Pixeles

Después de ver hace unos años el corto de donde nace la idea principal de la película, ¿por qué no hacer algo así a lo grande? Pensaría el reconocido director de la saga Harry Potter. Se parte de una buena baza, a la vez que es algo original y un reto visual importante, pero como suele pasar, hay que meter diálogos totalmente absurdos, historias de amor trilladas, imposibles e igualmente absurdas, y para rematar la faena aparece Adam Sandler como protagonista, por si no teníais bastante. Técnicamente muy vistosa, pero el resto del conjunto es tan deficiente que no compensa el buen hacer en efectos especiales. Una lástima.

- Empleado de la productora: Señor Productor, pero necesitamos un guión y un hilo argumental para la película...
- Productor: ¡Maldita sea! ¿No basta con el sugerente título para que la gente acuda a los cines en masa?
- EP: me temo que no, Señor. El público de fuera de EEUU no entenderá porqué los acontecimientos se desarrollan sin ton ni son y nosotros, los estadounidenses, salvamos a la humanidad.
- P: Mmmmmm... Había olvidado a esas personas que viven en el tercer mundo y que pueden darnos algo más de dinero en taquilla. ¡Pero no disponemos de ganas para acometer cambios! Lo dejamos tal y como está, haciendo especial hincapié *spoiler*en que las dos últimas épicas batallas se lleven a cabo en NY y Washington.
- EP: de acuerdo, Señor. ¿También desea dejar las escenas en las que ridiculizamos la extraña forma de hablar de los británicos, en las que dejamos patente que no se les entiende nada, y que somos nosotros, los estadounidenses, los que hablamos un inglés perfecto?
- P: sí, esas escenas me interesan especialmente. Así, las personas que vivan fuera de EEUU (extraestadounidenses, creo que los llaman), entenderán por fin que nuestro inglés es entendible para todos ellos y que los demás idiomas, si es que los hay, no sirven.

El gancho de está película y sus rememoranzas al Arcade son sin duda su principal atractivo así como los diseños ventilados para sus promociones, no obstante tras ver los anticipos, y bancarse luego poco más de hora y media del film, no aparecen grandes rasgos para hacer de esta una obra con cualidades para ser recordada.

“Pixels” (2015) es un show de expectativas y si bien Adam Sandler hace rato viene a los tumbos, en esta pasada tampoco consigue demasiado más para sumar a sus éxitos.

Es curioso que si bien el leit motiv es ochentero, la tónica de la película sea casi infantil. Quizás debió partirse por ahí, cambiando la puntería del público objetivo o al menos ampliando algunos tips del film, explotando el conocimiento de los que tienen más de 30. Porque la estrella nunca fue Sandler, Kevin James o Michelle Monaghan, el atractivo a ver siempre pasó por Pacman, Donkey Kong o Space Invaders, y eso se reconoce en los afiches pero no en el film mismo.

“Pixels” con sus yerros y aciertos se torna solo regular, disvaría un poco y además de volverse demasiado elemental, hace que sus contrastes entre una estética de excelencia y un guión básico causen ruido e incomoden en el saldo, haciendo que por ejemplo alcance solo para la morisqueta a la hora del boca a boca.

Recomendación:
Débil a regular. Sus efectos son lo mejorcito de una cinta donde los contrastes son la tónica, con una evocación ochentera y un guión infantil.

=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com

2015 está siendo el año de la nostalgia ochentera. Todo en el mundo se mueve por ciclos, y todo termina volviendo y repitiéndose. Por lo que no es de extrañar encontrar ciertos paralelismos con el cine de hace treinta años. No es casualidad que se hayan juntado Terminator, Jurassic Park, Mad Max, James Bond y hasta incluso Star Wars.
Siempre se ha hablado de aquella década prodigiosa en clave musical o cinematográfica, pero no podemos olvidar la que fuera una de las industrias más peculiares y a la vez florecientes, muy a pesar de sus limitaciones técnicas.
Sería hacía 1985 cuando llegase a la casa de mi primo el primer ordenador personal, un viejo Amstrad CPC. En su pantalla de 4:3 aparecían toda clase de videojuegos con unos gráficos prehistóricos, pero con un encanto a años luz de distancia de los productos actuales.
Es la época de Hatari, de Commodore, y de las primeras consolas. Unos aparatos por los que muchos también sienten nostalgia.
Chris Columbus, hijo de aquella generación, adapta en formato largometraje un conocido corto. Una película de aire completamente desenfadado, y con toneladas de humor simplón bastante gratificante.
La historia bien se podría asemejar a la de “Cazafantasmas”. Me atrevería a decir que no solo sigue el mismo esquema, sino que también es la que más se acerca a esa mezcla entre comedia y género fantástico surrealista.
Si bien Adam Sandler no tiene el carisma de Bill Murray, si que logra con sus descacharrantes intervenciones, hacernos olvidar de que se trata de uno de los actores más odiados.
Todo sigue la fórmula episódica de ir destruyendo a los diferentes personajes de los videojuegos, siendo el segmento de Pac-Man uno de los más divertidos del conjunto.
Cuando una película consigue que por la noche te descargues este juego en el móvil, es que algo ha logrado remover por dentro. Y es que su director tiene esa habilidad de hacer lo intrascendente es puro entretenimiento.

Fantástica película para los amantes de los videojuegos de los 80... y nada más. ¿Pero eso era lo que esperábamos no? Está bien para pasar un buen rato.