Debut más que aceptable en la dirección de Mel Gibson en este conmovedor drama ambientado en los años ´60, donde la injusticia, los falsos rumores y la maldad de la gente es la que manda en un pequeño poblado estadounidense donde un niño entrovertido con problemas familiares comienza una amistad con Justin McLoud, un ex-profesor con el rostro desfigurado acusado injustamente de haber abusado sexualmente y de haber asesinado a uno de sus alumnos.

Buenas interpretaciones de Gibson (la mejor de su carrera, aunque a veces sobreactúa) y Nick Stahl, quien mucho antes de interpretar a John Connor en la 3ª entrega de Terminator ya nos demostraba que al menos sabía desenvolverse en el mundo de la interpretación.

La música de James Horner es bella y al mismo tiempo triste.

La moraleja de esta película es: que no juzgues a nadie por muy raro y feo que sea, sin haberle conocido antes. Las apariencias engañan.

Muy buena fotografía de D. McAlpine. Gibson demostró con esta cinta que sabía alejarse de los tipos duros e histriónicos que interpretaba en las películas de acción que abundaban en su filmografía.