¿Quién puede matar a un niño?

En un país con un cine tan desfasado y de nula calidad como el que se fabricaba por aquellos años en territorio nacional, sorprende encontrarse con una película tan atípica para la época como hoy en día.

No obstante, y como todo no pueden ser mieles '¿Quién puede matar a un niño?' también goza de un fallo importante como es la lentitud de su narración, claramente mejorable y que puede aburrir o impacientar un poco al espectador que tan solo busque un simple entretenimiento con sangre y sobresaltos, de los que aquí temo que encontrarán bien poco, pues aquí se trata de dar miedo a través de la cruda fantasía en la que se ven envueltos los protagonistas y no a base de sustos. También puede resentirse en algún momento el ajustadísimo presupuesto del film, con una imagen hoy en día degradada y a la espera de una restauración necesaria.

Pero a pesar de todo son muchos más los logros objetivos que Ibáñez Serrador consigue con su film. Y es que convertir a '¿Quién puede matar a un niño?' en la mejor película de terror psicológico de la historia del cine patrio se debe únicamente a la presencia tras las cámaras del gran Narciso Ibáñez Serrador, nuestro ''Chicho'' que nos aterrorizaba por las noches con sus macabras historias de antaño. La diferencia entre el ''Chicho'' que intentaba que el espectador no pudiera pasar una noche tranquila con la mejor serie de TV en España y el que aquí encontramos son claramente distintas. Si en su serie la intención era asustar al espectador, aquí es todo lo contrario a pesar de que ambas compartan el terror como género en el que se enmarcan. Con el planteo de este argumento, Serrador nos quiere advertir de lo que la crueldad del ser humano es capaz de ejecutar, de cambiar por una vez los roles entre adultos asesinos y niños maltratados cruelmente, y sobre todo, de finalmente impactar con un mensaje tan conciso como desgarrador y brutal, aderezado con unas cuantas escenas capaces de perturbar a cualquier espectador. También es correcta la labor de Lewis Flander y Prunella Ransome son los dos únicos actores con personajes que mantienen protagonismo e importancia en la cinta. Ambos ejecutan sus interpretaciones de buena manera aunque estén doblados.
Y todo eso ya son méritos más que suficientes como para desemvolparla del cajón de los recuerdos, al que irremediablemente parece condenada a ser enterrada.

·LO MEJOR: el desgarrador e impactante desenlace. Algunas escenas brutales capaces de hacer palidecer e impactar al espectador como pocas en el cine.

·LO PEOR: la lenta narración, muy mejorable.

No me ha gustado el film, caray. Sí, la idea de partida tiene cierta gracia. Pero el tiempo la ha tratado mal: estética desfasada, ritmo renqueante (la película es básicamnte dos personajes dando vueltas por un desierto y luminoso pueblo malagueño). las intenciones matafóricas se ven a la legua y el toque "The birds" a los euroxplotation de horror no termina de funcionarme.

Buena premisa, ejecución fallida.

Al menos, para mi menda.

Chicho realmente entiende y disfruta con el cine de terror, porque con muy pocos medios y actores desconocidos construyó una película tan curiosa como terrorífica... Nadie siente la muerte de un ser monstruoso, un horrible alienígena o un desagradable zombie, pero ¿Qué ocurriría si esos horripilantes monstruos son aparentemente un grupo de inocentes niños que solo quieren jugar?
Es una película atípica y sorprendente de principio a fin, que se ha convertido con el paso del tiempo en una peli de culto para los amantes del género. Muy muy buena.

Lo mejor : El final.
Lo peor : El tiempo le ha pasado factura.

7 años después del éxito de La residencia, Chicho Ibáñez Serrador regresó a la gran pantalla con esta película, una nueva cinta de terror basada en una novela de Juan José Plans y que volvió a reventar las taquillas tanto aquí como en el extranjero.
¿Quién puede matar a un niño? se abre con 5 minutos de imágenes de archivo en las que se muestran a niños padeciendo los rigores de la guerra y el hambre (Vietnam, Biafra...), lo que explicita el carácter vengativo de la horrorosa fábula que nos será narrada a renglón seguido. Muy influida por clásicos como El pueblo de los malditos y, en menor medida, por Los pájaros y La noche de los muertos vivientes, se convirtió en una obra de culto, gracias en parte a su impactante desenlace y a un novedoso planteamiento que opta por el terror diurno y elude la oscuridad como manido elemento de tensión. Virtudes aparte, la película no ha soportado del todo bien el paso de los años, y es que algunos de sus pasajes resultan algo inverosímiles, y otros del todo reiterativos e inecesarios. Con todo, es seguramente la mejor película de terror que ha dado la cinematografía española.

¿Que si mataríamos a un niño? Sentada en mi sillón y viendo esas sonrisas estúpidas de los renacuajos, esa mala uva que se gastan con las miradas secas y cortantes, esa chulería ingenua con la que van por ahí, mi respuesta es un sí rotundo. ¡Cómo que no lo haríamos! ¡Y con alevosía, no te digo!

Esto suena muy cruel, lo admito, pero la duda de asesinar a un niño, como sinónimo además de inocencia y oportunidades futuras, queda descartada en esta película por el simple hecho de plantear una infancia convertida en villana. Es decir: que cuesta considerarles como niños humanos afines a ti, sino que han pasado a ser monstruos, criaturas del mal con cuerpos imberbes, de otra naturaleza que no comprendemos pero que desde luego no parece la nuestra. Así pues, «¿Quién puede matar a un niño?» es posible que no despierte mucho miedo, pero lo que está claro es que hace que te entren unas ganas inmorales de coger a estos chiquillos y darles, cuanto menos, una buena tunda.

Queremos que el coche les atropelle, que la metralleta les dispare, que el agua les ahogue y que esta pareja que, sin lugar a dudas es estúpida perdida, salga de Almanzora. Yo llego a un pueblo donde no hay persona viviente por las calles ni en las casa, donde a todas luces la vida ha quedado interrumpida por algún hecho maligno, y donde encima recibo llamaditas extrañas, y no sé vosotros, pero yo me iba sin que me diese tiempo ni a enterarme de lo que pasaba allí. Este matrimonio no. Se queda dando vueltas, pensando que la cosa es muy normal.

El mayor mérito de la película es la propia idea del niño asesino, inquietante de por sí, y que se potencia al presentar un lugar aislado y sin posibilidad de comunicarte con el exterior. La simpleza de medios no estropea el resultado, lo reduce a lo elemental para que nos sintamos más cerca de lo extraordinario. Introducción histórica en clave de noticiero que, eso sí, pone los pelos de punta.

Pobres niños.