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El proceso

Intriga. Drama Cuando un hombre se despierta por la mañana, se encuentra con que la policía ha entrado en su habitación y lo arresta, tras acusarlo de haber cometido un crimen. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la locura está tan cerca de nosotros, dentro de nuestra realidad, se vuelve pesadilla. Algo difícil de escapar, laberintos sin fin, puertas que se abren a lo que no debería ser y es.

Durísima crítica y detallado espejo de una realidad.

Orson Welles plasma una inmensa obra del gran Kafka de una manera única... yo me pregunto si algún otro director sería capaz de adaptar tan a la perfección una obra de este autor.
Corma
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12 de septiembre de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrante, de escena en escena, ocurren cosas muy improbables. Seducción contínua en minutos con la entrada de Elsa Martinelli y aturdimiento de nuestro protagonista, ante tanta perversión y conspiración en su vida.

De plato principal tenemos a Perkins envolviéndose poco a poco en su locura...cavándose su propia tumba poc á poc. Con planos perfectísimos y bien ensayados, denotando una gran fotografía. Durante toda la película hace alarde de su gran encuadre fotográfico. Cabe destacar la gran profundidad que le da a la trama, dejándote en la propia perplejidad del protagonista.

De segundo plato, servido bien frío, exquisito guión del ``traductor´´ Welles, no queda indiferente ante su simple pero fructífero cameo. Sin dejarnos por detrás el resto del reparto, formado por Perkins, Schneider, Moreau, Martinelli y los tres agentes de policía aparentemente con asuntos turbios sobre sus manos, y los tres compañeros de trabajo, saliendo ocasionalmente en varias escenas, dejando helado 'al personal' por su oscura presencia ayudado de la gran fotografía Edmond Richard.

Y para finalizar, de postre bien frío, tenemos al protagonista metido en su tumba cavado por él mismo durante años...

Ya se desploma creyéndose a salvo,
se dispone para el coma pero se olvida de algo.
No tiene control y un sollozo involuntario,
convierte su cama en un pozo y allí se retuerce.
Éxtasis extraordinario que nadie merece,
entre la angustia y el gozo, el dolor y el placer se mecen.
Joven atormentado su nombre da igual,
es el final de esta pesadilla real porque él ya duerme...
Fred Madison
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27 de noviembre de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo que tienes que saber cuando ves esta película o quieres leer cualquier cosa acerca de Kafka y lo que te advierten en cuanto comienzas a verla.

Aunque le han faltado algunas cosas para ser perfecta creo que es una gran adaptación, una tremenda crítica hacia la burocracia, hacia un sistema que, aunque aquí se presenta de forma exagerada podría llegar a darse en un futuro distante si no nos hacemos valer, a la vez que la película entretiene de lo absurdos y surrealistas que son con el protagonista, la única persona que parece presentar cordura, moral o sentido común en esta película, siendo algo así como el espectador. Cada uno de nosotros es o podría ser el pobre Josef K. , que sin explicación aparente cambia su vida de un día para otro y se pregunta todo el rato por qué o qué debería de hacer hasta que renuncia y asume que quizás él sea el loco, o aunque no lo sea da igual, no hay nada que hacer.

Me recuerda un poco a Alicia en el país de las maravillas, versión para adultos. También está muy, muy cuidada en cuanto a planos, banda sonora, la ambientación... todo constituye un gran conjunto coral.

Si te gusta el cine alternativo la recomiendo, aunque insisto en que tengas en cuenta una vez más la frase del título durante las 2 horas que abarca.
MG1990
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26 de julio de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este film en blanco y negro, Orson Welles nos muestra con detalles una sociedad tan perfecta como corrupta. La ambigüedad bien elaborada de una doble moral en el conjunto de la ley y la sociedad. Recordemos que el mismo Welles en 1946 bajo sospecha de ser comunista vio opacada su prometedora carrera en Hollywood (Ya había visto la luz su película más exitosa Citizen Kane, 1941) hasta el punto de verse obligado a trasladarse a Europa, trabajar como actor y poder así financiar sus producciones. Este periodo conocido como el Macarthismo y que el mismo Welles describió así: «Lo malo de la izquierda estadounidense es que traicionó para salvar sus piscinas. Y no hubo unas derechas estadounidenses en mi generación. No existían intelectualmente. Solo había izquierdas y estas se traicionaron. Porque las izquierdas no fueron destruidas por McCarthy; fueron ellas mismas las que se demolieron dando paso a una nueva generación de nihilistas».

Pese a su persecución y debido a su triunfo en Europa, en 1958 Welles pudo volver a Hollywood para el rodaje de su película Touch of Evil. Títulos de capital relevancia en su carrera como Macbeth (1948), Otelo (1952), El proceso (1962) y F for Fake (1975), entre otros, que le llevaron a ser considerado uno de los más grandes directores de cine y teatro del siglo xx. En 2002 fue elegido por el British Film Institute como el mejor director de la historia del cine.

En esencia la película conserva las características del universo kafkiano donde se enmarca la lucha infructuosa entre un protagonista inocente y un ser superior que domina su destino, y que Welles enriquece con su habitual crítica al poder y las instituciones que lo representan. El estilo narrativo es barroco, exuberante, ampuloso si se quiere, pero pleno en su expresionismo que el autor hábilmente matiza con unos bien concebidos espacios claustrofóbicos y surrealistas (laberínticos al mejor estilo kafkiano).

Se nos muestra con gran fuerza narrativa y visualmente impecable, la insignificancia de Josef K. ante un poder caprichoso, caótico e impune: ambientado en enormes espacios y decorados enormes que ayudan a crear esa agobiante atmósfera de pesadilla, misterio, inseguridad y desesperanza.

La fotografía hace uso de múltiples recursos: primeros planos (el ojo que mira por una rendija), picados y contrapicados, planos-secuencia (la visita de la policía a Josef K.), imágenes de gran angular y la sucesión frenética de las escenas finales. Todo un clima de pesadilla, incertidumbre, desconcierto y tragedia. Es notable en la adaptación la intención expresa de guardar la mayor fidelidad posible a la obra literaria, convirtiéndose en un dibujo con trazos geniales de la angustia existencial del escritor checo.

Capítulo aparte merece el trabajo actoral de Anthony Perkins (1932-1992) dando vida a Josef K. Mundialmente conocido y aplaudido por su papel como el asesino en serie Norman Bates en la ya legendaria película Psicosis (Psycho) de Alfred Hitchcock (1960) que a juicio de muchos le merecía el premio Óscar. El magnetismo de Perkins, con su lógica y pausada actuación se convierte en uno de los pilares del producto final. A juicio del mismo Orson Welles, su mejor película: “El proceso es la mejor película que jamás hice... nunca he estado tan feliz en mi vida como cuando la filmé".

De la novela procede y es usado en el inicio de la película el famoso relato kafkiano, Ante la ley, devenido en la esencia de la “pesadilla kafkiana”. En él un hombre llegado de lejos pretende cruzar la puerta de la Ley, pero un guardián se lo impide durante años. En el final, cuando el hombre agoniza, el guardián le grita: "Ninguna otra persona podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Ahora me voy y cierro la puerta".
La Naranja Mecánica
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21 de octubre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevar un hecho simple a lo absurdo e incoherente para analizar el sistema desde el enfoque del surrealismo, un sueño, más bien una pesadilla que atrapa desde la negación hacia la lucha, el sometimiento de la ley desde lo abstracto, una acusación que desencadena actitudes e impresiones sobre el desprecio y el abandono, una maníaca historia salpicada de erotismo y culpabilidad, una moral impura sobre un círculo vicioso que sorprende como los calambres sobre los miembros cansados, una conciencia madura sobre la insinuación en una trayectoria anormal con muchos interrogantes para causar la clásica desorientación, un recorrido de escenarios irreales que olfatean la calumnia de los principios de la justicia.

La ansiosa búsqueda de la reputación entre elementos y personajes extraños es el centro de este difícil e interesante caso, dotado de imprevistas intrusiones y falto de una comprensión que queda pendiente para cada espectador, una auténtica lección por parte del maestro Welles sobre planos y técnicas del género para provocar el delirio y hacerse insoportable, y es que al final la búsqueda de la verdad provoca este desprecio y agobio, se trata de una representación de la civilización y sus leyes de una manera indefinida, incapaz de echar raíces en ninguna secuencia.

Todo los asuntos tienen intereses ocultos, el abogado y la familia, cada secuencia resume el proceso, un proceso excesivo pero sin necesidad de recurrir a giros, con la capacidad de poner al protagonista a merced de una transformación que llega a la rebelión, un atraco de cine psicológico y enérgico, basado en la controversia y la repulsión hasta hacer sentir el peso de las cadenas de forma irreprochable y desbordarse en una persecución que no tiene una sola víctima, y es que todos quedamos sometidos a la demencia y el caos, todos quedamos sometidos a una sentencia, a una condena universal.
stikma
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