Priscilla

La primera sensación que tuve fue que la película no era nada buena. La historia falla porque las cosas suceden sin motivo alguno; no hay razón aparente (en la película, en la realidad fue otra historia) para que Priscilla acabe en esa fiesta. Tampoco hay una razón específica para que ocurra lo que ocurre después; no hay progresión, es un viaje a ninguna parte.

Esto está relacionado con otro problema: los personajes son de cartón piedra, bidimensionales a más no poder. Las motivaciones detrás de Priscilla son anémicas (por qué ir con ese hombre, por mucho que sea Elvis, por qué quedarse, por qué casarse, por qué seguir, por qué dejarlo ahí en el hotel y no antes); no es capaz de mostrar qué tiene ella de especial, qué la hace ser diferente de ti o de mí. Cuando uno se enfrenta a hacer un biopic, en mi opinión siempre, lo primero que tiene que hacer es diferenciar a la persona del resto. Qué le hace ser quien es, qué le motiva, qué le impulsa. Hacerla de carne y hueso, en suma, porque todos, en realidad, somos distintos.

Eso sin entrar en Elvis, por supuesto. Algo que hace bien es enseñar esa faceta de Elvis. De hecho, en los primeros compases, simplemente con la escena de la fiesta, ya se sabe perfectamente cómo es. El problema es que esa escena dura diez minutos, y la película dos eternas horas. Puedo en parte entender la decisión de no enseñar nada más de él (porque la película es de la relación tóxica de Priscilla con él, al fin y al cabo), pero eso está relacionado con otro problema (y esto me parecía imperdonable): para ser una película que pretende retratar y dar visibilidad a Priscilla, nunca la muestra a ella sola, como persona; siempre está acompañada por él, rodeada por él. Esto en parte también lo entiendo, porque quiere mostrar a Priscilla comida por Elvis, absorbida por él y su vida, hasta que le dejó. El problema con esto es que todas esas escenas son repetitivas y reiterativas: si has visto las dos primeras, ya has visto las demás. Y la película avanza y no hay nada más, haciéndose eterna.

La segunda sensación vino después. Mi novia se había estado informando de las intenciones de Sofia antes de verla y me comentó que la idea era, precisamente, hacer una crítica de la imagen que se tiene de Priscilla simplemente como mujer de Elvis, mostrándola de esa forma tan reduccionista y deshumanizadora. Priscilla entonces no tiene motivación (el gran público se lo ha negado por desinterés por ella) nunca se muestran sus anhelos, sus deseos personales, y, por supuesto, nunca aparece sola, porque ella sin Elvis no existe. Se comprende entonces lo unidimensional de la propuesta.

Esta interpretación me encaja más, porque siempre he pensado en Sofia como en alguien competente. Pero esto tiene un problema serio: que la idea ha fagocitado la película. Si alguien piensa en una ficción, piensa en una historia y, si se para a analizarla, en las ideas que maneja. En plural. Las buenas historias están a rebosar de ideas: en cada esquina argumental, en cada frase y en cada personaje. No es casual que se utilice ‘explosión artística’ cuando se habla de una obra mayor o un período artísticamente fructífero. Esto es un simple disparo, porque no hay nada más que una idea, y no una historia, ni unos personajes, ni nada. Y a eso se le llama, y esto no me gusta decirlo, panfleto.