La princesa del Nilo

Agradable peliculita de aventuras, auténtica serie B del Hollywood dorado, creo que pensada para los programas dobles de la época, que resulta en todo momento vistosa, colorista y muy entretenida.
Tiene una buena dirección artística de interiores, aunque los decorados que hacen mención a la ciudad donde se desarrollan los hechos, en pleno desierto son, vistos desde el exterior, de cartón piedra, resultando pues divertidos y entrañables a la vez.
La dirección de Harmon Jones, autor de alguna otra serie B que recuerdo con cariño, es funcional, sin mucha imaginación en la puesta en escena, pero eficaz, habiendo momentos de romanticismo a cargo de la guapísima pareja protagonista (Debra Paget luce en verdad maravillosamente bella y deseable), y de acción, con golpes, luchas con sables y mucho apuñalamiento mortal.
En cuanto a intérpretes se refiere, muy guapas las cinco sirvientas de la princesa y excelentes característicos que aquí, sorprendentemente hacen de buenos, como Jack Elam y Lee Van Cleef.
En cuanto al siempre elegante Michael Rennie, en esta ocasión hace de malvado, papel en el que ahora mismo no recuerdo haberle visto con anterioridad (tendría que repasar su filmografía).
En resumen, que vista más de medio siglo después de su rodaje, sigue estando bien y hace pasar un rato la mar de ameno.

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Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de:
Es cierto, en todas las épocas se han películas malas. La presente es un claro ejemplo. Historia banal, decorados de cartón piedra, interpretaciones de segunda, clichés a manta, y así hasta el fin. Siendo una época en la que estaban el alza, no acierto a comprender como actores de la talla de Jeffrey Hunter, Debra Paget o Michael Rennie se prestan a un trabajo como este. Lo único que se salva de la función son las dos danzas orientales de la Paget, las cuales no llegan al grado de excelencia que exhibió en el dueto «La tumba india” de Fritz Lang, pero aún así están muy bien ejecutadas. Otro acierto sin duda, es que la tontería solo dure unos escasos setenta minutos.