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Conciencias muertas

Western. Drama Nevada, 1885. Gil Carter (Henry Fonda) llega a una pequeña población del oeste en busca de su antigua novia, una mujer de dudosa reputación. Le acompaña su amigo Art (Harry Morgan). La inesperada noticia del asesinato de un conocido ranchero provoca que, ante la ausencia del sheriff, se forme un grupo de linchamiento del que tanto Gil como Art formarán parte. (FILMAFFINITY)
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2005
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Turbio y crepuscular western, con el añadido de ser una historia real, la cual lo hace aún más interesante. Envuelto en una atmosfera angustiosa, a veces irritante. El mismísimo Henry Fonda, aunque en un gran papel, cede todo protagonismo a la crueldad de este injusto documento. William Wellman nos muestra brillantemente el linchamiento y el sufrimiento de trés personas envueltas en una terrible e indeseada situación. Muy a tener en cuenta.
Ray
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1 de marzo de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha sorprendido y muy gratamente este magnífico western de Wellman, yo que soy un amante incondicional de este género y hasta hoy se me había escapado, lamento que así haya sido ya que de haberlo descubierto antes, antes también lo hubiera disfrutado. Me parece una película descomunal, impresionante, en la que no hay un hueco donde el nivel baje, que mantiene la atención de forma constante, y que además es poseedora de unos cuantos momentos de un dramatismo y una profundidad muy potentes. Y algunos de esos momentos se consiguen con la fuerza de las imágenes, que dicen más cosas que las palabras, con esos planos y contra planos, y eso que las palabras están muy bien medidas.
Sabía que Fonda era uno de los grandes, pero últimamente que he revisado bastante su filmografía, me doy cuenta de que a pesar de unas cuantas películas irregulares (y que actor no las tiene), era de los grandes, grandes, y hay un buen puñado de títulos que así lo corroboran. Con diferentes registros, esplendido en el western, drama o comedia, su cara expresaba a la perfección lo que le pedían, y aquí demuestra una vez más su categoría. Además está muy bien acompañado por un puñado de grandes actores, y por un director en estado de gracia, que saca a esos setenta y dos minutos de película todo un cumulo de sentimientos y emociones nada fáciles de conseguir.
He leído por ahí que esta historia está basada en un hecho real, esto debiera hacernos reflexionar acerca de lo que las personas podemos llegar a hacer, escondidos en el grupo, o liderando el grupo, sintiéndonos importantes, podemos cometer verdaderas atrocidades, no sé si intentando expulsar nuestras frustraciones y nuestros complejos hacía los demás, porque me gustaría pensar que nadie es así por naturaleza. Y el hecho de que estamos ante una película prácticamente redonda, es su buen comienzo, su estupendo desarrollo y su colosal final. Dice mucho más en esos setenta y dos minutos que la mayoría en dos horas. En una palabra, extraordinaria.
picais
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29 de marzo de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una mañana tranquila del año 1985, un pueblo de Nevada despierta con la noticia de que tres forasteros han matado a un ganadero. El Sheriff no se encontraba en el pueblo en esos momentos y los habitantes deciden buscar a los asesinos e imponer su ley. Por la noche encuentran a tres hombres que están durmiendo placenteramente al aire libre alrededor de un fuego. No existe el menor indicio de que ellos sean los asesinos, sin embargo, los habitantes del pueblo están convencidos de ello y preparan el linchamiento.

Sobrecogedora película del oeste en la que Wellman, con su cámara casi invisible, pero sutilmente utilizada, nos acerca a una galería de personajes de la más diversa índole, realizando un excelente estudio del ser humano en prácticamente todas sus facetas, y como éste responde a situaciones límite. Un buen ejemplo de cómo contar una historia llena de matices en tan sólo una hora y cuarto, sin dejarse nada en el tintero.

El guión tan bien conseguido es de Lamar Trotti y está basado en la novela de Walter Van Tilburg Clark. Wellman había soñado durante mucho tiempo con rodar esta novela y al final obtuvo carta blanca del productor (Darryl F. Zanuck), para rodar la película, a condición de que filmase una serie de películas ya olvidadas. Una pequeña obra de arte que sin lugar a dudas merece un lugar entre los clásicos del western.
Juan Marey
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17 de diciembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los westerns de Wellman suelen tener audacia y talento, pues mezclan íntimamente las reglas inherentes al género con unos estudios psicológicos particularmente sutiles, que son efectivamente el motor de la historia. Es decir, Wellman es un clásico, en el que la aparente sencillez de la forma sirve sólo para preparar una estrategia dramática muy elaborada en la que el factor humano juega un papel esencial. El héroe de Wellman se encuentra siempre confrontado a unas situaciones perturbadoras, nada tranquilizantes para el espectador. Frente a un mundo incierto, tanto bajo el punto de vista moral como de la aventura, privado de la seguridad física y de la buena conciencia inherente al héroe tradicional. Sólo puede encontrar su camino y actuar a través de una serie de dudas y de renuncias.

Esta película ayudó a ensanchar los horizontes del western y revitalizó los esquemas del género por su importancia. Con “The Ox-Bow Incident”, Wellman trató un problema hasta entonces completamente ajeno al western, el de la relatividad de la justicia humana, y como manifestación de esta justicia escogió una de las más execrables: el linchamiento. Además, su intelectualización de la mirada y su enfoque progresista ayudan lo suyo, su límpida ética, su alegato antifascista, su dimensión antirracista, su mostración y tratamiento del linchamiento, su sumarial reflexión sobre la ilegalidad y la inmoralidad de que los hombres sustrajeran la administración de la justicia a los tribunales, así lo ratifican.

La historia que recubre este discurso, que no sermón, expone la captura de tres supuestos ladrones de ganado y asesinos, Donald Martin (Dana Andrews), un mexicano (Anthony Quinn) y un viejo algo enajenado (Francis Ford) por una patrulla de civiles al mando de un antiguo oficial confederado, el Mayor Tetley (Frank Conroy) un tipo carcomido por el odio y el resentimiento, e instigada por Ma Grier (Jane Darwell) una abyecta y despiadada mujer. El momento más emotivo es cuando Henry Fonda, uno de los siete que se oponen a la ignominia, lee a los linchadores la carta que Donald Martin escribe a su esposa como despedida, un lúcido y apasionado mensaje, obra del guionista Lamar Troti.

La crudeza de la historia, lo inhóspito del relato, la acritud de una naturaleza hostil, un espacio sin ley ni orden, el acto del linchamiento en la inmensidad del paisaje, la no concesión de una historia de amor, el tono oscuro, depresivo y claustrofóbico de su fotografía, la desconfianza en el ser humano, la perfecta definición de los diversos componentes del grupo de linchadores (espléndidamente perfilada la variedad de motivos: del racismo al sadismo, pasando por la intransigencia moral), la evidencia de que los justicieros son los auténticos asesinos acentúan, afirman la indudable condición del film.
Antonio Morales
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19 de agosto de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vigoroso drama, fuerte alegato contra la pena de muerte, precisos e incisivos diálogos...
Esta película enlaza con gran maestría una bella fotografía, con un blanco y negro impoluto, añadiéndole unas ajustadas interpretaciones de Fonda, Andrews y compañía. Esta coctelera da lugar a uno de los mejores westerns de la historia.
Dicho film es atemporal, su trama se adecua a cualquier momento de la historia. El guión es simplemente magnífico.
Sin necesidad de ningun tipo de panfleto, William A. Wellman se marca aquí una de las mejores denuncias de la historia del cine contra la pena de muerte.
Un saludo, Efelson.
efelson
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