The Politician (Serie de TV)

Sobre todo destacaría en esta serie lo entretenida que resulta. Es muy dinámica, no te aburres nunca, los personajes son interesantes, los ambientes que refleja (de las élites económicas y culturales) también. Siempre están pasando cosas y te bebes los capítulos sin enterarte. También creo que contiene una lectura crítica y una sátira (una crítica suave, pero ahí está) sobre el uso y el abuso de las cuestiones culturales e identitarias, de la corrección política y del lobbismo y su influencia en la vida publica. Este punto que para mí es el más interesante está quizá algo desaprovechado, falta profundidad, mordacidad y mala leche y es una lástima dejar pasar la oportunidad para una crítica más severa porque el tema es enormemente preocupante. Recomendable.

Realmente pense que después del inicio flojo de AHS1984 pense que no seria bueno, pero me ha sorprendido, de tal manera que incluso los desinteresados políticos (como yo) podrán sentirse identificados. En un punto medio entre la parodia de Screem queens y la seriedad de American Crime Story. No entendi porque ha sido tan mal criticada, si fuera más al estilo AHS no podria jugar con la realidad de que son cosas que podrian pasar en una situación similar. Incluso la política estudiantil suele ser más cruda que la realidad de lo que pensamos.

Les guste o no el polémico Ryan Murphy, sus series desbordan talento por doquier, a pesar de que sus tramas sean un poco trilladas y con excesiva liberación homosexual en todo ámbito.

Hace poco vi una de sus obras maestras me refiero a Pose, y vaya que me sorprendió su calidad de cine y The Politician no se queda muy atrás. La serie tiene un gran guión como nos acostumbra Murphy en su mayoría de series, diálogos inteligentes muy bien trabajados, y generadores de enganche, a pesar de que la serie te haga pensar que lo que ves es poco original, lo vas digiriendo poco a poco, porque la intención de la serie es no caer en algo banal y te va sumergiendo en una sátira al sistema de política actual, quizás algo de similitudes veas con otras series en especial House of Cards y The Act, pero Murphy se nota que ha trabajado muchísimo en guión con su grupo de cineastas.

En conclusión The Politician es una serie con un grupo actoral magnífico con cierto aire de musical, pero no te mete en ese género, a ratos decae y se vuelve un poco lenta por eso mi nota, pero tengo muchísima fe a la segunda temporada.

The Politician trata el mundo de la política desde una perspectiva adolescente. Con tal de ganar, el protagonista Payton Hobart, brillantemente interpretado por Ben Platt, está dispuesto a todo. En ocasiones parece un sociópata, no siente dolor, se aprovecha de la vulnerabilidad de las personas que le acompañan y cuando confían en él rentabiliza esa intimidad en su propio beneficio. Sin embargo, la vida no es una partida de ajedrez y ganar nunca es lo más importante.

Aunque el protagonista siempre lleva la ropa perfectamente planchada, nunca repite outfit, no pierde los nervios y escoge la frase perfecta para cada situación, de repente, aparece una persona que consigue que se rompa. Un chico guapísimo y bueno de verdad con el que sí consigue llorar y mostrarse humano. Aun así, esto no lo salva, ya que este encuentro tiene lugar al principio de la serie. La historia de amor contenido tan real se desvanece y en el transcurso de la historia se encuentra solo acompañado por sus asesores mecánicos, estrategas y fríos.

En definitiva, The Politician muestra la élite adolescente y los trapos sucios de la política desde el punto de vista de un joven millonario acostumbrado a ganar siempre, incapaz de sentirse culpable y demasiado inteligente. Su mayor virtud se convierte en su mayor defecto y al final es víctima de sí mismo. Aparentemente no tiene miedo de nada ni de nadie, pero sí hay algo que lo perturba, se teme a sí mismo. http://www.atadosalabutaca.eu/index.php/2019/10/05/the-politician-la-ambicion-y-el-poder-por-encima-de-todo/

El político - The Politician

“El político”, otra más de las series que Netflix ofrece a sus abonados, incluye 15 episodios de delirante e ininterrumpido entretenimiento a lo grande. Una poliédrica e hipercaricaturizada parodia de la sociedad estadounidense distribuida en dos temporadas perfectamente diferenciadas. Tiene la virtud de mezclar vivificantes dosis de disparatado humor -tan mordaz como transgresor- con una corrosiva e irreverente sátira social no apta para almas dulcificadas por las leyes divinas de la santidad.
Psicodélica, extravagante, provocativa, denuncia los excesos y ridiculiza la crisis existencial de una clase social privilegiada cautiva de su propia neurosis. Lanza demoledoras y cargas de profundidad, exponiendo las muchas calamidades y frustaciones con las que carga el pueblo americano pero también muestra algunas de las envidiables virtudes de una sociedad que se reconoce en sus errores, se flagela y autocensura como pocos países son capaces de hacerlo. Y esa saludable autocrítica supone una eficaz terapia que despierta en este cronista la más profunda admiración.
Sus creadores -Ryan Murphy, Brad Falchuk y Ian Brennan- nos invitan a sumergirnos en un voluminoso cajón de sastre donde todo cabe. El poder del dinero, la ambición desmedida, una educación basada en la competencia entendida como una lucha encarnizada, secretos inconfesables, traiciones e infidelidades, engaños, chantajes y todo con una sola finalidad: conseguir tus objetivos a cualquier precio y caiga quien caiga. Tampoco descuida el problema racial que tanta polvareda está levantado últimamente, la batalla por la igualdad de derechos de las mujeres junto a las reindivicaciones del LGTB, el cambio climático o el combate que libran los ecolgistas por un Planeta limpio de basura y contaminación, todo bajo la lente de una desternillante farsa político-social.
El guion es ágil, vertiginoso y aunque a veces tengamos la impresión de que revolotea en círculos, tiene la habilidad de corregir la deriva con un golpe de timón y situarnos en la buena dirección.
El actor y cantante californiano Ben Platt -acapara infinidad de premios en el género musical- encarna a un jovencísimo Payton Hobbart, personaje central de la serie. Y la verdad es que sigo con sumo interés las intrigantes maniobras de este pintoresco embaucador -una especie de Hamelín de la modernidad- hechizado por el sonido de su flauta. Y lo que pareciera ser una metáfora deja de serlo cuando lo ves y oyes entonar alguna de las canciones que se incluyen en la maravillosa banda sonora de la serie que en momentos puntuales coquetea felizmente con el género musical. Porque Ben Platt, aparte de ser un magnífico actor, canta como los mismísimos ángeles y toca el cielo cuando se acompaña al piano entonando “River”, una canción que ya forma parte de mis favoritas en Spotify.
Una fotografía almibarada, de empalagoso color pastel recoje los interiores de lujosas viviendas y mansiones de vergonzante estilo “kitsch”, contribuye a acentuar el tono frívolo y burlesco de la historia.
Y para finalizar, mis improbables lectores, un consejo: no se comporten como estirados puristas, aflójense el corsé, relájense y respiren sin molestas ataduras, disfruten, déjense llevar y piensen que el cine es un oasis de libertad, que como la literatura y otras muchas manifestaciones del arte, tolera todas las licencias y trasgresiones que la imaginación permite, en el que únicamente el talento y el buen gusto marcan la diferencia entre la excelencia y lo aborrecible, entre la exquistez y el esperpento.
Y mientras tanto, a esperar la llegada de la tercera temporada, que de mantener el nivel de las dos primeras, promete estimulantes descargas de feliz esparcimiento.

Emilio Castelló Barreneche