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Voto de El Libanés:
7
6,5
84.627
Aventuras. Acción. Romance
En el año 1193 A.C. el joven Paris (Orlando Bloom), hijo de Príamo y príncipe de Troya, rapta a su amada Helena (Diane Kruger), esposa de Menelao, el rey de Esparta, lo que desencadena la Guerra de Troya, en la que se enfrentan griegos y troyanos. Comienza entonces el asedio de la ciudad de Troya por parte del ejército griego, que duraría más de diez años. Aquiles (Brad Pitt) era el gran héroe de los griegos, mientras Héctor (Eric ... [+]
26 de noviembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El viejo caballero anciano escucha el resoplar del viento ante unas murallas antiguas y ya olvidadas. Lo cierto es que es una persona de las que ya no abundan, incluso un poco vuelta de todo dirían los maliciosos, pero sin caer en la temida hybris (soberbia), castigada por los terribles y vengativos dioses del Olimpo.
Lo cierto es que poco le importa lo de los diez días, él mismo recordaría a los desmemoriados que él apenas focalizó sus versos en unas pocas jornadas de campaña, cuando Aquiles, aquí interpretado por un tal Brad Pitt, entró en cólera frente al caudillo Agamenón ante las costas de Troya. Probablemente solamente le duela en exceso la trivialización de su vínculo con Patrocolo, no por ser una licencia (él mismo se tomó muchas para cantar a la diosa), sino porque obedece al comercial objetivo de satisfacer al público quinceañero, que podría sufrir un soponcio si se insinuase una posible homosexualidad de ese atractivo varón que cuando se lo propone, es muy buen actor, pero aquí ha andado limitado.
Alguna muerte antes de tiempo y esa parcialidad presentando a los troyanos como súper-buenos le hará arquear las cejas a este escritor equilibrado, pero a buen seguro goza con un Eric Bana tornado en domador de caballos y alma de la cinta, mientras Sean Bean tiene unos ojos inteligente y perspicaces muy parecidos al futuro protagonista de La Odisea. Diane Kruger y Orlando Bloom aportan belleza y presencia, aunque vuelven a ser el mero pretexto, las armas de destrucción masiva inexistentes por las que se sacrificarán a jóvenes y valerosos guerreros, capaces de hacer los actos más honrosos y los deleznables.
"La Ilíada" es un tesoro literario universal que no precisa de gafapastismos para protegerse del flechador Apolo de las nuevas generaciones, como tampoco se justifica quienes limitan este poema épico entre los poemas épicos, a un plomo aburrido frente a este producto Hollywoodiense de un Wolfgang Petersen más que correcto, haciendo una obra que fue una de las gozadas visuales del verano.
Recomendable. Y Homero sigue esperando que se entienda su canto...
Lo cierto es que poco le importa lo de los diez días, él mismo recordaría a los desmemoriados que él apenas focalizó sus versos en unas pocas jornadas de campaña, cuando Aquiles, aquí interpretado por un tal Brad Pitt, entró en cólera frente al caudillo Agamenón ante las costas de Troya. Probablemente solamente le duela en exceso la trivialización de su vínculo con Patrocolo, no por ser una licencia (él mismo se tomó muchas para cantar a la diosa), sino porque obedece al comercial objetivo de satisfacer al público quinceañero, que podría sufrir un soponcio si se insinuase una posible homosexualidad de ese atractivo varón que cuando se lo propone, es muy buen actor, pero aquí ha andado limitado.
Alguna muerte antes de tiempo y esa parcialidad presentando a los troyanos como súper-buenos le hará arquear las cejas a este escritor equilibrado, pero a buen seguro goza con un Eric Bana tornado en domador de caballos y alma de la cinta, mientras Sean Bean tiene unos ojos inteligente y perspicaces muy parecidos al futuro protagonista de La Odisea. Diane Kruger y Orlando Bloom aportan belleza y presencia, aunque vuelven a ser el mero pretexto, las armas de destrucción masiva inexistentes por las que se sacrificarán a jóvenes y valerosos guerreros, capaces de hacer los actos más honrosos y los deleznables.
"La Ilíada" es un tesoro literario universal que no precisa de gafapastismos para protegerse del flechador Apolo de las nuevas generaciones, como tampoco se justifica quienes limitan este poema épico entre los poemas épicos, a un plomo aburrido frente a este producto Hollywoodiense de un Wolfgang Petersen más que correcto, haciendo una obra que fue una de las gozadas visuales del verano.
Recomendable. Y Homero sigue esperando que se entienda su canto...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para el recuerdo dos momentos que elevan la calidad del film, el rescate del cuerpo de Héctor por parte de Peter O´Toole (impresionante, tierno, comprensivo, acabado, orgulloso, protector, piadoso... es el momento más homérico) y el combate que lo precede, sin música fuerte ni nada que estorbe un instante de una belleza plástica innegable, donde está cuidada hasta la forma de combatir del Pélida (ágil, rapidísimo, arriesgado, casi un dios) y el hijo de Príamo y Hécuba (valiente pero precavido, experimentado, defensivo, noble...).
Es cierto que algunos actos están modificados, pero hay que tener en cuenta que al eliminar la aportación de los dioses, al igual que acontece en la magnífica novela "La canción de Troya", se deben comprender determinadas licencias.
Solamente estorban algunos momentos efectistas y palomiteros, ciertas simplificaciones en motivaciones de personajes y un final demasiado al gusto del consumidor, pero es bastante mejor de lo que ocasionalmente se la acusa.
Es cierto que algunos actos están modificados, pero hay que tener en cuenta que al eliminar la aportación de los dioses, al igual que acontece en la magnífica novela "La canción de Troya", se deben comprender determinadas licencias.
Solamente estorban algunos momentos efectistas y palomiteros, ciertas simplificaciones en motivaciones de personajes y un final demasiado al gusto del consumidor, pero es bastante mejor de lo que ocasionalmente se la acusa.