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Girasoles silvestres

Drama Julia, una joven de 22 años y madre de dos niños, se enamora de Óscar, un chico conflictivo con el que comienza una relación. A medida que pasan tiempo juntos, Julia empezará a plantearse si Óscar es la persona que realmente necesita a su lado, lo que la llevará a iniciar un viaje personal en busca de su felicidad y la de su familia.
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jaime Rosales nunca defrauda. Su apuesta cinematográfica es un valor seguro sin excepción. Incluso cuando remansa sus ansias innovadoras de cambiar las reglas del cine para centrarse en una historia con fuerte contenido social, como es el gozoso caso tanto de “Hermosa juventud” como de “Girasoles silvestres”, ambas excelsas reflejando la realidad desesperanzada que nos rodea, ambas historias de perdedores, ambas reales y crudas como lo es la vida.

Jaime Rosales renuncia a su capacidad innata para retorcer los artificios narrativos hasta descolocar por fascinación al espectador (“La soledad”, “Petra”, “Tiro en la cabeza”) y acoge con gran fortuna las convenciones del clásico cine social europeo, como si de otro Ken Loach o los hermanos Dardenne se tratase. Ya lo hizo con “Hermosa juventud” de forma excelsa y vuelve a lograrlo en “Girasoles silvestres” a idéntico nivel.

“Girasoles silvestres” es una paradigmática muestra del cine social del siglo XXI, donde absolutamente todo funciona: una dirección paradójicamente sobria de Jaime Rosales, un guión certero y descarnado del propio cineasta y una interpretación épica, otra más, de una diosa de la interpretación llamada Anna Castillo, la actriz con mejor evolución que haya visto en pantalla. Jaime Rosales sabe que encomendando la cinta en exclusiva a Anna Castillo el triunfo está asegurado y así ocurre finalmente.

Lo que más me atrapa de la forma de narrar de Jaime Rosales en este film es su sentido de la elipsis. Alrededor de la misma juega con el espectador constantemente y lo hace con un alarde autoral sencillamente sublime (pena de su “happy end” forzado).

Para mostrarnos una descarnada historia de perdedores, como debe ser (los ganadores no tienen sustancia dramática y además acaban resultando despreciables), de una chica llamada Julia que sólo ha tomado malas decisiones en su vida. Pero cuando eres una veinteañera con dos hijos, sin pareja, sin estudios ni formación y con trabajos esclavos y precarios, quizás resulte imposible acertar con las opciones vitales.

Es cierto que todo el elenco actoral está espléndido (la minúscula aparición de una debilidad mía como Manolo Solo aporta muchísimo con casi nada), pero me resulta imposible recordar nada de todos ellos porque mi mente se colapsa completamente con la antológica encarnación de Julia que hace Anna Castillo. Sencillamente “cum laude”.

De Óscar a Marcos, de Marcos a Álex, de Barcelona a Melilla, Julia no encuentra su lugar en el mundo, en un avispero capitalista que no respeta a la gente como ella, al proletariado sin formación que sólo se tiene en cuenta como mano de obra esclava. No encuentra salida porque para los pobres no la hay, está vetada “ab initio” por el capital.

Me ha enganchado mucho la dirección de fotografía hiper realista de Hélène Louvart, pareciere sacada del mejor Ken Loach o de las grandes películas de los Dardenne, moderando las ansias innovadoras de Jaime Rosales.
Sergio Berbel
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13 de octubre de 2022
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Girasoles silvestres, el manierismo de Rosales encuentra una fluida conciliación entre lo imperceptible y lo llamativo. Es, en mi opinión, la película más transparente de su director. De hecho, este trabajo me parece una pequeña progresión de su título anterior, Petra, cuyo estilo, aunque vistoso, ya gozaba de una uniformidad mucho más compacta que los anteriores. Recuperamos aquellos planos generales en constante (pero sutil) movimiento, solo que ahora reforzados por muchos más: desde los primeros planos frontales hasta algunas secuencias prácticamente estáticas. Es una planificación al servicio de la historia, dispuesta a intervenir en los momentos de exceso pero también a hacerse a un lado en las escenas más tranquilas. Afortunadamente, este refinamiento no es exclusivo del apartado formal.

El director valenciano ha mostrado interés por las conductas sociales desde sus primeros títulos. Sin embargo, no ha sido hasta los tres últimos que se ha centrado en el devenir (y el futuro) de la juventud española. El caso es que, incluso en este nuevo período, Rosales no ha podido evitar cierta atracción hacia temas, por así decirlo, algo morbosos (la pornografía juvenil en Hermosa juventud, el incesto y el suicidio en Petra). También en este aspecto, Girasoles silvestres destila cierta madurez: la película no necesita ningún tipo de reclamo narrativo (llamativo) para sorprender y conmover. Es, sencillamente, una historia creíble y sorprendente, modesta y compleja. Y lo mejor es que transmite la deliciosa sensación de estar viendo solo un poquito de lo que pasa, la parte de un todo cuya vida va más allá de lo atestiguado.

Esta sensación facilita que ciertos cambios significativos puedan darse, de forma natural, por medio del simple corte. En otras palabras, el hecho de intuir acontecimientos que no presenciamos allana el camino para el uso de las elipsis. Sin embargo, existe otro elemento que ayuda a ello: la acertada elección de lo que se muestra. Todo cuanto vemos contiene alguna información valiosa, detalles que contribuyen a trazar el camino de la historia. Rosales consigue mostrar lo esencial de cada novedad, situación y confrontación, de modo que el espectador llegue a dar por normales rápidas evoluciones que fácilmente podrían catalogarse de drásticas. Lejos de ello, las elipsis dotan a la película de una agradecida seriedad, y aún tratándose de pinceladas, casi todas las secuencias dejan su propia huella.

Algo a lo que también contribuye la acertada combinación entre sutileza y obviedad que busca el guión. Por ejemplo, basta una simple conversación entre Oscar y su compañero de piso para explicar que el primero es tan orgulloso como irresponsable y el segundo tan inconsciente como falto de tacto. Al mismo tiempo, a Rosales no le tiembla el pulso a la hora de llevar hasta las últimas consecuencia (y de forma muy explícita) la conducta misógina que Óscar tiene con su pareja, esta que el mismo trata de disfrazar de pasión, amor y compromiso desde el primer encuentro. Otro ejemplo lo encontramos en el propio comportamiento de los personajes: la actitud serena y contenida de Júlia (y la de casi todos los personajes) contrasta fuertemente con el carácter histriónico de Óscar.

Una apuesta arriesgada si tenemos en cuenta que la película pretende, entre otras cosas, evocar transparencia y realismo. En este sentido, la dirección de actores de Rosales guarda cierto parentesco con determinado sector de la joven y celebrada hornada de directoras españolas que hoy recorre nuestras salas: las (casi) debutantes Pilar Palomero y Alauda Ruiz de Azúa, las catalanas Elena Trapé, Neus Ballús, Belén Funés, Clara Roquet y, por supuesto, Carla Simón. Directoras que (en compañía de algún director, como Oliver Laxe, el trio Arregi-Raraño-Goenaga o Carlos Marqués-Marcet) han bañado el terreno alternativo de un carácter que roza el hiper-realismo, sobre todo a través de diálogos que buscan rabiosamente irradiar credibilidad.

Esto se ha traducido, por una parte, en una purga de las reconocibles declamaciones, dejes y sobre-actuaciones que tanto tiempo han caracterizado buena parte de nuestro cine. Por otra, las directoras han imprimido, en las expresiones de sus diálogos, puntuales tonillos y sonsonetes abiertamente prestados de la vida real. Tan intenso ha sido este proceso que en algunos casos incluso ha llegado a rozar lo exagerado: si despojamos el cine de cualquier rastro de testigos, corremos el riesgo de eliminar la sinergia y, con ella, el referente de lo que funciona (recordemos, al mismo tiempo, que existen ciertas actitudes que, aunque reales, no transmiten realismo cuando pasan por el filtro de la cámara). De ahí el gran logro que representa el mentado equilibrio de caracteres que contiene Girasoles Silvestres.

Y es que, sin duda alguna, la actitud de Óscar podría resultar exagerada, especialmente cuando forma parte de un trabajo, como dijimos, realista. Sin embargo, el equilibrio que destilan todos los apartados y departamentos de la película nos ayuda a recordar que este tipo de personas también forman parte de la vida rea. Por otra parte, el contraste que se da entre la extravagancia de Óscar y la actitud liviana de los otros protagonistas masculinos sirve para plasmar los distintos tipos de masculinidad a las que se Júlia se enfrenta; como también lo hacen los distintos ejemplos de serenidad que nos dan Marcos y Àlex (los tres, eso sí, hermanados por una premisa compartida: un egocentrismo cuya corrección pasa por una obligada reeducación —como nos demostrará el tercero de los casos—).

Gracias a todo ello, la presencia de Rosales es perceptible pero nunca invasiva; en todo caso, reforzada por un acertado formato panorámico y una modesta (pero nunca descuidada) dirección de fotografía que, como una pequeña guinda del pastel, saca un hermoso jugo el igualmente acertado formato de 35 mm.
Martí
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17 de octubre de 2022
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cada vez más común, especialmente dentro del cine indie, tratar temáticas como las distintas parejas que se tienen en una vida, la maternidad o la masculinidad tóxica. Temas que, hasta hace no mucho, se trataban muy poco y de forma claramente superficial y que es ahora, gracias al evidente cambio social que se está produciendo, que comienzan a tocarse con muchísima más profundidad, delicadeza y sensibilidad. Este mismo año hemos tenido en cartelera películas como la fantástica “Cinco lobitos” -una de las grandes candidatas a los Goya del año que viene- para hablarlos de la maternidad y sus distintas formas. O la irregular pero muy interesante “Men” de Alex Garland, donde se trataba el tema de las múltiples masculinidades y sus diferentes representaciones.

Este 14 de octubre llega a nuestras pantallas la nueva película de Jaime Rosales (Petra, Hermosa juventud) llamada “Girasoles silvestres” que nos cuenta la historia de Julia, una joven de veintidós años, con dos críos pequeños, y que intenta conjugar su vida como mujer soltera que quiere tener una relación estable con la importancia de elegir bien a quién introduce en su entorno familiar donde sus hijos son el centro de todo su mundo y cualquier “extraño” que ella elija va a tener que convivir con ellos.

La película es bastante detallista en lo que quiere narrar y dedica una buena cantidad de tiempo de la cinta en presentarnos a los personajes y sus distintas capas. No solo el de Julia, al que da vida una espectacular Anna Castillo que está absolutamente maravillosa y que es claramente el que más desarrollo con diferencia tiene, sino que también dedica bastante metraje a presentarnos a sus distintos intereses amorosos/parejas estables que pasan por su vida. Desde el típico chaval de barrio que se pasa con alcohol y drogas hasta a otros perfiles mucho más comunes y menos llamativos. Esto lo hace, más que probablemente, porque también quiere hablarnos de los distintos tipos de masculinidad y de cómo muchos hombres afrontan una relación con alguien que ya tiene hijos (o afrontan su propia paternidad).
Además, toda esta presentación y desarrollo de personajes siempre va de la mano del personaje de Julia que es el que, obviamente, vehicula todo el largometraje.

Huelga decir que “Girasoles silvestres” no deja de ser una película sobre la vida de su personaje central, en este caso Julia. Y, por lo tanto, es a ella a la que vamos a ver “crecer” y desarrollarse durante toda la película. La cinta, para llevar a cabo su construcción de personaje, va usando elipsis en puntos concretos de la película. Y, quizá, ese es su gran talón de Aquiles. Las elipsis, al menos a mí, me han parecido excesivamente abruptas. Entiendo que el director pretende abarcar un gran periodo de tiempo en la vida del personaje y que, por lo tanto, está obligado a utilizar este recurso para que el metraje no se le vaya de las manos. Pero es cierto que algunas de las transiciones entre un momento temporal y el siguiente, a mí se me han hecho excesivamente chocantes. Corriendo el riesgo de casi sacarte como espectador de la historia que te está contando.
Si no me he salido de la cinta es porque tiene un guion tan potente y una interpretación femenina tan buena que he estado completamente atrapado y a merced de lo que me querían contar. Cosa que no deja de ser muy meritoria.
Además, sin entrar en spoilers, tiene un plano final tan bonito y bien pensado que es fácil caer rendido ante él y olvidarse de cualquier posible defectillo que pueda arrastrar la película en los minutos previos.

En definitiva, estamos ante una propuesta que no tiene pelos en la lengua y que no duda en poner sobre la mesa y explicarnos, a través de sus personajes, temáticas sociales que están más que presentes en nuestro día a día queramos o no verlas. Y que tiene su principal baza ganadora en una actuación protagónica estelar que demuestra que Anna Castillo sigue en absoluta plena forma para levantar cualquier papel que le den. Si os gustan este tipo de películas tan centradas en “la vida” y en cómo somos las personas, es más que recomendable su visionado.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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17 de octubre de 2022
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la maravillosa "Petra" en 2018, Jaime Rosales volvió a San Sebastián para presentar su última película, una historia que explora la vida sentimental de una chica con tres parejas diferentes. 

Julia es una madre soltera de dos niños que vive con su padre, termina liándose con Óscar una persona narcisista y sociopata que emplea sus encantos para conquistarla. La cosa sale mal, ya que es una persona violenta y celosa. Rompe la relación y acude a Melilla para ver a su ex Marcos, que es el padre de los pequeños. Militar de profesión, no consigue verse en una relación familiar y solo quiere pasarle una pensión sin ataduras. Es cuando conocerá a Alex que parece una buena persona...

Ana Castillo convence como siempre con su interpretación, pero más destacable es Oriol Pla como Óscar, que lamentablemente después de desaparecer de la película la historia pierde ritmo e interés. Sin embargo, Rosales dirige con mucha naturalidad este drama, saliendo airoso en su resultado final. Ya que este viaje de Julia consigue conmovernos sorteando las dificultades que se le presentan y ese claro afán de formar una familia estable,   
Destino Arrakis.com
videorecord
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14 de octubre de 2022
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Girasoles silvestres se divide en tres actos, correspondientes a tres hombres diferentes en la vida de Julia, una madre soltera. Cada uno de ellos representa un tipo de “masculinidad tóxica” (como se llama ahora) diferente: un nini agresivo, el padre de los hijos que solo se ocupa de ellos económicamente y un chico de mejor clase social pero inmaduro.

Sin embargo, no se muestra nada claro el objetivo de este recurso. El espectador se queda con la sensación de haber echado un vistazo –sin ningún propósito– a un catálogo de hombres machistas. En esa línea, la representación de los personajes es un tanto exagerada, hasta el punto de provocar risa. Y la idea que parece querer transmitir es la de que no hay nada que hacer con los hombres.

A pesar de la simpleza de su argumento, Anna Castillo hace un gran trabajo como protagonista, elevando el nivel de la película. Asimismo, la trama no es particularmente dura, sino que aporta una mirada luminosa. Más que una historia dramática, la cinta aborda un relato convencional de una joven del siglo XXI y sus relaciones amorosas.

www.contraste.info
Revista Contraste
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