Rascacielos: Rescate en las alturas

La acción de un héroe solitario en un rascacielos en llamas parece una fórmula infalible para divertirse un rato comiendo palomitas. Eso promete y eso consigue por los pelos -en mi caso gracias a mi cinefilia y el hecho de ir recordando escenas de "El coloso en llamas" y "La jungla de cristal".
Lo positivo: el diseño del edificio, las acrobacias, los efectos especiales... y casi nada más.
Lo negativo: todo. No hay drama ni trama. No hay personajes.

Érase una vez, unos buenos amigos, con una botella de tequila ya entre pecho y espalda, comenzaron a divagar:

+ Oye, he tenido una idea. ¿Por qué no hacemos un blockbuster para este verano? Y nos forramos.
- Guay, me encanta. ¿Has pensado en algo?
+ Sí, se me ha ocurrido hacer una peli sobre un edificio en llamas.
- No lo veo. Eso ya está muy visto y ese tipo de pelis suelen ser de serie B y si llegan a los cines no suelen tener éxito.
+ Ahí está la gracia: vamos a hacer algo ya muy visto pero con una vuelta de tuercas para que la gente salga flipando del cine. Por ejemplo, el edificio. Vamos a hacerlo mega futurista, cinco veces más alto que el Empire State, con una última planta que se hace invisible y parece que vueles y con un parque de treinta plantas.
- Dios, qué pasada. Un poco surrealista, pero bueno. ¿Y por qué se produciría el fuego? Porque la idea de un cortocircuito está ya muy trillada.
+ Eso da igual. Invéntate cualquier excusa de mierda y la pones en el guion, pero que se explique rapidito, si no se entiende muy bien no importa, que a la gente le da lo mismo por qué se incendie. La gente lo que quiere es verlo en llamas y mucha acción. Aquí solo importa la pasta.
- Perfecto. Luego cuando vaya al baño apunto la primera tontería que se me ocurra. Oye, ¿y si ponemos a Dwayne Johnson de protagonista? Ese hombre tira mucho y suele hacer muchas películas absurdas.
+ ¡¡Me encanta!! Pero vamos a meter ahí también cosas originales. Lo vamos a hacer cojo y lo vamos a poner a escalar el edificio, y eso lo metemos en el trailer, que eso vende.
- ¿No te parece demasiado eso? ¿Cómo justificamos ese disparate?
+ Pues igual que antes, con cualquier excusa de mierda. Te pierdes en los detalles. Recuerda: money money.
- Ok. También podemos meter a una mala muy mala que pegue mejor que un maestro de kung fu, que eso gusta también.
+ Guay, pon eso, copia también todos los clichés que encuentres y listo, ya tenemos película. Y la podemos llamar el rascacielos, como va de un rascacielos, no nos vamos a complicar mucho más, que ya hemos pensado mucho por hoy.
- Hecho. Habemus peli.

Y así es como se creó esta película. No le pongo menos nota porque sí tiene algo bueno: es corta.

...quítale:
-Los personajes memorables
-El grandioso y carismático malo
-La emoción real a flor de piel
-Los ingeniosos diálogos
-Las intensas secuencias de acción
-El BRUTAL carisma de Willis, con un John McClane mítico.
-La genial banda sonora
-El perfecto ritmo narrativo
¿Ya?
Ok
Ahora ponle:
-Un protagonista con carisma, pero que no llega ni a la suela de Willis.
-CGI a tutiplén
-La típica (y horrorosa) a la que suelo denominar "Happy Standard American Family", o "HSAF", esto es: papi heróico y bondadoso, mami guay y mona y lista, hijitos de anuncio de Bennetton que sueltan monerías.
-Personajes chinos porque bueno...porque pagan la mitad de la peli.
Y ya tienes tu clon de Hacendado de La jungla de Cristal (por Dios, si han calcado hasta el póster), que no arriesga en nada, que olvidarás a los 3 segundos de salir del cine, y que nos demuestra que por muchos millones y mucho "The Rock" que tengas, jamás podrás hacer nada memorable cuando te dejas guiar por el dinero y lo absolutamente anodino y superficial.

Partamos de la base que las películas protagonizadas por The Rock son capaces de desafiar a todas las leyes de la física y la gravedad y nuestro protagonista es capaz de derrotar a cualquier persona o cosa que se le ponga por delante, pero en esta oportunidad el nivel de irracionalidad ya roza el ridículo.
El bueno de The Rock en esta ocasión se enfrenta a un grupo de terroristas dispuestos a destruir un imponente rascacielos en el que se encuentra su mujer e hijos atrapados. Para ello deberá hacer frente no solo a los terroristas y a lo complejo que resultaría para cualquier mortal insertarse en un rascacielos de más de 200 pisos de altura en llamas, sino también a la policía china que lo considera cómplice de los terroristas. Una misión imposible para todos menos para el gran The Rock.

Cuando contemplé por primera vez el cartel anunciador de “El rascacielos” ya me produjo cierto rechazo, pues plagiaba descaradamente al de “Jungla de cristal”: la mitad del rostro del héroe frente a un gran edificio envuelto en llamas en su parte superior. No es la única referencia a la emblemática película de Bruce Willis de finales de los años ochenta aunque, atendiendo a la comparativa, la cinta de Dwayne Johnson sale perdiendo en todos los aspectos. Para explicar mi postura tomaré como referencia los inicios de este popular y musculado actor y diré que “El rascacielos” es al cine lo que el Pressing Catch a un combate de boxeo de los pesos pesados: un exceso de coreografía ensayada y una espectacularidad artificial que sobrarían si no fuera porque resultan imprescindibles para tapar la ausencia de auténtico contenido. Suele ser habitual que el espectador se acoja a la denominada “suspensión de incredulidad” para aceptar lo que le muestran las imágenes de la gran pantalla, dejando a un lado cualquier componente lógico o racional. Sin embargo, este recurso también presenta unos límites que, cuando se sobrepasan, conlleva una irremediable caída en el absurdo.
Rawson Marshall Thurber es un cineasta bastante limitado que ha orientado el grueso de su filmografía hacia la comedia facilona. “Cuestión de pelotas”, “Somos los Miller” o “Un espía y medio” dan fe de ello. Tal vez sea la razón por la que su paso al cine de acción pura haya supuesto para él un salto tan largo que le haya provocado una caída al vacío. La intensidad, la tensión y el ritmo necesarios terminan lastrados por la permanente sensación de estar ante un producto adulto en la forma pero infantil en el fondo, edulcorado a destiempo y magnificado en exceso. Así, el resultado final solo puede convencer a los aficionados al mundo del videojuego, dado que encaja más como juego de consola que como largometraje.
Un antiguo líder del Equipo de Rescate de Rehenes del FBI -y también veterano de los Marines estadounidenses- trabaja ahora como asesor de seguridad encargándose de la gestión de las infraestructuras de los rascacielos más grandes del mundo. Deberá viajar a China a desempeñar esta labor y allí se encontrará con la torre más alta del planeta. Contra todo pronóstico, la construcción será saboteada y se convertirá en un absoluto infierno. El protagonista se verá entonces perseguido por las autoridades mientras trata de capturar a los verdaderos responsables y, al mismo tiempo, salvar a su familia, atrapada en el interior del inmueble.
Es sencillo entender en qué se han gastado los productores del film los ciento veinticinco millones de dólares del presupuesto. Lo que ya me resulta más complicado de comprender es para qué. En ese sentido, resulta infinitamente más recomendable revisar la primera entrega de las aventuras de John McClane o, en su caso, las de Steve McQueen y Paul Newman en “El coloso en llamas”, antes de malgastar el tiempo en los más de cien minutos que dura “El rascacielos”. Con independencia de sus resultados en taquilla, confío en que no suponga el inicio de una nueva saga de las que nos tiene acostumbrados la cinematografía norteamericana en los últimos tiempos. Resulta evidente que el margen que la industria del Séptimo Arte destina a la originalidad es cada vez menor.
Tampoco da la sensación de que “The Rock” (apodo por el que se conoce al protagonista de la cinta) tema caer en el encasillamiento. Si echamos la vista a sus títulos más conocidos (“El regreso de la Momia”, “El rey Escorpión”, “Sed de venganza”, la saga “Fast & Furious”, “Hércules”, “San Andrés” o “G.I. Joe: La venganza”) y, acto seguido, comprobamos sus próximos proyectos (“Jumanji 2”, “San Andrés 2”, “El escuadrón suicida 2”), se diría que está encantado con su permanente repetición de perfiles. Le acompañan en el reparto Neve Campbell (la saga “Scream”, “Juegos salvajes”, “Tango para tres”), Noah Taylor (“Shine”, “Casi famosos”) y el hermanastro de Liev Schreiber, Pablo Schreiber.
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@gerardo_perez_s