El remake de "Los siete magníficos" bien puede haber sufrido algún disparo más que innecesario. En primer lugar, pensemos que el clásico western que le precedió ya era una adaptación, nada menos que de una obra maestra incontestable "Los siete samurais". Aunque pueda parecer polémico, me atrevería a plantear que "Los siete magníficos" original ya era más comercial y palomitera que su delicada antecesora japonesa.

Eso no quiere decir que no me gustase ese tremendo western que aglutinó a algunos de los mejores intérpretes posibles en aquel momento. Simplemente, que algunas acusaciones despiadadas contra el film de Antoine Fuqua deberían ser, si bien no obviada, sí matizadas.

En primer lugar, el casting está muy bien. Hay algún guiño excelente como que los personajes de Denzel Washington y Ethan Hawke ya se conocieran (Training Day), así como esa tremenda presencia llamada Vincent D´Onofrio que tanto ha deslumbrado en "Daredevil". O, entre el buen nivel general, ese Chris Pratt guardándose ases bajo la manga.

Naturalmente, estamos ante una cinta sin colores grises. Si Kurosawa daba matices negativos a la aldea saqueada por los bandidos, aquí todos los lugareños son más buenos que al pan y únicamente necesitan un poco de disciplina castrense para espabilarse. Por su lado, los malos son malísimos sus motivaciones son tan elementales que generan casi indiferencia.

Con todo, es un espectáculo digno y bien hecho que no se hace largo en ningún momento. Dentro de los productos ya envasados de Hollywood, es una buena manera de re-actualizar a esos cuestionables pero altruistas pistoleros que van a deshacer entuertos con ideales quijotescos.