Víctor Erice ha sido el creador de un cine propio, una metodología muy particular, no especialmente copiosa en su producción, pero de una calidad media sobresaliente. Sorprende y encanta la manera de enfocar en esta obra el anhelo de una nostalgia traicionera y la madurez y ocaso de un hombre y el pasado que deja atrás.

No obstante, a pesar de su estilo inconfundible y las buenas actuaciones en general (me gustaría hacer especial mención a Rafaela Aparicio, inconmensurable en su rol), "El sur" me presenta sus aristas y me creo los problemas que tuvo el director con su adaptación y añoró ese metraje que falta, las piezas que no me han terminado de encajar.

Con todo, las bellas poesías no se miden por lo que se comprende, sino por lo que conmueven, y es una película con la suficiente sensibilidad como para no resultar indiferente, aunque su ritmo sosegado y pausado ya casi parece de otra época y no logrará satisfacer a todos los espectadores, especialmente los más jóvenes. También hay una fase vital para ver esta cinta y enteder su mensaje en primera persona.

De la misma forma, el recurso de la voz en off, que no es bueno ni malo per se, aquí incluso me estorba en los momentos de la narración. No sé si Erice y su equipo debieron haber intentado incluso obviarla o era un mal necesario, pero no le veo la cadencia o el ritmo y a veces resalta lo innecesario y silencia lo interesante.

Con todo, por ese último baile final, uno se quita el sombrero y sigue, siguiendo versos sabineros, que cuando la muerte venga a uno a visitarle, le lleven al sur donde nací... esa Ítaca primigenia abandonada.