Venganza diabólica

Rebuscada pero divertida. A pesar de sus fallos he pasado un rato distraído en la Camarga, al sur de Francia. Un escenario interesante, al igual que el anfiteatro de Arlés.
Un apuesto joven, tras dejar plantada a su novia en pleno viaje, llega a un bar con bastantes alicientes, porque lo regenta una mujer de buen ver, Eve, y su simpática hijastra, Annette, las dos algo aburridas entre vejetes que cuentan sus batallitas. La primera está interpretada por Nadia Gray, famosa por su baile pasado de rosca en “La dolce vita”.
Mientras el hombre se presta al tira y afloja entre las dos mujeres, como disfrutar de bailes sesenteros junto a Annette o pasear a caballo con Eve en la playa, ignora un pequeño detalle. El padre de Annette es residente del hospital psiquiátrico cercano, condición que alcanzó tras dejar frito con un soplete al violador de su hija.
Tras una media hora apacible, incluso sosa, la película empieza a jugar bien al despiste hasta su desenlace. No es una intriga redonda, pero se ve con agrado.

Interesante sobre el papel, la verdad es que, a pesar de ser de la Hammer, resulta poco convincente.
Comienza muy bien, con un prólogo lleno de fuerza, pero poco a poco va volviéndose más tediosa, siendo en todo momento mediocre.
La fotografía en blanco y negro está muy bien y lo mismo de la belleza de las dos protagonistas femeninas, pero el resto, incluyendo la sorpresa final, resulta algo desangelada.
Debería haber estado mucho mejor pues mimbres había para ello. Una pena.

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Las pinceladas de cada trama van extendiendo sobre la pantalla unos perfiles muy atractivos que invocan a un tiempo los resortes del terror y el remanso rural aunque siempre sobrevuela la sombra de una inquietud.
Matices psicológicos ilustran cada escena y el guión de J. Sangster parece una detonación certera que va dejando sus huellas de gran cine con naturalidad y elegancia.
El ritmo encuentra esa cadencia en la que cada acción ocupa su lugar justo y la intriga nuca desaparece pero sabre aplicar sólo la presión necesaria.
Todo ello apoyado por una estupenda interpretación en el contexto de una excelente y luminosa fotografía en blanco y negro