Media votos
5,2
Votos
996
Críticas
996
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de ddarko_1980:
7
6,5
24.989
Comedia
Muriel es una chica con sobrepeso que vive en un mundo de fantasía, canciones de ABBA y catálogos nupciales. Sueña con un príncipe azul que algún día la liberará de su odiosa familia y de sus burlonas amigas. Cansada de esperar su llegada, decide irse a la ciudad y buscarlo. Uno de los mayores éxitos del cine australiano de los noventa. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de triunfar a nivel internacional con La boda de mi mejor amigo (My Best Friend’s Wedding) P.J. Hogan ya había despuntado gracias a otro convite, el de La boda de Muriel. Con dicha película también se dieron a conocer las actrices Toni Collette y Rachel Griffiths (ambas excelentes en sus respectivos personajes). Hogan consigue el perfecto equilibro entre comedia (tirando a negra) y drama al relatarnos las vivencias de Muriel (Toni Collette), una muchacha poco agraciada y sin suerte en el amor, que fantasea con una boda de ensueño como la de Lady Di (sic) mientras escucha una y otra vez los discos de su grupo favorito: ABBA.
La boda de Muriel no es la típica comedia romántica, en parte porque su humor resulta algo más amargo de lo habitual, pero también porque más que de amor la película habla de aceptación, de amistad y de las apariencias. Guardar las apariencias es lo que trata el cabeza de familia y padre de Muriel, Bill (Bill Hunter), aunque no ayude mucho (ni parezca importarle demasiado) su más que evidente infidelidad ni su familia disfuncional. Sin embargo, el eje central de la película, y una de sus grandes bazas, es la relación amistosa que se establece entre los personajes de Collette y Griffiths.
En definitiva, P.J. Hogan realiza una fresca y entrañable película, llena de situaciones delirantes (y otras terriblemente dramáticas) y buenas interpretaciones (memorable Collette). Además, su banda sonora compuesta por canciones de ABBA volvió a poner de moda al grupo sueco, incluso mucho antes de que llegasen los archifamosos musicales y el resto de proyectos basados en sus canciones.
La boda de Muriel no es la típica comedia romántica, en parte porque su humor resulta algo más amargo de lo habitual, pero también porque más que de amor la película habla de aceptación, de amistad y de las apariencias. Guardar las apariencias es lo que trata el cabeza de familia y padre de Muriel, Bill (Bill Hunter), aunque no ayude mucho (ni parezca importarle demasiado) su más que evidente infidelidad ni su familia disfuncional. Sin embargo, el eje central de la película, y una de sus grandes bazas, es la relación amistosa que se establece entre los personajes de Collette y Griffiths.
En definitiva, P.J. Hogan realiza una fresca y entrañable película, llena de situaciones delirantes (y otras terriblemente dramáticas) y buenas interpretaciones (memorable Collette). Además, su banda sonora compuesta por canciones de ABBA volvió a poner de moda al grupo sueco, incluso mucho antes de que llegasen los archifamosos musicales y el resto de proyectos basados en sus canciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La película se caracteriza por su peculiar sentido del humor, pero lo cierto es que dos de los sucesos más importantes son meramente dramáticos, el primero tiene que ver con el personaje de Rachel Griffiths, el cual queda paralítico en una escena que, irónicamente, comienza de manera desternillante, mientras que el segundo corresponde al suicidio de Betty (Jeanie Drynan), la madre de la protagonista.