La cera virgen

"La cera virgen" resulta ser algo inferior a la otra película de Carmen Sevilla con dirección de José María Forqué que fue "El secreto de Mónica" porque "La cera virgen" es una realización discreta y "El secreto de Mónica" es casi una obra maestra. La mayoría de los mejores films de Forqué son en blanco y negro y se caracterizan por la elegancia y por la sutileza que son virtudes que se echan de menos en "La cera virgen" que es una película donde convence plenamente la parte musical. Y ese es uno de los pocos alicientes que tiene la película. Casi todo el resto de la obra resulta más o menos aceptable pero sin llegar al nivel de anteriores obras de Forqué aunque llega a aburrir en algunos momentos dados sus errores ambientales y también por los pocos recursos con que contaba Forqué para que el proyecto resultara satisfactorio una vez plasmado. Hay incluso alguna escena de un mal gusto relativo y el film carece de la chispa que necesitaba para convertirse en una crítica eficaz sobre la hipocresía y la falsedad. La idea no era mala y la película combina diversos tonos que la hacen más bien agridulce de sabor pero poco a poco unos defectos pequeños se van acumulando hasta hacer que la obra quede un tanto irregular. Lo divertido de la película es hacer comparaciones físicas entre Carmen Sevilla, Vera Sanders, Maribel Martín, Eva León y Gogó Rojo. Hay que destacar la corta y brillante aparición de la gran Julia Caba Alba. A pesar de los inconvenientes expuestos la película puede servir perfectamente para pasar el rato porque al menos el referido tono agridulce que tiene está plenamente logrado.

No es de extrañar que este bodrio infumable no tenga una sola crítica hasta el momento en esta web. Una comedia a la que no le encuentro la gracia, y eso es lo peor que se puede decir de una comedia que pretende serlo. Hay que cargarse de paciencia para resumir y denunciar un film tan oportunista como retrógrado que pretende ser crítico cuando en realidad es una burda parodia que sólo se salva por la coreografía y los números musicales de la gran Carmen Sevilla que al menos nos alegra con sus espléndidas curvas y su plena simpatía. Pero es que, es tan penosa que hasta el siempre excelente López Vázquez está “pa matarlo”.

Pionera del cine erótico de los años 70 que daría pie al cine de destape, con una multitud de films totalmente olvidables que le seguirían, llena de tópicos y vulgaridades, esta película mojigata y grotesca, es sin duda de lo peor de Forqué, un cineasta que seguramente para sobrevivir abandonó su buen cine de los años anteriores para prestarse a este subproducto coyuntural, chabacano y ridículo sobre la represión sexual y la hipocresía moral, torpemente manejada en esta ocasión por el gran Rafael Azcona.

Es la historia de una obsesión, la de un descerebrado macho hispánico, un tipo repulsivo, timorato y represor. Forqué se empecina en castigarnos con la odiosa utilización del zoom, tan de moda entonces, que todo resulta impactante y descaradamente abusivo en la expresión dramática o cómica. No se trata como alguno de los críticos alega generosamente sobre una crítica social, de una apariencia leve en un transfondo serio, ni viceversa, que va, es un guión que no tiene ni pies ni cabeza, y vamos a dejarnos de intentar sacar petroleo donde no hay mas que aguas fecales, lo dicho: nada recomendable, inane y deleznable. Lo siento por los buenos profesionales que lo intentaron, gracias por leer este doloroso lamento sobre nuestro cine.

... Dos mil moscas acudieron. Como en la fábula de Samaniego, solo que en este caso la miel la pone Wanda (Sevilla) y sus esculturales hermanas y las moscas que acuden son los vecinos del lugar y el moscón de D. Florencio (López Vázquez), un salido mental sexualmente obsesionado con Wanda que impone su voluntad represora al resto del pueblo.
Cero al guion con una primera parte madrileña horrorosa, luego la cosa se anima un poco al volver al pueblo (Zafra en el rodaje). Realización tan vulgar como la historia que se cuenta.
¿Comedia? sin la menor gracia, golpes zafios y destape.
Lo mejor son los números musicales metidos a empujones a mayor gloria de Carmen, que está bien. Ojo, según los créditos las letras de las canciones son de Antonio Gala, "El corazón es un panal de cera y miel". Suponemos que se refiere al escritor cordobés de Brazatortas.
La realización plantea algunos símiles interesantes como los cirios-falos que cuelgan en el mostrador, la raja de melón que lascivamente come Wanda y que luego rebusca en el suelo D. Florencio como un cerdo más de los que aparecen en las imágenes, la leche que sorbe ella para tomar el somnífero, los melones de la frutera, el dedo atravesando el orificio en la lona que separa en la piscina la parte de los hombres y de las mujeres, o la pirámide de pacas de paja a la que se sube en calzoncillos D. Florencio.
En cualquier caso una cinta chabacana y vulgar que muestra una España sexualmente reprimida que nada tiene que ver con la realidad de la época.
Huir. No hay más cera que la que arde.

Lo más meritorio de la película es el velado homenaje a "Mi querida señorita" (recuperado gracias a la alta definición, por cierto). Pero lo demás nos muestra el trabajo de un realizador que lo mejor que tenía es que era capaz de exponer ideas diferentes y de forma diferente (claro, no el único de su generación y, claro, no el mejor), pero que han envejecido mal, muy mal.
La hermosa fotografía y ver "jóvenes" a varias estrellas del cine español es lo único que puede compensar el visionado de la cinta. Eso y la pura curiosidad pectoral de Carmen Sevilla (yo me quedé sorprendido).

Pero de verdad: ha envejecido mal, muy mal. Seguramente ya era un producto con una corta fecha de caducidad pero es que ahora.... uffffff.

Gran reparto y curioso retrato de la España tardo-franquista.