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El caso de Thelma Jordon

Cine negro. Intriga. Drama Una misteriosa mujer, Thelma Jordon, inicia un romance con el fiscal de distrito Cleve Marshall. Él intuye que ella le oculta algo, y sus sospechas se confirman con el hallazgo de un cadáver. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
15 de diciembre de 2013
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antepenúltima película norteamericana de Siodmak, y la última del ciclo negro que le encumbraría en Hollywood (aún volvería sobre el género en Alemania), "Thelma Jordon" condensa y resume las características fundamentales que el realizador alemán ya había tratado en sus anteriores filmes.

Así, de nuevo encontramos aquí la idea central en torno a la cual Siodmak suele construir los argumentos de sus películas negras, que no es otra que la fatalidad inherente al amor romántico y apasionado, que se torna fácilmente en autodestructivo. De ahí que por momentos, sobre todo en el primer tramo de la película, nos parezca asistir a un melodrama, pero pronto advertimos que éste se teñirá de negro, conforme nos percatamos del poder que ejerce Thelma sobre Cleve, y que cabe encuadrar dentro de las clásicas atracciones fatales tan propias del género.

Tal vez la peculiaridad de esta cinta sea que en este caso la mujer no empuja a su amante al crimen, como suele ocurrir, sino que éste, en su afán por protegerla, acaba tendiéndose una trampa a sí mismo; para plasmar esta perspectiva -que tendrá bastante recorrido, pues Fritz Lang apuntará algo similar en "Más allá de la duda"- se requería una muy buena concepción de los dos protagonistas, algo que se logra plenamente, pues a un frágil Cleve, cuyo fracasado matrimonio le empuja al alcohol y a la debilidad, se suma una imponente y manipuladora Thelma, que lo arrastrará inevitablemente. Hay que decir que en Siodmak la fatalidad no se impone a los personajes, como si de un destino cruel se tratara, sino que está presente en el carácter de aquéllos, y de ahí que no puedan escapar de ella. El guión encuentra su mejor virtud en el desarrollo de estos aspectos, compensando así algunos puntos menos acertados o más manidos (lo cierto es que uno no puede evitar pensar que Siodmak transita por caminos ya trillados por él mismo).

Las interpretaciones son admirables, aunque prácticamente los dos protagonistas copan todo el interés. Corey está francamente bien, transmitiendo eficazmente sus fracturas internas, unas grietas sentimentales que lo convierten en el ideal derrotado. Y de ella qué decir que no se haya comentado antes; Bárbara Stanwyck es portentosa, haga lo que haga. Sus miradas, con esos ojos que caen en falsa languidez, su aparente fragilidad, que rápidamente se torna en decisión, fuerza de voluntad y capacidad de manipulación... Sin duda que también hizo películas malas e interpretó papeles planos, pero ella siempre conseguía levantar la película en algún instante, con apenas una mirada o una media sonrisa. Aquí tiene momentos espléndidos, a la altura de los que también tuvo en "Perdición" de Wilder, con unos primeros planos fabulosos.

De la factura de la película tan solo quiero destacar algunas secuencias, que en mi opinión justifican por si solas la acreditada pericia del director. La primera es la que muestra a los dos protagonistas intentando "organizar" el escenario del crimen, rodada en semioscuridad, con la cámara enfatizando los nervios de los dos personajes, que se mueven frenéticamente, transmitiendo angustia al espectador. Técnicamente brillante es la secuencia que nos muestra el recorrido de Thelma hasta el juzgado y cómo asciende por las escaleras del mismo (abarrotadas de gente) hasta la sala, rodada sin cortes, con un manejo muy elegante y adecuado de la grúa. Para rematar, y ya hacia el final, son dignos de admiración un primer plano de la mirada de Stanwyck, francamente premonitorio, y el plano de cierre, que tiene a Corey por protagonista; ambos constituyen la mejor encarnación de lo que los dos protagonistas representan: lo fatal.
Quatermain80
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14 de junio de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Siodmak es uno de los grandes directores de la época dorada de Hollywood, y una vez más lo vuelve a demostrar con una de las mejores películas y más desconocidas que hay en toda la historia del cine.

El argumento de su nuevo trabajo, no presenta novedad alguna en cuanto a uno de los sentimientos más fuertes que existen, por no decir el que más, el amor. Una y otra vez como ya demostrara en otros títulos maravillosos como 'La Dama Desconocida' , 'Forajidos' e incluso 'El Abrazo de la muerte' Siodmak demuestra con verdadera brillantez y solidez que se puede avanzar aún más en este campo, incluso regalar un dramatismo mayor al cine negro acompañado de tintes melodramáticos hasta decir basta.

'El caso de Thelma Jordon' es una historia en la que su protagonista (una Barbara Stanwyck brutal, como siempre) pierde por completo los sentidos, gracias a las armas varoniles de un hombre (Wendell Corey) que no conoce absolutamente de nada. La suerte o el destino los cruza para someterlos e involucrarlos en una aventura prohibida a la par que amorosa. No solo se verán envueltos en esa espiral del amor, sino que temerán por sus vidas gracias al asesinato de la Tía de ella, dueña de una fortuna incalculable. Es entonces cuando sus sentimientos se ponen más a prueba que nunca, y donde tienen que demostrarse el uno al otro fidelidad y máxima esperanza en una cadena de encubrimientos y mentiras.

Como el buen Cine Negro, en esta ocasión no vuelven a sobrar los planteamientos confusos e intrigantes, ni tampoco los ambientes oscuros. Todos estos elementos se unen a la fuerza implantada por los actores protagonistas del film. Barbara Stanwyck lidera la función presentando a un personaje imprevisible y visceral. Atención a los primeros planos del desenlace junto a Wendell Corey, su amado en la ficción. Se denota compenetración absoluta entre los dos actores, y no solo nos regalan una entregada historia de pasión, también somos partícipes del ir y venir de ambos personajes en una transición de confianza, traición y afecto para la eternidad.

De lo mejorcito de su director, una película recomendable para los amantes del género, que aunque copie y extraiga elementos de sus anteriores trabajos, no desmerece en ningún caso lo disfrutable que al final resulta esta nueva cinta del cineasta alemán.
MigueL
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9 de octubre de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barbara Stanwyck fue una todo-terreno del cine, una mujer capaz de interpretar los más variados personajes: comedia, drama, tragedia. Pero donde se movía como pez en en el agua era en las turbias aguas del cine negro. Sus encantos de vampiresa, ese rictus ambiguo y misterioso hacían de ella el prototipo de mujer fatal. Una genuina encarnación del sexo y la pasión desmedida, capaz de llevar a la perdición a cualquier hombre integro.
Robert Siodmak fue uno de los grandes del cine negro expresionista. Gran dominador de los flashbacks,de la ambientación y de la fotografía en blanco y negro, con un manejo cautivador de los claros y las sombras.
Sin duda éste tandem de actriz- director tenia que dar a la fuerza una obra mayúscula. El caso de Thelma Jordon es una muestra impoluta de gran cine. Una obra que es cierto bebe de la fuente de otras más conocidas, sin que por ello pierda ni un ápice de interés merced a una dirección maravillosa, un guion bien pulido, una pareja de actores con gran química, y no me quiero olvidar del gran trabajo musical de Victor Young acompañando las escenas de pasión amorosa con esas cautivadoras melodías que realzan el tono dramático de la obra.
Recomendable sin duda para todos aquellos que sientan pasión por el cine con mayúsculas y especialmente para los amantes de la Stanwyck entre los que un servidor se cuenta.
Walter Neff
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29 de septiembre de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más el cine negro se encarga de desmentir el supuesto imperio del llamado sexo fuerte. Llegan los personajes interpretados por la Stanwyck, u otras divas de la época, y los hombres, sobre todos los más preparados y sensibles, se convierten en tiernos corderitos; máxime cuando el que nos ocupa en "El caso de Thelma Jordon" es un individuo que intenta ahogar su infelicidad con generosos lingotazos de bourbon.

Robert Siodmak era un buen director de cine negro que aunque triunfó en los USA, allá por las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado, llevaba el oficio bien aprendido de Europa donde ya había trabajado con gente como: Edgar G. Ulmer o Fred Zinnemann.
El alemán, que cimentó junto a gente como Lang, Preminger y Billy Wilder (por citar a algunos ilustres emigrantes europeos) la gran obra del Cine Negro, está correcto en este suspense de claroscuros sin alcanzar el tono de Foragidos o La escalera de caracol.
El dominio de las luces y las sombras, imprescindible para poder competir en la élite, acompañado de guiones que van desnudando con sutileza las aterciopeladas prendas negras del misterio, eran las armas que manejaban con precisión los mejores, y el amigo Robert, que tampoco contó con la devoción del Comité de Actividades Antinorteamericanas, fue uno de ellos.
Sinhué
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19 de febrero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El alemán Robert Siodmak fue uno de los grandes directores de la historia del cine y un nombre imprescindible para entender el cine americano de los años cuarenta. Basta echar una ojeada a la filmografía del germano para verificar que nos encontramos ante un maestro del cine negro, suyas son algunas joyas como: “Forajidos”, “El abrazo de la muerte”, “La dama desconocida”, “A través del espejo”, “El sospechoso”, así como una de las cumbres del cine de suspense “La escalera de caracol” y para rematar el repaso merece la pena reseñar esa extraordinaria película que mezclaba con mucho tino la comedia con el cine de piratas que fue “El temible burlón”. Siodmak fue un virtuoso que dominaba todas las facetas técnicas asociadas con el arte cinematográfico, sus obras se revestían de una atmósfera tenebrosa y funesta dominada por el mundo de las sombras en las que una fotografía muy influenciada por el expresionismo alemán dotaba a sus films de una belleza pictórica próxima al mundo de las pinturas negras de Goya.

“El caso de Thelma Jordon” es una de las películas menos conocidas de la etapa americana de Siodmak. Pertenece a la época tardía de este período ya que fue de las últimas cintas que Siodmak rodó en EEUU antes de su retorno a Europa, sin embargo, aunque este hecho pueda hacer entender que nos encontramos con una película menor de Siodmak, sin duda es una más que agradable sorpresa que resume una forma de hacer cine que posteriormente se perdió: la del melodrama romántico de ambientación muy negra.

“El caso de Thelma Jordon” adopta básicamente el formato de cine de género negro por lo que en un principio la trama esencial no parece demasiado original. La manipulación de un hombre por parte de una femme-fatale para conseguir salir indemne de una acción criminal forma parte del argumento de múltiples películas de género negro, podemos hablar por ejemplo de maravillas como “Perdición” (1944) de Billy Wilderr, “La Golfa” (1931) y “La bestia humana” (1938) de Renoir, el díptico de Frizt Lang “La Mujer del cuadro” (1944) y “Perversidad” (1945) o las distintas versiones realizadas sobre la novela de James M. Cain “El cartero siempre llama dos veces” (Tay Garnett, 1946) y (Bob Rafelson,1981). En la mayoría de estos films la mujer es presentada con connotaciones negativas: tremendamente cerebrales, muy frías, mentirosas y manipuladoras; en ningún caso se arrepienten del mal causado o de haber destrozado la vida de sus víctimas, con frecuencia hombres normales y corrientes o detectives que se las dan de listo. Sin embargo, Siodmak nos ofrece a través de un espléndido guión firmado Ketti Frings, una serie de variantes muy interesantes y novedosas que dotan al film de una patente originalidad y personalidad propia, Siodmak consigue suministrar su estilo formal a cada secuencia y a la química que desprende la pareja protagonista: el reivindicable secundario que fue Wendell Corey (poseedor de una belleza distraída y a la vez inquietante) y la sublime Barbara Stanwyck que dibuja un personaje en principio manipulador y maquiavélico (a lo Martha Ivers) gracias a su penetrante y fría mirada, para finalmente culminar de un modo radicalmente distinto, la película resulta un ejemplo claro de la enorme y amplia capacidad interpretativa de la Stanwyck, quien nos regala una vez más una creación inolvidable, de esas que calan en lo más profundo.

Una cinta más que interesante de visionado imprescindible para los amantes del cine negro clásico.
Juan Marey
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