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La dama de las camelias

Drama. Romance La vida en Paris en 1847 es tan animada como el champagne y tan implacable como la siguiente mañana gris. En la guarida del juego y las veladas lujosas, hombres mezquinos ejercen su voluntad y las mujeres se convierten en cortesanas regocijándose de placer. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
25 de agosto de 2012
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cauando una historia es buena, hay un director excelente y una artista como la Garbo, no tiene nada de extraño que una película de 1936 se deje ver como el primer día. Una ambientación que recrea los aspectos más hipócritas, vanos y falsos de la Belle epoque. Robet Taylor está un poco demasiado estirado, pero da la talla como joven enamorado -tenía entonces 25 años- de una traviata. Pero es ella la que lleva toda la película, con un registro de gestos, de caras, de sentimientos que hace de ella la perfecta heroína romántica. Si la hicieran hoy estarían todo el tiempo en la cama, y nos perderíamos las alusiones, los sobreentendidos, las represiones. Es decir no tendríamos un drama romántico,
No perderse esta gran obra.
yoparam
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26 de febrero de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Marguerite (Greta Garbo), la aristocrática cortesana que se enamora del ingenuo Armand (Robert Taylor). Desde los flirteos iniciales hasta el conocimiento de que entre ella y su amado se cierne la muerte, vemos a una brillante Garbo que toca todos los resortes para interpretar los diversos estados de la emoción. Ella se adapta tan bien al papel que tiene que ser la misma Marguerite que Alejandro Dumas tenía ante sí cuando escribió su novela. De hecho, le sale tan bien que aún hoy nos sigue atrayendo e impresionando la reiterada y manida intriga que se desarrolla mientras tanto. Todos los intérpretes que se agrupan alrededor de ella, son espoleados a actuar brillantemente.

Frances Marion, James Hilton y Zoe Akins adaptaron la versión de un clásico de la literatura que ya había sido adaptado al cine en 1915 (con Clara Kimball Young), en 1917 (co Theda Bara) y en 1921 (con Nazimova y Rodolfo Valentino). El productor Irving Thalberg murió poco antes de la premiere, a la edad de treinta y cuatro años.
Juan Marey
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23 de noviembre de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una bella, romántica y nostálgica película. Cuando todo se puede hacer de lado, sin importar siquiera que el mundo gire, para entregarnos a ese amor desbordado que no mide límites y que el mismo universo parece un puñado de arena en la mano. Magnifica dirección, fotografía impecable, musicalización y conmovedoras actuaciones de Greta Garbo y Robert Taylor. Una inolvidable película sobre la inmortalidad del amor, corto en el tiempo pero eterno en el alma.

"- Sólo te torturas a ti mismo.
- Pero si tú juras...
Dentro de una hora me pedirás jurar
sobre otra cosa.
- No debes ser tan susceptible.
- Es cierto, no debo.
- Te quiero demasiado.
- Igual que yo.
¿Cómo se puede cambiar una vida haciendo
una nueva en un momento de amor?
Y eso haces.
Quiero cerrar los ojos...
Pues, cierra los ojos
y di "sí." "
Juan_Diego_GP
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23 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy muy dado a tristezas cinematográficas y menos a pelis de ochenta años que ya sé de antemano que me van a dar mal rollo. Pero soy incapaz de ver esta peli y no tragármela entera, llorando a lagrimones que la Garbo me arranca como nadie ha hecho en todos estos años. Estoy seguro de que es una de las mejores películas de la historia del cine, con la capacidad de transmitir una tristeza tan, tan profunda, que cualquier comparación resulta ridícula.
Amor como en pocas ocasiones se ha visto.
Redondez, perfección y grandeza como sólo un genio sabe desarrollar...
Joder, qué pena...
javieritos
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14 de junio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuán poco cambia la historia! Estamos en la París de 1847 y lo que caracteriza a un buen número de mujeres es que compran y compran compulsivamente: joyas, trajes, carteras, perfumes… y hasta flores. Hay muchas que llevan por nombre Prudencia, pero de prudencia solamente les queda el nombre... y son ya bastantes las que anhelan casarse con un hombre adinerado, pues, al amor lo subestiman cual si fuese un accesorio que puede suplirse con dinero.

Marguerite Gautier, se ajusta perfectamente a las muchachas del primero y del tercer tipo, y su gran amiga y alcahueta, Prudence, luce perfecta en el segundo estilo. Y es así que, anhelando casarse con el barón de Varville, la muy atractiva señorita Gautier, va a conocer a Armand Duval, un apuesto muchacho de clase media que se enamorará de tal manera -y ella de él- que los sentimientos –de ambos lados- casi rozan lo obsesivo.

Drama romántico por excelencia, surgido de la pluma de Alexandre Dumas Jr. (no confundir con Dumas padre que era quien escribía los famosos libros de espadachines (El Conde de Montecristo, Los Tres Mosqueteros, El Tulipán Negro…), “La Dama de las Camelias” motivó ediciones en numerosos idiomas y en muy diversas épocas; inspiró una ópera (La Traviata de Giuseppe Verdi); y ha sido adaptada al cine en numerosas ocasiones, siendo, Marguerite Gautier, uno de los personajes más anhelados por montones de actrices.

Sin duda, <<LA DAMA DE LAS CAMELIAS>>, realizada por George Cukor, superó con creces las adaptaciones cinematográficas hechas hasta entonces, ya que pudo contar con un guion muy bien estructurado y sin excesivo apego a la novela, escrito por tres renombrados autores como fueron: Zoë Akins, Frances Marion y James Hilton, quienes se ajustaron un poco a los nuevos tiempos y modificaron algunos caracteres con otros significados.

Además, la dirección de Cukor, resulta muy detallada en la iluminación, los decorados, el vestuario… y el filme adquiere un tinte elegante por donde se le mire. Las actuaciones son, por su parte, de gran solvencia: Greta Garbo, luce encantadora con su gran carácter y en sus más altas cuotas interpretativas. Henry Daniel, aparece tan sólido como habitualmente, en su rol del barón que tiene lo que bien $abe que doblega a muchas chicas. Muy precisos, Lionel Barrymore, el padre atribulado porque su hijo parece a punto de perderse por un loco amor; Jessie Ralph como la fiel Nanine; y sobre todo, Laura Hope Crews, quien le pone el pecho a la imprudente, Prudence. Hasta Robert Taylor -que nunca sobresalió precisamente por sus dotes de actor y quien asustó a muchos, pues no se veía lógico que un joven tan apuesto luciera tan obsesionado por una mujer madura (el personaje en el libro es un hombre de mediana edad)- consigue resultar bastante agradable y su obsesión se explica muy claramente en el fuerte y a la vez admirable carácter que demuestra todo el tiempo la bella cortesana.

También, George Cukor, se unía ya a la exaltación de la mujer y aquí nos la rebela como un ser capaz de grandes equivocaciones, pero al tiempo, potente y adorable... ¡y capaz de amar como ningún otro ser en el mundo!
Luis Guillermo Cardona
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