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La luz entre los océanos

Drama Australia, 1926. Un bote encalla en una isla remota y a su encuentro acuden el farero Tom Sherbourne y su joven esposa Isabel. En el interior del bote yacen un hombre muerto y un bebé que llora con desesperación. Tom e Isabel adoptan al niño y deciden criarlo sin informar a las autoridades. Todo se complica cuando descubren que la madre biológica del bebé está viva. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama de época con cargas de profundidad. Vaya por delante que no la recomiendo a todos los públicos, y menos al actual tan necesitado de velocidad y pirotecnia, no necesariamente belicista pero sí narrativa.
Aquí se impone el sosiego, los sentimientos labrados a fuego lento, las decisiones trascendentes que marcan las vidas de aquellos que nos rodean. En cierta manera me recordó en su esencia a la japonesa "De tal padre, tal hijo" con esa imposible asunción del error a toro pasado.
Los protagonistas nos enseñan perfectamente los desoladores derroteros que la vida les hace digerir, y cómo deciden finalmente afrontarlos.
Unos parajes impresionantes, con la presencia del faro-personaje tantas veces presente en el cine como guía y límite humano ante la fuerza del mar que nos supera. El trío protagonista esta perfecto como es costumbre en ellos, de lo más destacable del panorama cinematográfico actual; el omnipresente Fassbender como veterano de la Gran Guerra, la pujante Vikander como su mujer valiente y encantadora, y una Weisz deslumbrante ante su desconsolado y aterrador rol.
Hay momentos muy emotivos y lacrimógenos que harán las delicias de los fans del género y la ambientación y la naturaleza mostradas también son gozosas.
Recomendable, pero sabiendo lo que vas a ver.
Nota: 6,85.
Feldon
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10 de diciembre de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada de Tom Sherbourne nos confronta desde el primer plano.
Notamos que parece particularmente vacía, particularmente desinteresada, particularmente distante. El perfecto complemento al aislamiento que busca con indolente calma, quizás huyendo de los horrores de una guerra que nunca le abandonaron realmente, o tal vez alejándose de esas personas que ahora le rodean con vacíos formalismos administrativos, de esas que hablan mucho y aportan poco.
A la historia le basta solo el plano a sus ojos para retratarnos un hombre roto, que cree haber vivido más de lo que puede soportar, y decide convertirlo en el faro de este particular laberinto emocional: cada vez que dudemos, bastará con fijarse bien en sus gestos; como en ese deje desesperado que se le nota al enfrentarse a la perspectiva de una existencia solitaria.

Claro que nunca puede uno aislarse del todo.
El amor llama a la puerta de Tom, en forma de muchacha de rasgos delicados y dulces, Isabel, inaguantable tentación para el hombre encallecido en que se ha acabado convirtiendo. Puede ser que llegue a funcionar, con ella, con las confesiones a media voz escritas en cartas intercambiadas durante todo un verano. Puede ser que, desafiando toda expectativa, Tom se permita sentir algo otra vez.
'La Luz entre Océanos' se abre así como un romance de inevitable sabor clásico, tan típico que asusta, tan blanco que apenas llega, pero cuenta con unos voluntariosos Michael Fassbender y Alicia Vikander defendiéndolo hasta que llegue el momento adecuado.

Ese "amor puro" no basta.
Más tarde quiere asumir compromisos, estrechar lazos, como si necesitara de pasar infaltables pruebas para un compromiso verdadero: aparece la esperanza/miedo de un recién nacido, pero la mirada de Tom permanece imperturbable. Esto va a funcionar porque él también lo cree así, no puede ser de otra manera.
Pero sí puede ser de otra manera, puede tomar el camino doloroso.
Una vez.
Y otra.
Por mucho que la isla del faro parezca un edén perfecto desde el que los dos amantes podían ser sus propios Adán y Eva, la mirada de Tom comienza a flaquear. Su mezcla de desesperación y desamparo nos llega porque hasta ese momento hemos confiado en él, y no parece más seguro que nosotros.
Quizá el error estaba en unir a un hombre con lo peor de la vida ya pasado, con una jovencita que apenas comprende el significado del sufrimiento y la pérdida. El abismo es insalvable, por mucho amor que haya de por medio, porque uno comprende que la esperanza puede no aparecer, y la otra no concibe semejante injusticia.

Será entonces, cuando se encuentren su salvación en forma de bote a la deriva, con una niña que llora en los brazos de un hombre muerto. Nadie sabe nada de él, es solo una barca, la niña solo nos tiene a nosotros, todas esas decisiones pasan en un suspiro de dudas y lágrimas.
Y la mirada de Tom cambia: se parece cada vez más a esas cuencas vacías que hemos adivinado al principio, tratando de buscar una salida a otro infierno, no uno de rifles y soldados, sino uno de emociones y responsabilidades. Decide entonces que si pudo pasar el primero, por qué no el segundo.

En su esencia, 'La Luz entre los Océanos' habla del amor, no como término absoluto, sino como verdadera emoción capaz de arrastrar lo que somos.
Absolutamente todo lo que hacen Tom, Isabel y cada personaje que se cruza con ellos es por aprecio, con toda su buena intención, pero esas mismas decisiones les llevarán por un camino difícil, lleno de pasos en falso y cariños no correspondidos en una época todavía demasiado intolerante para perdonar los errores del corazón. Sin embargo cada uno de ellos se crece y elige amar pese a todo, sin atisbo de duda, sin posibilidad de vuelta atrás, manteniendo la luz de un faro que no se sabe si alguien verá.

Por todo eso, lo mejor es su final, lleno de calma sobre heridas ya cicatrizadas, que en su día ardían horriblemente, como no podía ser de otra manera.
Porque el amor, cuando se quiere de verdad, rompe, rasga, desgasta y envejece.
Pero nunca ahoga. ¿Cómo podría?

Tom acaba por comprender esto. Y todo lo necesario, de nuevo, está en su mirada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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10 de diciembre de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi “The Light Between Oceans” (2016) de Derek Cianfrance con Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, Anthony Hayes, Caren Pistorius, entre otros. Drama sobre una pareja estéril que encuentra un bebé. La historia está muy bien narrada, se toma su tiempo correctamente para introducir a los personajes y seguir la lógica de las relaciones entre ellos, creando empatía. A medio metraje, toma un giro e incluye a un tercer personaje principal que cambiará todo lo narrado. Serán aproximadamente 50 años de relato en temas como la aventura, el amor, la infertilidad, la esperanza, la empatía, el dolor ajeno, y la pérdida, así como simbolismos varios en el faro, el océano, la isla, etc. Técnicamente es impresionante, la fotografía de la costa de New Zealand es maravillosa, así como la perfecta iluminación, el trabajo del decorado, maquillaje y el vestuario. Del reparto, Fassbender sigue demostrando que es un gran actor dramático, saber sostener una película de más de 2 horas con su talento y carisma; mientras que Vikander y Weisz tienen un “tour de forcé” cada vez que se enfrentan, que demuestran muy bien porque se ganaron el Oscar como Actrices de Reparto. La banda sonora es perfecta porque ayuda a potenciar las escenas. Si tengo que achacarle algo, sería el último tramo, demasiado apresurado, tanto que se brinca 30 años, para concluir. Eso es trampa.
RECOMENDADA.
PRONTO la nota en el blog Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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31 de enero de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La luz entre los océanos es, de facto, una película hecha a la antigua, un filme sobre sentimientos, sobre el amor y el desamor entre dos adultos, que no tiene miedo de bordear los recovecos del melodrama para así presentar de forma pausada y adulta a sus personajes y los conflictos a los que estos se enfrentan. Todos esos atributos, sin ser nada desdeñables, hacen que la pretendida gravedad de La luz entre los océanos no sea tal sino más bien un involuntario ejercicio de estilo, de hacer cine a la antigua, pensado para el lucimiento de sus actores y para el respiro de sus espectadores, que aquí verán, básicamente, a varios personajes dialogar, hermosas puestas de sol, decorados detallistas, y algún apunte moral en su historia. Y bien pensado, no hay nada malo en eso.

Una vez asumido el estilo y el género de La luz entre los océanos, es decir, desterrado el cinismo y la capacidad de asombro de mucho cine actual, esta es una película fácilmente disfrutable. Derek Cianfrance, que parecía un cineasta más vanguardista con su primera película, la excepcional Blue Valentine, cohesiona las verdaderas intenciones y temáticas que atraviesan su filmografía en la cinta nombrada, en The Place Beyond the Pines y en La luz entre los océanos. Esto es, en el género del drama romántico, las tres cintas son atravesadas por el denominador común de los traumas y las dificultades que dejamos para nuestros descendientes por esas historias de amor, y sobre todo de desamor, que hemos vivido. Por eso, en la segunda parte de La luz entre los océanos, las decisiones tomadas en la primera (la más romántica e intimista) viran y se enquistan hacia un drama moral en el que todos los personajes tienen algo que perder, conflictos irresolubles, y sobre todo, un legado difícil para la descendencia.

Esos giros de guión bordean peligrosamente lo folletinesco y lo melodramático, pues no hay tiempo real en este metraje para tratar en profundidad todos los temas que van apareciendo en el guión, pero sin embargo si asistimos a un fantástico retrato de personajes y de un contexto de posguerra en el que la paz es aún muy relativa. Sobre todo la paz en los hombres (y en las mujeres), que se ven arrastrados por sus 'yos' del pasado (ya sea la guerra, el aislamiento, la pérdida de los hijos, o la muerte de los amantes) hacia un presente, el suyo, en el que a pesar de que el amor existe, no es precisamente fácil de asirse.

Y desde luego, si La luz entre los océanos no contase con tres intérpretes tan buenos como son Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, ésta sería una película mucho más banal, porque son ellos los que confieren un carácter tan coherente, trágico y real a unos personajes ante los que es difícil posicionarse, pues los tres tienen razones, y los tres se equivocan como cualquiera podría hacer en este contexto. Su detallismo y humanidad como actores profundiza a esta película emocionante y sencilla, como hecha de otro tiempo, sin que eso sea necesariamente algo malo.
jaly
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21 de marzo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está bien narrada, aunque lo que se cuenta lo hayamos visto en más ocasiones. Buen desarrollo de la historia con un Michael Fassbender, quizá mayor para el papel. Nobstante debemos reconocer que su actuación se vuelve complicada al verse obligado a transmitir emociones fundamentalmente a través de gestos, miradas y silencios.

Alicia Vikander, más creíble en la segunda parte, al ser su composición dramática infinitamente más brillante, que la de joven enamorada.

En algún momento me recordó a CUMBRES BORRASCOSAS. No puedo decir que se parezca, aunque en algún instante, su narrativa se asemejase.
LEUGIM
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