Mi nombre es Harvey Milk

Nadie va a discutir el talento interpretativo de Penn, aunque esta biografía del activista gay Harvey Milk no pasa de ser un ejercicio de calibradísima corrección, pero nada arriesgado y por completo previsible. Le sobran unos cuantos minutos y está llena de tópicos que Van Sant no sabe o tal vez no quiere evitar. El martirologio suele dar muy buen resultado en los Óscars, y a la vista está el resultado. Un personaje a la medida de Penn y una recreación del pasado reciente bastante lograda, si bien dudo mucho que esta película pueda conmover a nadie, al menos a nadie que no sea gay. Con otro protagonista menos comprometido y fuera del circo del teatro Kodak, la película no la hubiese visto ni el Tato. Y tampoco hubiera sido ninguna tragedia.

'Mi nombre es Harvey Milk' es quizá una de las mejores películas biográficas, punto. Enfoca bien la trayectoria hasta su asesinato y la lucha (no deja de ser una lucha por el poder supremo y la defensa de ciertos valores por muy gay que Milk fuera) que llevó a cabo este peculiar hombre. A pesar de ser un buen biopic no deja de ser un largo coñazo de dos horas, en los que te llegas a preguntar si estas viendo una película comercial o un documetal hippy. Muy muy notable la actuación de Sean Penn, nada que ver con papeles anteriores de mongolito o borracho de tres al cuarto.

Descarnada crítica a los personajillos indeseables que desde las altas esferas del poder llegan incluso a asesinar fríamente para imponer, con total falta de escrúpulos, lo que ellos llaman ideas cristianas y que no son sino una tapadera de toda la hipocresía, rencor y odio que sienten hacia la humanidad, el conocimiento y la libertad.

El guión resulta bastante lioso en cuanto al funcionamiento de la alcaldía de San Francisco y las leyes y circunscripciones electorales, que poco tienen que ver con la falta de transparencia y el tema electoral que estamos acostumbrados a ver ( o mejor diría, a "no ver") en España.

Sean Penn, aunque algo histriónico a veces, logra transmitir la fuerza, valentía e inocencia de Harvey Milk en su lucha por el reconocimiento de los derechos que al colectivo homosexual se le han negado arbritaria y cruelmente a lo largo de la historia. No sería extraño que el oscar 2008 fuera a sus manos. James Franco resulta bastante creíble en su papel secundario, demostrando cualidades para papeles de mayor envergadura, y Emile Hirsch, dando la talla como siempre, pide a gritos una mención de la Academia.

La vuelta de Gus van Sant al "mainstream" hollywoodiense nos deja una película más que correcta, con un trabajo de ambientación excelente (es curioso que en poco más de un año han aparecido otras dos películas ambientadas en la misma época y de una solidez similar, como son American Gangster y Zodiac) y unas interpretaciones cargadas de matices. La película, centrada en apenas ocho años de la vida de Harvey Milk en la que desarrolló su actividad publica, me parece que destaca por trasladar la idea del "yes, we can"; Milk es una persona que se nos presenta a los cuarenta años decepcionada de lo que ha sido su vida y, de pronto, decide que no es eso lo que quiere para sí mismo, se plantea un cambio radical y lo lleva a cabo. De esa persona que pudo terminar su vida siendo un gordito, calvo y deprimido, surgió un líder que cambió la imagen de un colectivo.
Es en ese mensaje de cambio en el que Van Sant decide centrar su discurso, un cambio personal que podemos llevar al momento político actual y elevarlo a la categoría de social, dándonos la esperanza de que un hombre sólo, cualquier hombre, puede conseguir lo que se proponga.

Qué peliculón en todos los sentidos, y es que Sean Penn no nos encanta si no que nos deja más que boquiabiertos ante uno de sus mejores papeles en la gran pantalla como concejal de Los Ángeles Harvey Milk, un hombre que permitió abrir las mentes de muchas personas y a liberarse del prejuicio ajeno y de la vergüenza a su propia homosexualidad, un sentimiento que nos transmite este actor sin duda alguna de una manera impresionante que va a cruzar fronteras para mostrar a todos la realidad más cruda, la de un individuo cuya esperanza dió esperanza a muchos más para que todo aquello por lo que luchó se hiciera realidad. El papelón de Penn me dejó sin palabras, creo que merece un grandísimo reconocimiento como intérprete y como transmissor de mensajes. Un aplauso sin fin para esta gran película.