Steven Spielberg había oído aquellos relatos en muchas ocasiones, a veces, de la boca de su propio padre. Por mucho que le gustasen aquellas clásicas cintas, la II Guerra Mundial tenía muy poco que ver con lo que se veía en las pantallas de cine. No había tantos héroes y, los que lo eran, podían terminar amputados o directamente muertos.

"Salvar al soldado Ryan" coloca un terrible anzuelo al espectador, el mejor desembarco de Normandía nunca visto, no sobra ni un minuto de metraje y se siente uno casi como si hubiera estado en aquel infierno. Una vez estás allí y te encuentras con la brillante analogía de las madres que han perdido a todos sus hijos en la Guerra de la Secesión y la que podría verlo ahora, estás atrapado.

Tom Hanks da vida al capitán Miller, en una composición repleta de matices y que tiene una acertadísima definición del personaje por parte del mismo en una entrevistas concedida a "Actor´s Studio". El resto del reparto funciona también a la perfección, cada uno con sus pequeños rituales, manías y carácter. Un mosaico de cómo a cada uno le afecta de manera diferente el horror de una campaña de esas características.

El elenco de secundarios es también muy potente, incluyendo a Ted Danson o Matt Damon. Las luchas, el cuerpo a cuerpo, los edificios que se caen y las gotas de lluvia sobre el casco, son una terrible canción de guerra de Spielberg que nada tiene de glorioso, pero sí de fascinante.

Solamente le impide alcanzar cotas aún mayores ese cierto patriotismo que en ocasiones hace colocar una venda con el papel benefactor de Los Aliados, a quienes indudablemente, El Viejo Continente en particular y el mundo en global debe muchísimo, especialmente a los soldados que desembarcaron en aquella playa. No obstante, no se muestran algunos aspectos menos valerosos, especialmente de los altos mandos, a la hora de obtener la rendición de tan terrible plaga como fue el nazismo.