El hotel de los fantasmas

En su día fue un fracaso de crítica y público esta fallida incursión en la comedia de Neil Jordan, quien a pesar de contar con medios y un competente reparto, fue incapaz de llevar a buen puerto este alocado proyecto.

Lo cierto es que no me ha parecido tan mala como se dijo, tiene momentos divertidos y buenos efectos visuales pero en conjunto no funciona. No hay fluidez, la historia es una suma de secuencias más o menos graciosas sin mucho hilo en común donde asistimos a los derroteros que los fantasmas tienen preparados a sus protagonistas y solo al final la cosa cobra sentido cuando termina el fin de semana en el castillo encantado.

Neil Jordan es un cineasta de lo más ecléctico. A lo largo de su larga carrera, ha tocado el cine histórico, con especial énfasis en su Irlanda natal (Michael Collins, Juego de lágrimas), el cine de amor (El fin del romance), las historias de vampiros de muy distinto pelaje (Entrevista con el vampiro, Byzantium), comedias al servicio de estrellas (Nunca fuimos ángeles) e incluso pequeñas joyas indie (Desayuno en Plutón).
En El hotel de los fantasmas apostó por la comedia pura y dura, con el toque sobrenatural que se presupone por su título y que, además, quiere recordar y recuerda al Baile de los vampiros de Polanski. Desde luego, no llega a las cotas de genialidad del autor de El Pianista, porque le falta su frescura y también su valentía a la hora de apostar por lo sombrío y lo que el público no espera (y hasta ahí podemos leer, pero, señores, ese final de El baile de los vampiros... sobran las palabras), pero tampoco se entiende que recibiera tantas malas críticas en su momento. El punto de partida es jugoso, el desarrollo es la mar de entretenido y agradable, y hace reír en muchas ocasiones.
Puede que no sea la mejor película del mundo, pero es divertida y simpática, y hace pasar un buen rato. Es de lo que se trataba, así que objetivo conseguido.

Lo mejor: Es lo que es, y como tal entretiene muchísimo y divierte bastante.
Lo peor: Nada realmente. Dentro de sus características está bastante bien.

Floja comedia donde Neil Jordan sorprende al público, pero lamentablemente solo por dejarse meter en semejantes productos.
En muchos aspectos es sin duda hija de su época: los ochenta. Y como muchas películas (sobretodo debía ser necesario cuando los vídeoclubs parecían un negocio sin fin) el cártel de la película es lo mejor de ella. Bueno, eso y el reparto. El reparto excepcional (no me molesto en recordarlo, se puede consultar con pasmosa facilidad). Pero una historia que habría dado para algo más se queda en poco y con un desarrollo demasiado previsible y aburrido).

No deja de ser curiosa, pero sin dudas no es una necesidad para el espectador.

Sin duda una lástima que la película no esté a la altura de su cartel.

Simpática, desenfadada, gamberra y ligera producción que combina la comedia y el terror, bajo la dirección de un sorprendente Neil Jordan, apostando por un trabajo poco profundo y despreocupado.
Producto típico del cine de los 80 destinado a ofrecer un entretenimiento desenfadado con el que pasar un buen rato.
No cuenta con grandes efectos especiales y su apariencia chapucera y artesanal, ayudan a ofrecer buenos momentos de diversión. El humor de algunas secuencias puede resultar forzado, pero por lo menos no es de mal gusto.
Se ve con la facilidad que se disfruta y se olvida.