Joanna

Hay películas que, desde el principio, gustan. En "Joanna", ya desde sus títulos de crédito, por cierto sobre blanco, ya se intuye algo. El primer plano secuencia es un elegante movimiento de grúa que acaba en una cafetería. Poco a poco, el vestuario, el atrezzo, los magníficos travellings y una espléndida fotografía casi desprovista de colores, cercana al sepia, emulando al blanco y negro, va creando esa atmósfera gris, entumecida y atormentada que no es sino la magnífica técnica que acompaña a una portentosa narración y, en definitiva, a una notable película.

Estamos en 1939, en los inicios de la II Guerra Mundial, los delirios del Tercer Reich. Los nazis han invadido Varsovia. La palabra terror, tantas veces usada en vano, adquiere su significado global y perpetuo para los judíos. En "Joanna" no se da un solo tiro, no aparece una sola trinchera, pero se explica, se palpa perfectamente el poder alemán y la indefensión judía. Con solo 3 personajes y apenas 3 secundarios se recrea ese clima irrespirable de sometimiento y desesperanza.

Una niña, Rose, y su segunda madre, Joanna, como así la llama, viven una historia de amor y de terror. Amor maternal (sin ser madre e hija) y terror infernal. La vida no es fácil para ninguna. Joanna, antigua trabajadora de museo, sobrevive sola, buscando cualquier trabajo, esperando alguna noticia de su marido, enviado al frente apenas 6 meses después de casarse. Rose espera espera a su madre y sobrevive gracias a Joanna, que la acoge incondicionalmente, siempre a escondidas en casa, una simbólica prisión.

Las dos actrices están formidables. Tanto la niña, seria, melancólica, con añoranza, como Ursula Grabowska (Joanna), genial descubrimiento que realiza una interpretación soberbia. A pesar de su belleza, su aspecto se va deteriorando a medida que avanza el film.Tiene esta actriz cierto parecido físico a la irrepetible Ingrid Bergman.

"Joanna" es una maravilla. Posee una mirada llena de sensibilidad, sin caer en excesos melodramáticos, pero sin evitar los golpes duros, de uno y otro lado. Todo lo que hay es la dificilísima supervivencia diaria, el día a día, el esperar a que escampe como única salida.

Formidable sorpresa.

Sobria puesta en escena que habla sobre el ser o no ser en medio de mujeres (una niña llamada Rosa) marcadas por la guerra, aunque en cada una de ellas, en diferentes formas de sentirlo.

Con un tono equilibrado en las decisiones de la cámara, el film ilustra la capacidad de amar de la mujer en época de persecución a los judíos. Un tema de pronto ya consabido por el cine, pero si algo marca la diferencia, son los rostros que emancipan sus capacidad de conocerse un poco gracias a la capacidad de amar (algo digno de admirar en la caracterización de la actriz principal).