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Voto de Antonio Morales:
7
Cine negro. Intriga El detective Mike Hammer recoge en la carretera, en plena noche, a una muchacha que huye de un peligro mortal. Poco después son interceptados por los acosadores, unos despiadados matones que, tras torturar y matar a la muchacha y pegar una paliza al duro detective, les arrojan por un precipicio. Hammer logra salir indemne, y se dedicará a investigar este misterioso caso... (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de Robert Aldrich, cineasta con una filmografía my interesante, con este film de cine negro, sienta las bases de un estilo donde la violencia pasó a tener un tratamiento desmesurado y barroco, con una predilección por protagonistas proclives a los excesos, de acorde a una estética que hace del encuadre un motivo perturbador, con una fotografía de discordantes contrastes que sirve de marco a alegóricas parábolas. De todo ello hay mucho en “El beso mortal”.

Tras sendos éxitos con “Apache” y “Veracruz”, Aldrich tenía ganas de afrontar un proyecto más personal y se plantea la adaptación de un relato de Mickey Spillane, un dibujante de cómics convertido en escritor. “El beso mortal” supone una nueva incursión en el mundo del cine del detective Mike Hammer, que al contrario de sus colegas Sam Spade o Phillipe Marlowe, se distingue por la exaltación de una explosiva xenofobia, donde violencia, sexo y acción forman un trío indisoluble.

Intentar reproducir el guión del film no es tarea fácil, particularmente si nos atenemos a lo bizarra y compleja que es la peripecia de Mike Hammer, interpretado por un inexpresivo Ralph Meeker, actor de serie B y seriales de televisión. Lo más ingenioso del argumento es la misteriosa caja por la que todos están dispuestos a matar para conseguirla. Un asunto muy de moda en esa época de guerra fría, armas atómicas y represión política. Fiel a su estilo, Aldrich traslada al film su regusto por las composiciones alambicadas, los planos picados y la utilización de la profundidad de campo, no muy lejos de Orson Welles, que nos presenta a los personajes sumidos en un perpetuo reino de tinieblas, como si fueran amenazantes sombras.
Antonio Morales
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