada para el cuerpo, demasiado previsible a su vez, pues a un tercio de película parece que te has ganado una bola de cristal en la tómbola y la ves venir, seguro, mejor que el guionista.

En mi opinión, mal, pero que muy mal envejecida.
Rezuma a “¿Qué fue de Baby Jane?”, cosa muy sabida, por los cuatro costados, aunque ese no es el problema, sino que ésta atufa a rancio, quiere dar miedo y da lástima, y como que te queda cierta sensación de que los creadores te han tomado por un pelín idiota, por no decir por uno completo.

De la puntuación, 7,4, de este regalo, mejor ni hablar. Yo se la doy baja, aunque ganas me dan de darle menos (en cierto tipo de películas sucede ese fenómeno extraño que muchos conocemos, como si existiera una fuerza rara que te impide darle la puntuación que el cuerpo te pide).
Es engañarse a uno mismo, está claro, pero así son las cosas...