No deja de sorprenderme lo fina que tenemos la piel para ciertos temas y cómo se demoniza a una película incluyéndola en una etiqueta que se ha empleado de forma peyorativa cuando surge de una legítima voluntad igualitaria. Si a una película le ponen la etiqueta "woke" se abre la veda para atizarle sin remedio; da igual que sea graciosa o no, como la versión feminizada de Ghostbuster, o sea tan entretenida como este Run sweetheart Run. Es woke y por lo tanto atenta contra mi prurito de hombre y mi orgullo de blanco, me siento ofendido y atacado porque se dice que los hombres violan y que los blancos someten a otras minorias... y sigo prefiriendo ver Johnny Wick que dispara sin distinción de genero, raza o nacionalidad y que además ama a su perro.
Las películas son lo que son y claro que tienen ideología pero no podemos definir una película por lo cercana que sea su mensaje a nuestros prinpicios, al menos no deberíamos. Por ejemplo, la reciente The Hunt era francamente divertida pese a fomentar la teoría de la conspiración en la que élites demócratas someten a los buenos ciudadanos americanos. "Run..." indudablemente está dentro de la tendencia a mostrarnos personajes femeninos más fuertes y protagonistas, y claro que utiliza la figura masculina como una amenaza, pero en la que no todos los personajes masculinos lo son. La pelicula está llena de guiños a ese cine "pulp" y "exploitation" que tanto gusta a Tarantino y R. Rodriguez, con diálogos directos y acción sin descanso. Su primera media hora es primorosa, elegante, bien construida y consigue que el ritmo no decaiga a lo largo del film, si bien argumentalmente puede írsele de las manos en algunos momentos y la resolución es bastante facilona. No obstante hay un montón de homenajes y momentos tremendamente disfrutables para todo aquel que se deje de prejuicios y se deje absorver por una propuesta que no pretende motivar grandes reflexiones si no, como mucho, molestar un poco a quién se lo merezca y diverter un mucho a todos los demás.

Película que estaba fuera de su tiempo ya cuando se estrenó en 1987, pues su estética recuerda más a los thriler setenteros de manisiones, cara conocidas y tramas teatrales, lo que no es de extrañar viniendo de la mano del notable artesano Arthur Penn,autor de joyas como "Bonnie and Clyde" o "Pequeño gran hombre".
Tal vez haya que tomar el film como un homenaje al género en general y a la figura de Hitchcock en particular, pues la película está plagada de homenajes nada velados; el inicio de "Psicosis", el vaso de leche de "Sospecha" el fotógrafo con muletas de "La ventana indiscreta", por citar solo algunos. En cualquier caso, siendo una película que peca de desfasada y previsible, permite disfrutar de una intriga de suspenso un tanto descafeinada, pero estimulante para nostálgico.

Interesante documental en el que su protagonista y director, Vikram Gandhi, desarrolla la teoría de que cualquiera puede convertirse en un gurú y conseguir adeptos con solo adoptar una pose generalmente aceptada y tocar lugares comunes de las personas. Se enrola en esta peculiar experiencia que en ocasiones llega a parecer un falso documental ante lo disparatado de alguna de sus propuestas.
El filme es divertido y se deja ver con mucha facilidad, pero resulta un tanto fallido en sus propósitos iniciales al enredarse en una moralina un tanto facilona que hace que, queriendo desenmascarar a los falsos guías espirituales, él acabe dando lecciones a sus acólitos, aunque sean lecciones de escepticismo.
De todos modos, resulta un experimento recomendable, que provoca unas cuantas sonrisas y deja una buena sensación en el espectador.

Simpática película que intenta, no solo ambientarse en el mundo de los juegos de rol, sino tambien impregnarse de su espíritu, mostrando al espectador unos personajes extravagantes, pero simpáticos. Aunque el planteamiento argumental es esencialmente convencional, el resultado es una de las películas más frikis de los últimos tiempos, seguramente desde "Napoleon Dinamite", en la que participaron el director, Bryan Lefler y algún componente del equipo, incluido Jon Gries.
Esta rareza logra trasladar el sentido lúdico de los juegos en los que se inspira, su complejo de peterpan y cierto inocente gamberrismo y nos hace reflexionar sobre la importancia que puede tener cualquier cosa cuando se la damos.

Desde hace ya alguno años intento enfrentarme a las películas de la forma más virgen posible; evito sinopsis de más de dos líneas, no leo muchas reseñas previamente y, sobre todo, intento no prejuiciarme. Tal vez, gracias a esa autodefensa, he podido ver Efectos Secundarios sin saber qué película me iba a encontrar, con lo que he sido presa fácil y agradecida de los giros de Soderbergh. Sin saber si me iba a encontrar ante un drama existencial, un filme denuncia, un thriller o una de romanos, he ido disfrutando de cada una de las películas que me han ido proponiendo durante todo el metraje. La heterodoxa carrera de Steven Soderbergh añade un título más a una muy estimulante filmografía que parece querer recorrer, uno por uno, todos los géneros cinematográficos, abordados desde una perspectiva ciertamente personal, elegante e inteligente.
Altamente recomendable.