Chicogrande

Chicogrande a abierto hoy la competición en la sección oficial del festival de cine de Donostia, pero no ha conseguido levantar el ánimo de los presentes que han respondido con una tímida salva de apalusos de cortesía, que en mi opinión, no le han hecho demasiada justicia. Para mi es una película mas que digna, a pesar de que en algún momento decae algo en interés, no se me han hecho largos sus escuetos 95 minutos, gracias a una sabia combinación de western crepuscular, imágenes de arrebatadora aspereza y una banda sonora acre que rubica acertadamente la sensación de desasosiego general que impregna la película. Si bien es cierto que algunos personajes presentan un perfil algo anodino, creo que ésto a la película, le sienta estupendamente en su afán de contar éste pasaje de un hecho histórico sin apasionamientos efectistas ni adornos innecesarios. En definitiva, Felipe Cazals nos cuenta una historia que en el momento que se produjo, seguramente fué muy parecida; áspera, hosca y sin heroicismos ni barroquismos de ningún tipo, pero que al entrar a formar parte del misterio y la leyenda de todo lo que rodeó en vida a Pancho Villa, se convierte en un hecho sobredimensionado por el influjo sobrenatural de éste personaje. Para Chicogrande lo difícil no era morir, sino traicionar a Pancho Villa; ¿Hay una muestra de fidelidad mayor? ¡Yo creo que no!

Saludos

Vaya por delante que el planteamiento babeliano en donde se mezclan el "mejicano" con el inglés no ayuda mucho a la compresión del film. Dicho esto:
¿Donde falla "Chicogrande"?. Hay medios, hay actores, hay empaque. Y sin embargo es una película fallida.
La película es plana, muy plana; y no va sobrada de ideas. Sí de buenas intenciones pero no de ideas.
El relato es un "trozo" extraído de la historia mejicana, donde Pancho Villa es el principal protagonista (aunque apenas sale en la película).
El ya veterano Felipe Cazals nos quiere transmitir con aparente convicción y fuerza, los sentimientos de odio y lealtad (odio entre gringos y mejicanos, lealtad de Chicogrande a Villa).
Pero todo resulta esquemático, epidérmico, frio. Aunque mejora algo al final.
Bien los paisajes mejicanos, las montañas de la revolución. El paisaje es quizá el personaje mejor perfilado.

“Chicogrande” ofrece la cara íntima de un personaje épico que vive intensamente un momento histórico por su cercanía al jefe revolucionario mexicano Pancho Villa, en el México de 1916.

Contrariamente a la habitual atención que el cine depara al héroe renombrado (Che Guevara, Alejandro Magno,…) aquí el objetivo es un secundario de ficción que no ofrece el carisma del líder ni arrastra masas, ni tiene el don de la palabra. Alguien cuyas principales virtudes son la fidelidad y la capacidad de compromiso. Nada menos.

El propósito del film no es loar los triunfos de ningún ídolo, sino escenificar las condiciones vitales de los diferentes bandos sobre el terreno. Una población mexicana oprimida e inculta que simpatiza con la revolución. Un ejército del gobierno debilitado, en manos de un apoyo exterior del que recela tanto como lo necesita. Un invasor que declara su fervor democrático al tiempo que impone durísimos sistemas de coacción para el control del país.

Quedan en la memoria muchas de las duras escenas exhibidas y una frase repetida permanentemente con una cadencia que refleja el apasionamiento violento, el hastío, la perplejidad y el esfuerzo de persuasión de un oficial americano que nada tiene de caballero. Where is Villa? Como casi un siglo después deben de estar preguntando otros uniformados en tierra extraña y desafecta, cambiando sólo el nombre propio por otro de resonancias árabes.

El relato sigue un ritmo vivo, inquietante al tiempo que contenido. La fotografía, el escenario y la ambientación visual y sonora sitúan con precisión e inmediatez al espectador en un lugar que antes le era espacial y temporalmente ajeno. Los actores aportan credibilidad. Es cine: una historia que emociona plasmada en imágenes.

Chicogrande es la nueva película del director mexicano Felipe Cazals, donde nos cuenta la búsqueda por parte del ejército estadounidense del revolucionario Pancho Villa. El elenco lo conforman talentos del cine chicano como Damián Alcazar, Daniel Martínez, Juan Manuel Bernal, Tenoch Huerta, Bruno Bichir o Patricia Reyes Spíndola.

Felipe Cazals cuenta esta historia con un ritmo pausado, incluso lento en algunos momentos, pero que tras un comienzo un poco flojo consigue meterte en la trama, apoyado por una gran fotografía de Damián García y un uso brillante del encuadre general, mostrándonos la belleza de los paisajes de Durango y su gran inmensidad y vacío, consiguiendo esa sensación que debe tener el ejercito captor, de buscar una aguja en un pajar.

Pero todo esto queda reforzado en la historia por la credibilidad que le da un acertado reparto, encabezado por un enorme Damián Alcazar, demostrando una vez más ser uno de los actores latinoamericanos más talentosos del momento, consiguiendo dotar a Chicogrande de una gran humanidad, aunque salpicada de momentos de una frialdad escalofriante. También ralla a un altísimo nivel Daniel Martínez, con un papel bilingüe en el que muestra su cara más dura, llegando a convertirse en un monstruo, pero dotándole de un creíble giro hacía la desesperación del cazador que no consigue capturar a su presa. Por último destacar también a Juan Manuel Bernal, que convierte al doctor gringo Timothy Wesley, en un personaje con una dualidad muy acentuada, ya que por una parte cumple con su deber de ayudar a capturar a Villa, pero por otra parte choca con las formas con las que actúa el Mayor Fenton.

En definitiva, aunque quizás cuesta un poco participar en el mundo que nos muestra Felipe Cazals, tras unos minutos acompañando a Chicogrande y compañía consigues entrar en la caza de Villa y mantenerte interesado hasta el final, gracias sobre todo al buen oficio de su director, a los hermosos y fotogénicos paisajes y a su esplendido reparto.

La película es floja, es aburrida. Lo lamento por las actuaciones de Damián Alcázar y de Jorge Zárate, este último desempeñándose muy bien en su papel. Se pudo haber obtenido un mejor producto que el que se nos presentó en la sala de cine; la temática del mismo daba para muchísimo más. Diría que ante temas tan sobados y sabidos como los que toca la película no es necesario ser explícito (porque cansa y fastidia) sino sugerente. El filme tuvo sus buenos detalles y momentos pero a la hora de sacar las cuentas los puntos no le alcanzan para calificarla, al menos de mi parte, como recomendable.