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Cecil B. Demente

Comedia En Baltimore, el exigente director Cecil B. Demented dirige a una banda de revolucionarios del cine que secuestra a Honey Whitlock, una estrella cinematográfica madura y de mal carácter. Cecil la quiere en su nueva película independiente, un alegato antihollywoodiense. Además insiste en el celibato para que el equipo canalice toda sus energías hacia el rodaje de la película. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
8 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca, hasta ahora, le había dado un 2 a una película y puede que me haya pasado... Ni me divertí, ni me escandalizó, ni me gustó la actuación de nadie, ni me gusto el guion... Melanie Griffith y Maggie Gyllenhaal me parecen buenas actrices y mujeres de las que me he enamorado muchas veces al verlas en pantalla, aquí están como el resto...demenciales.

No provoca quien quiere, solo quien puede, gran verdad y el director de este film no puede, no sabe más. Esto no deja de ser una bufonada absurda y sin gracia. Supongo que pretendía ser una comedia, aunque por el rato que aguanté viéndola, lo dudo. Los supuestos "guiños" a la sexualidad, al vouyerismo y a grandes directores, se quedan en meros intentos. Encima hortera y de mal gusto.


¿Qué pretendía John Waters con este film?Todavía me lo pregunto al día siguiente de verlo, quizás justificar la pasta que le dio.algún productor loco que creyó en el proyecto.

No recuerdo si he visto nada más de este director pero creo que no repetiré.
Barcino
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3 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé muy bien si me ha gustado o no. Me ha generado una sensación rara. Recuerda a sus primeros trabajos pero se queda por el camino en lo provocador.

La trama es una auténtica locura y tiene cosas muy graciosas, pero da la sensación de quiero y no puedo. Evidentemente sus primeras películas eran provocadoras no solo por sus guiones, sino también por lo explícito de sus imágenes. Entiendo que no vas a hacer a Melanie Griffith que se coma una mierda de perro, pero claro... con este tipo de guión la ausencia de estas burradas se echan en falta.

Otro punto que choca es el ver partes y diálogos de la película realmente cutres con tan buena calidad de imagen y con actores de renombre. Sus primeras películas estaban envueltas en un halo de cutrerío que te hacía pasar por alto prácticamente cualquier cosa. Cuando ya cuentas con cierta calidad los defectos se notan bastante más y el espectador se vuelve más intransigente.

El que sí que está al nivel de sus primeras películas es Stephen Dorff. De verdad, este actor es malísimo.

Es una película que a los amantes del cine independiente puede que les guste, por su visión y parodia hacia este. De las películas que he visto de John Waters me parece la más floja.
Mankuku
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14 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene 20 años y el tiempo la ha dejado por los suelos.
En su época pudo parecer algo, ahora no es más que una tontería tras otra, en la que lo único destacable son algunos detalles de Melanie Griffith.
Lo dicho, tanta tontería y tanta vulgaridad, te llevan al hartazgo y al aburrimiento.
Resumiendo: absolutamente prescindible.
Miguel Ángel
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29 de marzo de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para algunos, el cine no es solo pasatiempo.
Es una obsesión, o una autodestrucción a la que entregarse con gusto. Se nos olvida que precisamente el mundo del cine se forjó en las espaldas de visionarios en los que nadie creía, auténticos psicópatas que disfrutaban de crear realidades irreales que habitaban los actores, pagadas del bolsillo de algún productor, ajenos ambos a lo que ayudaban a crear.
El cine nunca ha sido el oficio de los cuerdos, sino de los locos, o de los valientes, los que no dejaban de venerar su poder mientras no dejaban de filmar.

'Cecil B. Demente' no nos habla de ningún futuro posible: es uno que ya está aquí.
Desde las marquesinas de los multicines acechan las secuelas con numeros infinitos de sagas sobreexplotadas (algunas irónicamente cumplidas), o festivales nostálgicos de autocomplaciencia para el espectador que no desea nada más que lo de siempre, frito y rebozado a poder ser.
Cecil y su banda de inadaptados hace mucho que han identificado a sus enemigos: estudios demasiado cobardes para no remover conciencias, pero también una audiencia demasiado atontada para pedir otra cosa. Por eso su acción no es solo artística, es casi también heroica, luchando contra dos fuerzas casi imposibles de domar.

¿Qué hacer contra la comodidad? Pintar un bonito graffiti sobre ella, escupirla y mearla.
El secuestro de Honey Whitlock es el primer tiro en una guerra contra toda la industria, para hacer que ella sea la voz cantante en una anti-película que nos obligue a despertar de la infame realidad. Su condición de icono es justo ese "algo bonito" al que todo el mundo prestaría atención de verse feo.
Incluso ella parece cansada de esa pose de estrella de cine glamourosa con conciencia social hacia sus orígenes, y se puede ver que pronto pasa del desconcierto a la aceptación, porque rodar una superproducción entre algodones no tiene nada que ver con la excitante incomodidad de gritar verdades semidesnuda a los cuatro bocachanclas de siempre. Descubre, sorprendida, que quizá este sea el giro que necesitaba su carrera.

Cecil B. Demente aparece primero como un guía desquiciado al que temer, pero pronto vemos que a través de sus palabras se adivina un mundo mejor: uno libre y desinhibido, consciente de sus fealdades sin miedo ninguno a mirarlas, uno que respire toda la verdad que el cine familiar sin sexo ni violencia nos ha robado, convirtiendo en producto lo que podría ser experiencias tan placenteras como un orgasmo.
Lejos de las amas de casa que llevan a sus niños a disfrutar la enésima comedia sin sangre, o los sentimentales que creen que llorar con un drama es la máxima expresión que el celuloide les puede dar, Cecil, Honey y los suyos encuentran su sitio entre los pajilleros de un cine porno o los entusiastas luchadores de un maratón de artes marciales: seres que viven el arte como una experiencia transformadora, real, vergonzosa y felizmente disfrutable, por muy patética que parezca.

Es esa clase de experiencia la que descubre el verdadero sentido del cine, y la que nos empeñamos en abandonar por otra más controlada y blanca.
Olvidando que es solo en el fango y la urgencia donde encontramos verdadero riesgo, que nos haga fluir sangre en las venas. Olvidando que el cine debe inspirar y vivir, no ser imagen muerta sobre la que nunca proyectarse. Sin acordarnos de que debemos escuchar a los locos creadores, porque sobre ellos se construyó este arte.

Honey Whitlock aprende por fin: un aplauso sincero, chamuscada y vapuleada, vale más que cualquier preestreno entre ovaciones planificadas.
Charles
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14 de abril de 2012
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Gran crítica al cine comercial americano, cuyas superproducciones no dan la talla o simplemente son vomitivas. Tenía pendiente dicha película y la verdad es que me arrepiento de no haberla visto antes.
Todos los actores están genial, en la que destaca una soberbia e inesperada Melanie Griffith y un chalado, divertido e irreverente Stephen Dorff, en el mejor papel de su carrera (al menos para mi) el resto del elenco de actores es bueno, destacando una estrafalaria Maggie Gylenhall

Resumiendo no os la perdáis, si realmente os gusta el cine, esta película os dejara flipando
wanchete
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