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Porto

Romance. Drama Jake (Anton Yelchin) y Mati (Lucie Lucas) son dos extraños en la ciudad portuguesa de Oporto, donde una vez tuvieron una breve conexión. El misterio en torno a los momentos que compartieron permanece, y en la búsqueda a través de sus recuerdos reviven las profundidades de una noche sin inhibiciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
1 de julio de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos cuenta una historia de amor a retales, pasando del pasado, presente a futuro de forma desordenada aunque al final acabe recurriendo a un relato más convencional, uniendo los retales de forma temporal y añadiendo sucesos que no habíamos visto cuando nos contaba la relación a saltos desde el prisma individual de cada uno.

Dos desconocidos cuyas vidas se encuentran en la ciudad de Porto y que se despierta en ellos, el uno por el otro, un deseo de esos tan fuertes que quema, que duele; un amor que crees que no va a acabar jamás, aunque ese chorro de pasión suele llevar a algo efímero que evoca en desastre. Una de esas relaciones que dicen que hay que vivir alguna vez en la vida, aunque te la pueda destrozar y luego desees no haberla vivido nunca. Dos personajes con carencias, con un toque de locura e incluso perturbadores en algún momento. Una mujer que busca escapar de la rutina, un hombre que llena un hueco que no sabía ni que tenía y en general dos personas que buscan huir de la soledad. Una de las últimas y notables interpretaciones del fallecido Anton Yelchin y el descubrimiento del torbellino y Diosa del Olimpo de los iconos sexuales Lucie Lucas, regalando alguna escena de un magnetismo sexual increíble. Además el film usa de forma acertada recursos como grabar en Super 8, 16 y 35mm, sumándole notas al piano que acaban de redondear un aura cargada de melancolía.
Turbolover1984
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14 de febrero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los lugares, los espacios, los pequeños objetos de una ciudad son distintos para cada uno, cada rincón contiene recuerdos y momentos fugaces que cayeron en el olvido, que solo se muestran para los ojos adecuados, aunque sólo sea un reflejo, todo lo que queda de lo que una vez fue.

Jake y Mati son dos almas solitarias que conectan durante una noche, cada uno esta atormentado a su manera y el recuerdo de esa noche les persigue durante mucho tiempo, como si de los destrozos causados por una fuerte tormenta se tratase.

Gabe Klinger compone un ejercicio de estilo, retratando de forma bella la ciudad de Oporto, mezclando fragmentos, fotografías, distintas formas de rodar, dándole al conjunto un cáliz de melancolía, de una cierta tristeza inherente, como la que hay en Mati y en Jake.

Una historia romántica y fugaz en la que, a su manera, todo es como debería ser.
Cada sonido y música encajan perfectamente, y Lucie Lucas y Anton Yelchin contienen honestidad y veracidad.
Una verdadera lástima la pérdida del actor, lleno de carisma, electricidad y vida, con tan sólo 27 años.
mi_mo_ca
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14 de julio de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios, el Creador o la Naturaleza nos dan un suspiro de existencia. Luego sobreviene el aniquilamiento. Para un creyente que vive en la esperanza de la resurrección no hay tantos inconvenientes siempre y cuando su fe sea de verdad una autentica fe y considere como un consuelo real la posibilidad de una perdurabilidad que la descomposición de la materia humana contradice. Peor lo tienen los que consideran que la vida se acaba y no hay nada más. Eso de que la muerte es algo natural no convence a la mayoría. ¿Si fuese algo tan natural y normal qué sentido tienen la existencia de las religiones más diversas?

Y con todo tenemos una existencia corta desde el misterio más grande que solo los destellos de una razón imperfecta contribuye a darle algún tipo de sentido. Aunque más fuerte que la razón están los sentimientos, las pasiones y las emociones, aún más incomprensibles y causantes de la desdicha democratizada y el triunfo de unos pocos elegidos cuya psicología superior o suerte les otorgan los premios.

En “Porto”, una película apadrinada por Jim Jarmusch, la melancolía etiqueta a sus dos protagonistas desde un amor instantáneo y febril pero que no conduce a esa felicidad sostenida en el tiempo. Vana aspiración de todos los mitos románticos. El amor apasionado es una manifestación de una insania sin control. Solo hay el Eros; una balbuciente Philia y un invisible Agape en el caso de ésta pareja de solitarios extraviados en la bucólica ciudad de Oporto en Portugal.

Que el pasado sea un ancla es algo conque la humanidad no ha sabido lidiar adecuadamente. Otro escape es hacia un futuro impreciso cuyas metas siempre son cada vez más lejanas. Y nos olvidamos que sólo hay un tiempo que es el presente y que éste o se aprovecha o se dilapida. El protagonista masculino de “Porto” fue inoculado con un veneno paralizante: el acercamiento esplendoroso de un erotismo brutal le hizo creer en un amor sin mentiras y consistente. Nunca se repuso. La protagonista femenina, fue mucho más pragmática, en eso de conseguir un paliativo o un efecto placebo a su caótica existencia arropada por la soledad y el sinsentido. Ella misma se autodefine como una loca. Quizás, todos llevamos una forma de locura que logramos disimular en una poblada donde los locos somos mayoría y los cuerdos una muy rara especie en extinción.

En fin, la película de Gabe Klinger, parsimoniosamente bella, y con unos diálogos que te hacen pensar sobre las experiencias de una vida fugaz, logra interesar al espectador iconoclasta, porque estoy seguro, que al mundano, se habrá aburrido como ninguno.
bucefalo
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23 de agosto de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver esta película pasando por una etapa de crisis cinéfila donde nada me contentaba y donde la esperanza por un cine mejor, cercano y original cada vez se hace más pequeña.

La historia de esta película se ha contado, si mal no recuerdo 156.395.339 veces y para su sorpresa, no aburre!!! todo fluye y te mantiene expectante a los deseos, motivos, esperanzas y particularidades de sus personajes protagonistas. Una historia sencilla, sin ninguna pretensión más que menoscabar en las relaciones humanas modernas, donde todo es más rápido, donde el beso es más rápido, donde la caricia es más rápida, donde las miradas ya no asustan, donde las manos se mantienen heladas y el tiempo nos supera. La película logra, mediante la utilización de un buen montaje, una foto exquisita y unos actores de lujos trasnportarte a esos efímeros momentos que cada uno a vivido, o a imaginado vivir. Sumergiéndonos en su satisfactorio presente y al mismo tiempo golpearnos en la cara y dejarnos en el suelo agonizantes.

No conocía al director, creo que nunca había visto una película portuguesa, pero que importa, es cine universal, es pasión por el cine.
Chapsuc
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13 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras debutar en el cine con el documental ‘Double Play: James Benning and Richard Linklater’, el director brasileño Gabe Klinger realiza su primera ficción, alejándose de toda convención en un relato sugerente y vital.

La película narra la historia de Mati (Lucie Lucas), una francesa y Jake (Anton Yelchin, en uno de sus últimos trabajos), un norteamericano que viven una breve, pero intensa historia de amor en la ciudad de Oporto.

La historia es mostrada en tres segmentos desde tres distintos puntos de vista, el de Jake, el de Mati y después el de ambos, en tres diferentes formatos (Super 8, 16mm y 35mm), en un relato donde la percepción de las emociones y sentimientos se superpone a la posibilidad de seguir linealmente lo que se narra.

Con muchas evocaciones al cine francés de principalmente los años 70, Klinger va construyendo su relato de manera libre, como si de un rompecabezas se tratase, una breve historia de amor que se vive de manera intensa y apasionada, pero que se refleja en la pantalla de una manera poco convencional.

Los diferentes formatos escogidos para narrar esta particular historia de amor, que es al mismo tiempo una oda a un lugar que enamora como lo es la ciudad de Oporto, otorgan al relato diferentes momentos llenos de magia que van de lo visual a lo sensorial demostrando que la elección de cada uno para cada momento fue algo mucho más que mero capricho.

Con mucha libertad, sensibilidad y pasión, la película de Klinger se torna un manojo de emociones arrebatadas, con un gran toque de nostalgia que invade la pantalla a través de un relato que enamora desde su bella y sentida complejidad.

http://tantocine.com/porto-de-gabe-klinger/
Quique Mex
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