Resulta harto complicado encontrar una película de ciencia ficción que sea original, más todavía si también hay acción de por medio. No es que Repo Men sea especialmente novedosa, pero su punto de partida es, por lo menos, tan curioso como cínico (¿o acaso no son evidentes las pullas a la sanidad privada?). El protagonista de la historia es Remy (Jude Law), quien trabaja como recuperador, es decir, se encarga de extirpar (de malas maneras y con nefastas consecuencias) los órganos artificiales a aquellos clientes que no han podido pagarlos.

Desafortunadamente, lo que comienza siendo un interesante ejercicio a medio camino entre las películas futuristas y el gore (sí, el largometraje es un derroche de hemoglobina, algo no muy habitual en trabajos que se presuponen más o menos comerciales), pronto se convierte en otra de tantas cintas de acción e intriga. Este cambio tiene lugar durante los dos últimos tercios de metraje, concretamente a partir de que Remy pasa de perseguidor a perseguido. No es que el nuevo rumbo sea desastroso, pero sí que se pierde parte del encanto inicial. Repo Men es una buena muestra de cómo una buena idea no se acaba de desarrollar todo lo bien que debiera, aunque sus aciertos (la idea base, el reparto, el toque sangriento…) se acaban imponiendo con firmeza.