Otra vez la burra al trigo. Bueno, cerca. Esta película es un nuevo reinicio de la historia del potro indomable del lejano oeste.

Esta vez la historia es bastante similar a la de la serie de Netflix de 2017. Lucky es una niña hiperactiva que vive con sus abuelos en la ciudad, pero un verano va a visitar a su padre en un pueblo ranchero, quien todavía no se repone de la muerte de su esposa y madre de su hija. Allí la niña descubrirá más sobre su pasado, se hará amiga de otras dos pequeñas, pero sobre todo, conocerá a un corcel al que llamará Spirit. Este caballo salvaje es blanco de un grupo de vaqueros que pretende atraparlo junto a toda su manada para venderlos.

El argumento es muy sencillo, con un guion que no se permite ningún tipo de sorpresas, por lo que podríamos catalogar a este film como netamente infantil. Además sucede muy poco, no tiene un arco argumental demasiado evolucionado, ni en la trama principal, ni mucho menos en alguna subtrama que apenas se insinúa. Y no estamos hablando de una película de corta duración, pero se detiene demasiado en secuencias contemplativas o redundantes.

Los personajes, si bien tienen cada uno lo suyo, no son la gran cosa en cuanto a sus características, ninguno tiene el carisma suficiente. Hay un intento humorístico en algunas escenas pero que no llegan a causar demasiado, así como el propósito de dejar algún mensaje relacionado con la amistad y la confianza queda muy abstracto. Y lo que realmente sorprende, pero no para bien, es la calidad de animación, que teniendo en cuenta que se trata de un trabajo de Dreamworks, decepciona.

Claramente los últimos años el mundo de la animación nos mal acostumbró a los adultos, por lo que ahora pretendemos que toda película nos tenga como target. Este es un buen cachetazo, una película infantil, regular, para pasar un rato en familia solamente.