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Masacre: Ven y mira

Bélico. Drama Película de encargo para celebrar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Relata, a través de los ojos de un niño progresivamente endurecido por el sufrimiento, la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas bielorrusas, más de 600, durante la guerra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
3 de octubre de 2007
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión esta película es quizás la más convincente a la hora de retratar la traumática experiencia de la guerra. Gracias a un empleo magistral del sonido y la imagen se logra transmitir una sensación de pesadilla como pocas veces se ha logrado en el cine.Sin duda,un título de gran calado.
Julio
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27 de julio de 2010
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando al régimen soviético le quedaban apenas seis años para expirar, aún tenía algunos coletazos como los del afán propagandístico. A los cuarenta años de la derrota definitiva de Alemania y sus aliados, le fue encargada a Elem Klimov una película que conmemorase el aniversario. Sin medias tintas. El horror nazi había de ser puesto en evidencia una vez más, cuatro décadas más tarde, por si a la gente se le ocurría empezar a olvidar. Cuarenta años es mucho tiempo y las nuevas generaciones, las que no estuvieron allí, debían saber. Era preciso que los ecos del infierno llegaran hasta los afortunados que nacieron después. Que captaran, siquiera en la ficción, la sombra de los lamentos que una vez fueron de verdad, y del odio que resquebrajó el mundo.
El producto resultante fue un puro grito de desesperación y de rabia de un niño que se hace viejo. Los desorbitados ojos del inocente, enfundado en un traje que le viene infinitas tallas grande como es el de la guerra, contemplan más de lo que se puede concebir. El mayor acierto de este documento-testimonio de ficción es el de permitirnos mirar, oír, escuchar como lo haría ese chico. Su desencajada mirada es apenas capaz de procesar la carnicería, la hecatombe. Un espectáculo de locura golpea sus pupilas, mientras el suelo ya ha dejado de sostener sus pies, un suelo que se hunde dejándolo suspendido en un vacío horripilante en el que todo lo que conocía se ha aniquilado. Es como si flotara en una niebla muy gris y espesa que embota sus sentidos, las imágenes de la muerte y de la mayor degradación se deslizan con lentitud, los sonidos se oyen como detrás de una tela gruesa. El sistema nervioso, en una reacción titánica de autoprotección que trata de sustraerse al colapso absoluto al que está amenazado, inicia un urgente proceso de insensibilización temporal. Florya asiste al circo del espanto con los síntomas de esa estupefacción con la que su propio cerebro lucha por salvar la cordura que le queda. El organismo es muy sabio. Cuando la información del exterior es demasiado para un ser humano, cuando la amenaza supera su capacidad, su cuerpo erige una reacción de barrera. Ralentiza el pensamiento, disminuye las sensaciones, dispara la adrenalina para que el instinto actúe por su cuenta. Insensibiliza en lo posible las capas superficiales, el raciocinio, y saca las pulsiones profundamente primitivas. Cuando el terror acecha, nos reducimos a poco más que carne aullando por sobrevivir.
Florya ve tantas cosas innombrables (el horror nunca tiene bastantes nombres ni adjetivos) que en él se instala la vejez de toda la humanidad. Su joven rostro deja ser infantil, se cubre de arrugas, ojeras y pliegues, es un rostro demacrado que no recobrará la lozanía, porque ya no podrá recordar que hubo una vez un tiempo de inocencia.
Vivoleyendo
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30 de octubre de 2008
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace tiempo quería ver una película soviética sobre la II Guerra Mundial, para conocer su perspectiva. Me esperaba una americanada a la soviética: rusos matando alemanes y una entrada triunfal del Ejército Rojo en Berlín con el majestuoso himno soviético de fondo. La visión a la que estamos acostumbrados en este tipo de películas, y que es la que tiene Floryan antes de salir de su casa, cuando aún no ha vivido la guerra: contento, bien vestido, ilusionado. Pero cuando va allí y mira, cambia tanto y en tan poco tiempo que, al final de la película, la guerra le ha dejado huella incluso en forma de arrugas, y, sin embargo, no deja de ser un novato.

Lo que más me ha llamado la atención de esta película es el ruido que irrumpe en los silencios eternos o los planos interminables. El ruido de la muerte, de la penuria, del miedo, de la soledad. El ruido de la angustia, de la guerra. Una guerra con muchos villanos, pero sin héroes; con un ejército que oprime, y, sobre todo, un pueblo que padece (me parece importante destacar que la película se centra mucho en el sufrimiento de los campesinos). Una guerra absurda, que nunca debería haber tenido lugar. En este contexto, los diálogos pasan a un segundo plano. De hecho, creo que esta película en ruso (idioma que desconozco), me provocaría prácticamente la misma sensación de angustia.

Otra cosa que me sorprendió es que no hay una distinción tan clara entre el bien y el mal, como cabría esperar, o como sucede en las películas estadounidenses sobre el mismo tema. No sólo son los soldados soviéticos crueles al dejar a una madre sin su hijo y abandonarle en el campamento, sino que incluso el espectador puede llegar a sentir empatía por el enemigo al ver el destino que les espera: el viejo nazi que asegura no haber matado a nadie y, sobre todo, los campesinos bielorrusos que habían colaborado con ellos por obligación.

(Aquí iría el "spoiler")

Masacre: Ven y mira es, probablemente, la película más desagradable que haya visto. Nunca el cine me había hecho experimentar tanta angustia y soledad, tantas ganas de quitar el volumen, de escapar. He de reconocer que este no es el tipo de cine que más me gusta, ni mucho menos; pero debo decir también que esta película es muy buena. Al fin y al cabo, la guerra no es agradable. Es angustia, es algo de lo que cualquiera querría escapar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
maki
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28 de junio de 2006
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendamente cruda y con mucha mala leche, nos muestra verdaderos horrores de la guerra, que aún duelen más al tener intercaladas escenas casi líricas, pero justificadas y comprensibles. A destacar las escenas del cobertizo y, sobre todo, la del regreso de la niña violada, como de una crueldad indescriptible narrada con la más absoluta credibilidad.
Totalmente recomendable por lo sumamente bien hecha que está, aunque mejor que se abstengan las personas en exceso sensibles.
Kingo
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31 de agosto de 2007
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absoluta obra maestra del cine bélico en particular y del cine en general, por su corrosiva banda sonora, la naturalidad de las interpretaciones -sobre todo, el envejecimiento progresivo del niño protagonista-, la crudeza y realismo con que se cuenta la historia. Sólo apta para mayores de 18 años.

Paradójicamente cuesta mucho de encontrar en DVD y tuvo una pobre distribución en España. Como siempre el cine con mayúsculas no tiene propaganda a no ser que venga del otro lado del Atlántico.
bosniaco
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