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El último Mohicano

Aventuras. Drama Adaptación de la novela homónima del escritor norteamericano James Fenimore Cooper. Las hijas de un oficial británico son secuestradas durante una guerra que enfrenta a Francia e Inglaterra. Los últimos representantes de la tribu de los mohicanos y Ojo de Halcón, un explorador blanco amigo de los pieles rojas, sitian el fuerte donde están encerradas para intentar rescatarlas. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Last of The Mohicans (El último mohicano, 1920) es una de las múltiples películas (seguramente la de Michael Mann sea la más célebre) que basa su relato en la famosa novela de James Fenimore Cooper, que escenifica su acción durante el contexto de la guerra de los siete años, especialmente en su ámbito norteamericano, donde los conflictos entre británicos y franceses, con las tribus indias aliadas, estaban a la orden del día. Producida con la productora del propio Torneur, la película cosechó una acogida crítica favorable.

En The lasting of the mohicans[1] libro coescrito entre Martin Baker y Roger Sabin, se sostiene que pese a que Maurice Tourneur aparece acreditado como el responsable de la dirección, en realidad hemos de atribuir el mérito de esta a Clarence Brown, asistente de dirección que hubo de hacerse con gran parte del trabajo después de que Tourneur sufriera un accidente que le impidió llevar a cabo su trabajo. Clarence Brown llegó a rodar en el valle de Yosemite (Brown siempre siguió los consejos del director en cuanto a las localizaciones), y sin duda una de las cosas que más sorprende en la película es la utilización de unos magníficos naturales que embellecen la película de una magnífica manera. Al igual que el cineasta sueco, Victor Sjöstrom, con Los proscritos (1918), donde el paisaje cobraba una importancia capital, la película de Tourner no podría entenderse sin los majestuosos exteriores. Sobresalen con gran potencia los planos de las selvas salvajes, o las cascadas que muestra la película. Quizá la secuencia más destacada de todas es la que tiene lugar en los picos de una montaña, donde el plano recorta las siluetas de los dos combatientes, hasta que uno de ellos es arrojado al mar.

Ciertamente el argumento y desarrollo del guión es seguramente lo más flojo de la película. La historia es arquetípica y no hay ningún interés en ella. Da la sensación de que la intención de la película es realmente mostrar ciertas secuencias (como los ya comentados paisajes naturales, o las secuencias de acción) antes que desarrollar un argumento. El tono de la película ya deja claro sus aspiraciones, con la recreación de un momento histórico, que entronca con el gusto del público por las películas de hechos pasados. Por este mismo motivo encontramos los fuertes donde habitan los británicos (el cartón piedra está bastante bien disimulado, y nunca de la sensación de estar viendo algo realmente cantoso) o el majestuoso vestuario, a la moda del momento que recrea la película (los uniformes de los soldados, o los actores que interpretan a los indios). Quizá lo más destacable argumentalmente es la división de bandos que realiza el guión, con las diversas tribus indias (unas representadas como aliados de los británicos, mientras que los enemigos son totalmente salvajes).

La película utiliza constantemente diversos filtros de colores, con tal de sacarle el máximo partido a la variedad de escenarios naturales y paisajes que nos muestra la película. Desde el verde, color básico que se relaciona con la vegetación, hasta el ocre de los fuertes, pero con otros variopintos filtros.

Sin embargo el trabajo detrás de las cámaras resulta bastante irregular. A pesar de ser una película realizada cinco años después de The Birth of a Nation (el nacimiento de una nación, 1915), de D.W. Griffith, la película adopta una puesta en escena totalmente rígida. Los encuadres son siempre los mismos en el sentido de que los movimientos de cámara están contados. Lo que si resuelve de manera acertada la película de Tourneur es una construcción de un montaje inteligente, que se demuestra especialmente en las múltiples secuencias de acción. Cuando estas tienen lugar, el montaje se vuelve más apresurado, intentando dar la sensación de dinamismo.

En estas secuencias de acción (normalmente entre indios y los soldados británicos) hay que destacar el hecho de que la película tiene ciertas secuencias bastantes violentas, como el asalto de los indios hacía la población del fuerte, que viaja totalmente descubierta. De igual modo se recuerda una escena en la que uno de los soldados británicos, que no llega a entrar a salvo en una de las casetas, es terriblemente asaltado por los indios.

La película tiene también algunas secuencias interesantes, como el momento en que se enfrentan dos personajes, con primeros planos de ellos dos, incluso con algún zoom. Los dos personajes llegan incluso a tapar con su cara toda la pantalla, dando una sensación de llegar a invadir al espectador.

[1] Roger Sabin y Martin Baker, The lasting of mohicans, Ed.University Press Missisipi, Missisipi 1995

http://neokunst.wordpress.com/2014/05/21/mundo-mudo-el-ultimo-mohicano-1920/
Kyrios
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7 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha sorprendido gratamente. No sé si tiene que ver que me encanta la versión más famosa de 1992. Sí que es difícil seguir la historia si no tienes ayuda de los interludios y también porque ya sabes de que va gracias, de nuevo, a la versión famosa de 1992.

Pero me ha parecido una historia que es diferente a lo que el cine mostraba en su momento, y no he encontrado mucha información de esta película, con lo que intuyo que no tuvo mucho éxito en su día. Y quizás gracias a lo famosa que se volvió esta historia se han rescatado las versiones anteriores por curiosidad.

Aún así, repito, me ha gustado y se deja ver muy bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edugrn
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4 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al comienzo de la filmación el sentido del ritmo es precario y por eso adolece de cierta lentitud, a lo cual contribuye, además de la falta de capacidad narrativa, el hecho de que se trata de una historia compleja cuya comprensión depende en gran medida de los intertítulos explicativos.
A medida que la trama se va desarrollando, el sentido dramático cobra mayor enjundia y el ritmo se hace más adecuado.
Hay que señalar la presencia de algunas imágenes espectaculares, de escaramuzas bélicas de gran realismo y de una sensación general de que aquel cinematógrafo incipiente apuntaba hacia metas ambiciosas que estaban por llegar.
ABSENTA
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16 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
332/02(03/10/20) Film de aventuras a reivindicar esta versión silente que cumple 100 años de su estreno (28/Oct./1920) de la novela homónima de 1826 de James Fenimore Cooper, dirigida por Maurice Tourneur y Clarence Brown, bajo el guión de Robert Dillon, escenifica su acción durante el contexto de la guerra de los siete años, especialmente en su ámbito norteamericano, donde los conflictos entre británicos y franceses, con las tribus indias aliadas, estaban a la orden del día. En “The lasting of the mohicans”, libro coescrito entre Martin Baker y Roger Sabin, se sostiene que pese a que Maurice Tourneur aparece acreditado como el responsable de la dirección, en realidad hemos de atribuir el mérito de esta a Clarence Brown, asistente de dirección que hubo de hacerse con gran parte del trabajo después de que Tourneur sufriera un accidente que le impidió llevar a cabo su trabajo. Clarence Brown llegó a rodar en el valle de Yosemite (Brown siempre siguió los consejos del director en cuanto a las localizaciones), en un manejo espectacular (sobre todo para su tiempo) de los espacios naturales vírgenes (Parque Nacional Yosemite, con sus secuoyas gigantes y cascadas; California en Big Bear Lake, y el Bosque Nacional de San Bernardino), con bosques, acantilados, cascadas, ríos, cuevas, así como hay potentes escenas de acción, rodadas con gran estilo en combinación de primeros planos y planos abiertos, generando emoción, rebosantes de violencia, e incluso sadismo (brutal cuando un nativo lanza por los aires un bebe), y todo ello coronado por un final nada acomodaticio, valiente. Ello adornado con un romance conmovedor, contranatural para ese tiempo, pues es interracial, jugado de modo sutil, sin besos, pero sin con miradas, medias sonrisas y pequeños gestos. Y también con una visión humanista en que no todos los indios son un ente salvaje y malvado, como en todas partes hay buenos y malos, como en el lado de los blancos donde vemos a un militar hedonista, cobarde y traidor, aunque en su contra está que no hay actores nativos entre el reparto, tampoco entre el nutrido equipo de extras algo bastante racista (Alan Crosland, que interpreta a Uncas, era de ascendencia india por parte de su padre, un mestizo), teniendo que maquillar a los que hacen de indios para aparentarlo, siendo epítome de lo risible el de Wallace Beery, que canta a la legua es blanco.

Protagonizada por el mencionado Alan Roscoe como Uncas con buena presencia, aunque lastrado por notarse su rol es una impostura racial; Barbara Bedford como Cora crea a una heroína con carácter, lejos de ser un pasivo florero, es activa, con alma, valiente en algún tiroteo encargándose de cargar los rifles, y en su final decide poner su integridad y orgullo por delante de su ser vejada; Wallace beery está radiante como el indio malo, aunque le falta darnos una motivación a su odio a los ingleses para entenderlo mejor.

En su debe hay que decir que el desarrollo resulta algo confuso, como si tuviéramos que saber el argumento de antes, donde falta fondo para los protagonistas, delineados in media res, como si no tuvieran pasado y arrancaran cuando los vemos. Asimismo hay algunas escenas montadas de modo torpe, notándose en el plano y contra plano el truco de estar allí.

En el verano de 1757, durante la Guerra de Francia e India, en Fort Edward, a lo largo del río Hudson, la adolescente Cora (Barbara Bedford) y su hermana menor Alice (Lillian Hall), las hijas cultas del coronel británico Munro (James Gordon), el comandante del cercano Fort William Henry, entretiene a las tropas con música de arpa y bailes. El mujeriego Capitán Randolph (George Hackathorne) tiene sus ojos puestos en Cora, pero ella muestra poco interés en él. Uncas (Albert Roscoe), un amigo de los mohicanos de caras pálidas, el personaje del título, trae la noticia de que los franceses bajo Montcalm, en alianza con los indios, están montando un ataque contra Fort Edward. El fuerte está abandonado y las hermanas Munro son guiadas de regreso a Fort Henry por el corredor Huron llamado Magua (Wallace Beery). En el camino, a través de un atajo indio, se encuentran con Uncas (Albert Roscoe), su padre Chingachgook (Tod Lorch) y el explorador blanco Hawkeye (Harry Lorraine). Temiendo lo peor, después de que Magua los abandona, se esconden en una cueva en Glenns Falls. Pero pronto son perseguidos por Magua y sus amigos hurones.

Comienza de modo lento, desorientando al espectador queriendo presentar a los personajes, costándole arrancar en medio de alguna nebulosa narrativa. Aunque aun así la realización destila buen gusto pictórico en algunos buenos momentos, como es la primera aparición de las hermanas Munro en Fort Edward, a modo de lienzo bucólico vemos a Cora tocar el arpa y a Alice jugando con dos niñitas, denotando en ello la adultez de la primera y la inocencia de la segunda. En la misma escena aparece Uncas (viene a advertir al General Webb de la revuelta Huron contra los británicos), lo vemos en el umbral de la cabaña, visto a media luz, cual modo de vida del protagonista, entre los blancos y los nativos.

Destaca la cinta en la estética marcada por secuencias notables, gracias a la cinematografía de Philip R. Du Bois, con profundidades de campo, siluetas épicas en el horizonte, con fuertes contras de luz, jugando con las tonalidades, las penumbras, los claroscuros, con hermosas tomas generales, ello en miscelánea con la edición de Dennis DiGiulio, provocando sensaciones en su conjunción dramática.

Escenas de acción: La primera es la del tiroteo en la cueva tras la cascada, el grupo de Uncas y Cora es asediado por los hurones de Magua. La pelea se lleva a cabo primero mediante un intercambio de disparos remotos, luego pasa a la pelea con cuchillos y hachas de guerra. El modio de transmitir la intensidad violenta para sortear la ausencia de sonido es mediante el humo de las armas, alternado con los rostros impactados de las hermanas, rodeadas de semioscuridad;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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23 de febrero de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprendió positivamente esta película ya que no me esperase gran cosa. Sin embargo creo que es la mejor versión y con un final, esta vez sí, verdaderamente emotivo.
La única pega, pero eso no es problema de la película si no mío es que no sea sonora ya que la falta de costumbre de no ver ese tipo de cine hace que me pierda muchos detalles.
jesus
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