La más atípica, personal y extravagante película del adorable Wilder. Basándose en los personajes de Doyle, Wilder personaliza de forma tan ingeniosa y caústica como desinhibida e independiente a los mismos, hasta lograr una película de complejísimo, sofisticado y enredado argumento, dónde se utiliza como recurso inicial algo similar a lo ya hecho por el propio Wilder, Brackett y D. M. Mars Jr. en "El crepúsculo de los dioses", un enorme flash-back que ocupa toda la película (spoiler).
Indudablemente, hubiera sido muy díficil que Wilder hubiera podido hacer semejante película sino la hubiera producido él mismo. Por ello, y aún sin ser una obra redonda o perfecta del autor de "El apartamento" (quizás la mejor película de la Historia del Cine), reune un cúmulo de importantes virtudes: 1) todo está hecho en entera libertad, pero esa misma libertad se emplea no como libertinaje sino como inteligente fuente de recursos; 2) la desmitificación, cariñosa y sin concesiones, del personaje de Holmes, aquí retratado como un detective aburrido, cocaínomano, y/o impotente y misógino, engañado de forma grave por una mujer de la que posiblemente se había enamorado; 3) la aparición de ciertos personajes secundarios absolutamente delirantes como sobre todo el de la reina Victoria (Mollie Maureen), una reina colérica y comparable en estatura física al enigmático grupo de enanos que intervienen en la película.
Aún incurriendo en ciertas inversomilitudes en el guión, estamos ante una obra singularísima y magnífica, con grandes brochazos de lucidez y madurez, y dónde gracias a que el productor y el director son la misma persona se pudo lograr semejante y tan memorable resultado.